Una cruda decisión

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Abro los ojos lentamente y lo primero que veo es un luz brillante y cegadora. No sé dónde me encuentro, ni cómo llegué aquí, me duele la cabeza al querer recordarlo pero cuando trato de tocarla no puedo.

Desvío mi mirada hacia mis manos y abro los ojos como platos al ver que estoy atada a una silla de pies y manos. Intento moverme, pero me han amarrado con fuerza. Cuando trato de gritar tampoco puedo porque una molesta tela rodea mi boca.

Observo todo a mi alrededor, y mi corazón comenzó a palpitar con fuerza al comprender que estoy encerrada en una habitación, de nuevo, como un animal indefenso. Ya estoy harta de siempre terminar en un lugar como este.

Un ruido me hace volver a la realidad. De la puerta de la entrada ingresan varios hombres con ropas oscuras y miradas fulminantes. Ellos se ubicaron a mi alrededor y le dieron paso a otro sujeto que al mirarme un escalofrío azotó mi cuerpo. Tenía unos particulares ojos dorados y una piel bastante pálida.

—Sea bienvenida reina —comenzó a hablar.

Yo intenté hacerlo, pero fue imposible, lo único que se me ocurrió fue fulminarlo con la mirada.

—Vaya, disculpa, no hemos podido escuchar tu voz —Se acercó hacia mí —Permíteme —quitó la tela de mi boca.

De inmediato le escupí en la cara y él no pareció enojarse, con su pañuelo limpió su cara y retrocedió un par de pasos. Aproveché para hablar.

—¡¿Qué carajos estoy haciendo aquí? ¿Cómo se atreven a amarrarme como un puto animal?!

Escuché risas por parte de todos los presentes, mi enojo se incrementó hasta las nubes.

—Oh, qué grosera resultó ser, señorita, me decepciona. Pensé que era una joven educada puesto que su familia es de buen linaje —respondió el de ojos dorados.

—No saben nada de mí —escupí.

—En realidad lo sabemos todo. Su nombre es Elsa Arendelle, tiene veintiséis años, viene de una familia prestigiosa, pero se separó de ellos después de salir de la prisión —se cruzó de brazos —¿Continúo? Oh, claro que sí. Sé que eres una asesina, mataste al empresario Tadashi Hamada tu esposo.

Quedé estupefacta, no supe qué decir, y tampoco podía creer que supieran tanto de mí. Temí por mi vida, aquellos sujetos me daban miedo y no quería que me hicieran daño, pero ni siquiera sé quiénes son.

—¿No dirás nada? —me preguntó.

—¿Qué quieren de mí? —me atreví a preguntar con un molesto temblor en mis labios.

El pelinegro volvió a acercarse a mí y dejó caer sus dedos sobre mi hombro derecho, su toque era tan frío como el de la misma muerte y su mirada irradiaba veneno, ni siquiera tuve el coraje de sostenerla la mirada.

—Eres una mujer muy fuerte —pasó una mano por mi rostro, me hizo sentir incómoda su toque —Se debe tener la sangre fría para darle cuatro tiros en el cuerpo al amor de su vida y formar una batalla en un simple bar, estuve allí viéndola luchar arduamente. Tienes talento niña.

—¿Quién es usted? ¿Qué quiere de mí? —insistí.

El hombre se separó de mí, dejándome espacio para respirar con tranquilidad.

—Soy Pitch Black y me gustaría que trabajes para mí, Reina de las nieves, así te llamaban en la prisión ¿verdad? —enarcó una de sus cejas.

¿De dónde pudo haber sacado tanta información? La prensa fue sobornada para que mi caso no saliera a la luz pública, ¿por qué ellos sabrían tanto de mí?

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora