Entre la vida y la muerte

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—¿Dinero? —propuse.

—Ya tengo el necesario para salir de este país. Vamos, Jack, piensa algo mejor —contestó con los brazos cruzados.

Va a ser más difícil de lo que pensé converserla, es bastante exigente e insaciable.

—Por favor, Elsa, van a llegar pronto —insistí.

—Lo sé, pero yo puedo irme ahora mismo, solo que estoy siendo benévola contigo y te doy la oportunidad de convencerme para sacarte de aquí —miró sus uñas como si fueran más interesantes que yo —Continúa.

Muerdo mi labio inferior y empiezo a pensar algo que ofrecerle. El tiempo está en mi contra y si no me libera voy a morir en manos de ese sicópata.

—Mmm, mierda. No sé. ¿Qué quieres tú? —pregunté.

Ella sonrió con maldad y se sentó de nuevo sobre su silla para mirarme y cruzar sus piernas.

—¿Qué tal tu virginidad? —elevó una ceja.

—¿Qué? —hice un gesto de confusión.

Elsa soltó una sonora carcajada.

—Solo bromeaba.

—Pues que broma de mal gusto —la fulminé con la mirada —Además, no soy virgen ¿quién a los veinticinco años lo sería?

Ella rodó los ojos y se puso en pie.

—Última oportunidad —dijo, seria. Toda la diversión se esfumó de su rostro —¿Qué ofreces por tu libertad?

—¡No lo sé. Tú pide lo que quieras! —exclamé.

La desesperación comenzó a hacer mella en mi interior. Le daría mi alma a ella para que me libere, pero, aunque lo parezca, no es el demonio.

Guardó silencio por unos segundos, suspiró y por fin se atrevió a hablar:

—Te voy a pedir algo muy fácil de hacer. Un... Un beso —desvió su mirada. Fue la primera vez que la vi enrojecer.

—¿Solo un beso? —sonó extraño —Bien, te daré un beso, de la forma que quieras, pero necesito salir de aquí.

Ella asintió y se acercó a mí, soltó mis ataduras y dio un paso hacia atrás. Me moví hacia ella para darle lo que me pidió, pero antes que rozara sus labios colocó un dedo sobre los míos.

—Será cuando yo quiera —susurró.

Rodé los ojos y la seguí cuando empezó a caminar por la habitación, hasta ubicarse frente a la pared. Luego con el solo toque de sus dedos se abrió una puerta escondida que llevaba a un pasillo. Volteó para verme.

—¿Por qué yo no sabía de esto? —quise saber.

—Parece que me tuvieron más confianza a mí que a ti —escupió.

Frunci el ceño y no dije nada, imagino que ella conoce estos pasillos por Eugene, él nunca me dijo que existían cuando éramos amigos. Ya no importa, lo que sí es que nos vamos a poder largar de esta maldita mansión.

Continuamos caminando por los antiguos pasillos. Las luces de unas farolas iluminaban nuestro camino y el silencio nos acompañó. Yo seguía a Elsa y ella se detenía cada tantos metros para vigilar que nadie esté cerca. Si alguien aparece de pronto estamos muertos porque ni ella ni yo estamos armados.

Me di cuenta que en algunas partes del camino habían unas puertas de color oscuro a nuestros costados, seguro éstas conducen a las habitaciones de la mansión, pero no me atrevería a entrar por ellas, aquí no sabes qué podrías encontrarte.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora