Por fin te conozco

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Abrí los ojos despacio. Lo primero que vi fue una luz brillante que me cegó por unos segundos, pasé mis manos por mi rostro e intenté volver en sí.

Cuando el desconcierto desapareció observé a detalle mi panorama. Estaba en una habitación de paredes blancas y un par de ventanas al costado. Sin lugar a dudas seguía en el hospital.

Por inercia, coloqué la palma sobre mi vientre notando al instante que ya no tenía esa gigante curva. Los recuerdos me azotaron y empecé a sentirme mal.

Ayer, recuerdo que mis padres me acompañaron hasta aquí, pero luego, tuve que separarme de ellos e ingresar a una habitación donde estaba rodeada de enfermeras y un médico. La única cara conocida que pude ver tiempo después fue la de Anna, ella me sostuvo de la mano mientras sufría para traer al mundo a mi pequeño hijo. Fue un momento tortuoso, tuve complicaciones para tenerlo y el dolor era indescriptible.

Por un instante pensé que no iba a poder y que él no podría nacer. Anna me susurró que yo podía, pero no fue suficiente, necesitaba a Jack junto a mí, sujetando mi mano y dándome su fuerza, sin embargo, estuvo muy lejos de mí.

Di todo de mí para que naciera el niño hasta que lo último que escuché fueron sus lloriqueos, después caí desmayada y me perdí en la oscuridad sin poder ver su rostro. Ahora que estoy despierta deseo con todo mi corazón conocer a ese pedacido de mí.

Mi deseo se hizo realidad cuando observé a mi hermana Anna con un bulto en sus brazos. De inmediato mi pulsó se aceleró y mis manos empezaron a temblar, incluso mis ojos se cristalizaron. Después de tanta espera por fin podré conocerlo.

—Mira quien te vino a visitar —canturreó con una sonrisa de oreja a oreja.

No supe qué decir, solo esperé el momento en que Anna dejara caer su cuerpo sobre mis brazos. Cuando llegó mi corazón dio un salto. Era un niño hermoso; de piel blanca igual a la de su padre y ojos azules cielo. Pasé una mano por su rostro y sentí que su piel era tan suave como el algodón.

No pude contener las lágrimas y me eché a llorar, por dos razones: la primera, de felicidad por verlo frente a mí, y la segunda, de tristeza por no tener al amor de mi vida disfrutando de este glorioso momento.

Deposité un beso en su frente y atrapé su pequeña manita entre la mía. Mantuve contacto visual con mi niño, perdiéndome en el color azul de sus ojos, tan parecidos a los de Jack.

—Hola, mi amor —lo saludé —Soy... Mamá —sollocé —B... Bienvenido al mundo.

Anna dejó caer su brazo sobre mis hombros y me apegó a su cuerpo en un intento nefasto de hacerme sentir mejor, la verdad estaba entre feliz y triste.

Di un respingo cuando él comenzó a llorar sin consuelo. Lo abracé a mi y lo acune en mis brazos, sin embargo, no detenía sus lágrimas. Empecé a preocuparme.

—Seguro tiene hambre —propuso mi hermana.

Asentí y le di pecho, aunque dolió un poco, pero ese dolor fue opacado por la felicidad de ver a mi bebé tranquilo. Llevo unos minutos con él y ya tengo miedo de que yo me descuide y le suceda algo por mi culpa. He prometido protegerlo de cualquier peligro, soy su madre y voy a querer lo mejor para él.

Levanté el gorrito que protegía su cabeza y que seguro le colocó Anna, para ver los cortos cabellos que tenía y que eran de color castaño igual al tono que tenía Jack antes de ser peliblanco.

—Se parece tanto a Jack —susurré.

Anna chasqueó la lengua.

—Ni tanto, este pequeño tiene tu nariz y tus ojos. De ese idiota solo sacó el cabello.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora