Peligrosa venganza

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Elsa

—Dijo que sí, no puedo creerlo —susurré.

—¿Disculpa? —Oí una voz cerca de mí.

No me había dado cuenta que hablé demasiado alto y que el taxista que conducía el taxi me escuchó.

Dejé escapar una risita y le contesté al hombre:

—No es nada, solo estoy feliz y ya —me encogí de hombros.

—Bien por ti —respondió con sequedad.

Ignoré la manera en que me habló para seguir el hilo de mis pensamientos que me llevó hacia un solo lugar, aquella parte de mi imaginación que recrea la imagen de un joven de impresionantes ojos azules, quien es el motivo de mi sonrisa.

Todo pasó tan rápido que no había notado lo mucho que me interesa ese maldito policía y sé que lo nuestro está prohibido, que nos meteremos en muchos problemas, pero si no le obedezco a lo que siente mi corazón me voy a volver loca. Sin embargo, lo que siento por él no lo considero como amor porque ya no es posible que sienta algo parecido, pero le guardo tanto estima y eso me mueve a seguir con esta... Relación pasajera.

Muevo mi cabeza para cambiar de pensamiento y situarme en el ahora, mamá quiere que la acompañe a una de sus quimioterapias, la verdad es que temo que su cáncer sea mortal para ella, no quiero perderla, solo me queda confiar y disfrutar el tiempo que me queda a su lado.

Observo la pulsera en mi muñeca y recuerdo que es solo un mes y medio de libertad, después, volver a prisión. Desearía que todo fuera diferente, que no me hubiese casado con Tadashi y que en su lugar Jack hubiera aparecido, con eso no me hubiera convertido en una asesina y mi cuento de hadas se hiciera realidad, a su lado, pero pues tengo que aceptar mi realidad.

—Señor, déjeme aquí —le hice saber.

Él detuvo el automóvil y me bajé de inmediato. Quiero caminar y relajarme escuchando el ruido de la ciudad, atesorar aquellos lugares que volveré a ver después de quince años, quince que voy a perder estando encerrada.

Resultó agradable dejarme guiar por mis pasos. El clima era cálido y me hacía sentir libre, temporalmente. Pero, sentí que no estaba del todo sola. Miré hacia atrás y me di cuenta que había un hombre recostado contra una pared, fingiendo estar pendiente del cielo azul, pero seguro es el policía que me custodia.

Continué caminando, aunque decidí probar si de verdad me seguía el oficial, por lo que me detuve y saqué de mi bolso un espejo para verme, después seguí andando mirándome en el cristal, así confirmé mis dudas, él me seguía. Le dieron un trabajo bastante aburrido.

Guardé el espejo y olvidé el tema del policía para enfocarme en el camino. Solo que en un momento la curiosidad me movió y regresé mi vista al hombre, pero me sorprendí al no verlo en ningún lado. Supongo que debe estar escondido entre los árboles o algo por el estilo.

Un suave melodía me devuelve a la realidad y me encuentro con que es mi teléfono lo que suena, lo saco de mi bolso y contesto. No puede ser Jack porque lo tengo registrado como “princesa” y quien me llama es un número desconocido. Decido contestar.

—¿Sí? —Hablé en primer lugar.

Hola, querida Elsa. Hace mucho que no escuchaba tu dulce voz.

Mi corazón se detuvo en seco al reconocer el tiembre de aquella voz. Su tono venenoso me heló por completo y me hizo recordar sus miradas fulminantes y llenas de odio, sus ojos oscuros siempre me observaron con frialdad.

—¿Cómo te atreves a llamarme después de tanto tiempo? —escupí entre dientes.

Quería saber de ti, linda. ¿Qué tal la cárcel? ¿Acogedora? —insinuó.

Presa De Mis Sentimientos [Jelsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora