CAPÍTULO DÉCIMO SÉPTIMO

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Sumido en la nube en la que había pasado el fin de semana, llegué a casa sin percatarme del trayecto. Al parar el coche en el estacionamiento, me di cuenta que había conducido mecánicamente. Bajé del coche y cargué con las maletas por las escaleras hasta llegar a la puerta. Una vez allí, las dejé en el descansillo para buscar la llave que llevaba en el bolsillo previamente meditado y abrí. Sin llegar a entrar y sin dar tiempo a mis ojos para que se acostumbraran a la oscuridad, pude advertir lo que certificó la claridad que iluminó mi casa al encender la luz. Intentando sosegar las envestidas de mi corazón, eché un paso hacia adelante y observé noqueado toda la estancia. Estaba todo destrozado. Primero hice un barrido rápido con la vista y un momento después, visualicé desde donde estaba, sin poder mover un músculo por la impresión, los desperfectos más contundentes. La mayoría de adornos estaban tirados por el suelo; fotos, platos, cuadros... las paredes estaban garabateadas con frases ofensivas, los muebles arañados y rotos, los sillones rajados, y el televisor reventado. Cuando pude reaccionar, me di la vuelta, cogí las maletas y entré. Angustiado y asustado, permanecí detrás de la puerta, apoyando mi peso contra ella. Gasté allí varios minutos expectante simplemente al tiempo, y tras sopesarlo llamé a Pedro para contarle lo ocurrido. La incertidumbre de seguir sabiendo me impidió esperar a que apareciera, aún teniendo la certeza de que llegaría cuanto antes. Me adentré en el estropicio para verificar que las demás estancias estaban igual o peor que el salón, y me quedé impactado por lo soez de los hechos; mi habitación estaba irreconocible, el baño se había salvado de pintadas, pero había algunas cosas rotas. Me llamó la atención el edredón de la cama, estaba manchado de pintura roja, y la cocina... no pude ni mirarla con detenimiento, me sentía airado. Detuve el paso en la terraza, lugar al que no habían podido entrar. Agotado, me senté en un taburete alto que quedaba en pie y esperé a que llegara Pedro. Ni siquiera me paré a pensar quién podría estar detrás de todo aquello. Sujeté la cabeza entre las manos y apoyé los codos en la encimera, para llorar como un niño. Dejé que la ira marchara con las lágrimas, y me desahogué.  Fue desolador ver todo destrozado. Escuché mi respiración entrecortada durante la inspección y sentí las piernas temblorosas y fatigadas en todo momento. Llamaron al timbre y corrí hacia la puerta, puesto que necesitaba a alguien cercano. ¡Cuánto agradecí tener a mi hermano del alma! Me abrazó nada más verme y recordé la promesa que nos habíamos hecho de niños; cuidaríamos el uno del otro.

Recorrimos la casa juntos de nuevo, observando todo con precisión y sin tocar nada. Éramos conscientes de que teníamos que llamar a la policía, pero antes quisimos especular sobre quién podría estar detrás de aquella locura. Sacamos algunas conjeturas que no nos sirvieron de mucho, pero que bastó para dejar pasar algo de tiempo y encontrar un poco de calma. La cerradura no estaba forzada, lo que nos indicó que habían entrado con una llave. Revisando los desperfectos recordé las ocasiones en las que había llegado a casa y me había parecido encontrar algo extraño, decidí contárselo en aquel momento a Pedro, por si tenía algo que ver. No aportó nada referente al tema, no supo que opinar. Al cabo de una hora, llamamos para dar el aviso a la policía. Tardaron pocos minutos en llegar. Registraron la casa y nos hicieron muchas preguntas. Preguntas que me sorprendieron mucho, por la forma de hacerlas y por lo que indagaron en mi vida. Relaciones pasadas, amigos, trabajo, familia...

Volví a guardar las maletas en el coche, y me fui a pasar la noche a casa de Pedro. No pude quedarme en la mía. Una vez instalado en la habitación de invitados, miré el teléfono y comprobé que tenía varios mensajes de Ana.

00:29 horas: _Juan, ¿has llegado?

00:30 horas: _Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.

00:45 horas: _Cariño, sé que estarás entretenido con algo, ¿Pero puedes decirme que estás bien?

"ALGUIEN ME PRESTÓ SUS ALAS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora