Capítulo 12: La lengua de la serpiente

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Ambos entramos a su casa con las manos dentro de los bolsillos y sin decir algo más

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Ambos entramos a su casa con las manos dentro de los bolsillos y sin decir algo más. Cuando atravesamos el salón, encontramos a su hermano viendo vídeos en el móvil de su padre mientras este se quedó dormido en el sillón.

Tenía puesta la camisa al menos.

Por alguna razón, ver ropa en los respaldos de los sillones y cojines desacomodados me hizo pensar en Joshua. Y, por momentos, me preguntaba si él me tendría en su inconsciente o si por lo menos estuviese considerando pedirme una disculpa.

Al pasar a la habitación de Harry, lo primero que hice fue tumbarme en su viejo sillón marrón. Me encontraba junto a la pecera en la que vivía la serpiente. La miré con atención, era color mostaza con un complejo patrón anaranjado. El animal no tenía nombre, Harry nunca nombraba a sus mascotas, decía que eso era de mala suerte.

«Ojalá yo también fuera nadie», pensé mientras la observaba con envidia.

Desvié mi atención a mi mochila, no tenía que volver a empacar, porque no había sacado mucho ni llevado equipaje de más, solo algo menos que lo esencial. Me marché tan rápido que se me olvidó incluso La campana de cristal, no obstante, me hallaba demasiado melancólico como para leerlo —ver a Esther desencantándose sobre su propia vida y futuro, seguro me pondría peor—, así que creo que lo hice de forma inconsciente.

Alcé la vista y encontré a un Harry sin camisa buscando qué ponerse encima, seguía igual a como lo recordaba; delgado pero marcado. Tenía una beca de atleta, por lo que entrenaba dos horas a diario. El cabello rebelde y castaño lo llevaba todavía más alborotado que hace rato. Él se irguió una vez encontró la camisa, y con una de sus manos, hizo su cabello hacia atrás. No era ni de cerca el tipo más atractivo del instituto, pero algo poseía que acaparaba la atención de varias chicas.

Me di cuenta de que llevaba mucho rato observándolo, bajé la cabeza e insuflé. Aquello hizo que recordara la pregunta irónica de Joshua: ¿Te enamoraste de él?

Lo negué múltiples veces en mi cabeza.

Suena a una tontería, pero en aquel momento me negaba a aceptar quien era en verdad. Me aferraba a la idea de que lo del jueves en el departamento de Joshua había sido un hecho aislado, producto de mis impulsos más erráticos.

 Me aferraba a la idea de que lo del jueves en el departamento de Joshua había sido un hecho aislado, producto de mis impulsos más erráticos

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