—Octava pregunta —dijo Joshua, se acomodó en el asiento del tren y abrió la cortina—: ¿qué vas a hacer cuando termines el instituto?
—Estudiaré Leyes —contesté, puse una palma sobre mi frente para cubrirme del sol.
Me caía del sueño porque Joshua no me dejó dormir con el juego de las preguntas. A él le quedaban dos respuestas y a mí una. Estuvimos hablando de todo durante el camino. Una duda llevaba a otra historia, y acabamos profundizando más en nuestras intimidades. Lo conocía más y mejor, pero no lo suficiente como para dejar de considerarlo ajeno a mi dimensión.
—¿Seguro? —me interrogó. Yo asentí con la cabeza—. No pareces muy ilusionado.
—No hay otra cosa que pueda hacer con mi vida.
Mamá era abogada, papá médico, a eso se reducían mis opciones si quería tener a alguno contento. Cuando cumplí dieciséis años estuvieron discutiendo por horas sobre mi futuro, mientras la abuela y yo esperábamos a que se detuvieran para poder comer pastel. Si me lo hubiesen preguntado ese día, habría respondido que añoraba dejar la escuela, robar un tigre del zoológico, entrenarlo y unirme al circo.
Al final me fui por lo que deseaba mi madre, porque como no veía a mi progenitor tan a menudo, preferí decepcionarlo a él. Además, descarté mi plan del tigre tras ver un documental sobre maltrato animal en los circos. De paso, después de eso me hice vegetariano.
—Siempre la hay. —Trató de subirme los ánimos—. ¿Algo que te apasione lo suficiente como para querer hacerlo el resto de tu existencia?
—Ayer diste un discurso sobre los higos podridos y la vida real, no seas doble cara.
—Al menos a mí me apasionó mi carrera el primer año, el problema empezó cuando tuve que salir de la universidad. Me quedé en Nueva York, estuve haciendo lo que quise, conseguí un empleo que odiaba, pero me mantuve bien un rato hasta que lo arruiné y me replanteé todas mis decisiones.
—Yo no la cagaré.
—No te veo pinta de abogado —afirmó—, o de querer el gastado Sueño americano.
—Solo no quiero defraudar a nadie —repliqué, molesto.
—Es complicado pasarse la vida sin decepcionar a alguien —afirmó con honestidad—, por eso mejor hazlo haciendo lo que te gusta.
Hice un mohín, en definitiva, odiaba ese tema.
A veces veía mi vida como un tren que no se detiene, andando rápido por unos rieles incompletos que se cortarían de manera abrupta sobre un risco. Los rieles eran mis planes a futuro y después de conseguir el título universitario para darle gusto a otros, estos se terminaban. No había nada más allá.
Lo que quería decir que ese tren caería por el risco una vez los rieles se acabaran.
—Tal vez tengas razón —susurré—, pensaré en dedicarme a hacer caricaturas feas de la gente en la calle —bromeé para bajar la tensión.
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El retrato de un joven lúcido | ✅ |
Fiksi RemajaChristian intenta reprimir, sin mucho éxito, sus deseos por el nuevo profesor de arte. Además, lidia con los daños psicológicos que le dejó el abandono de su padre y el acoso escolar en su viejo instituto. 🎨🖌🎨 Cuando Chris descubre el secreto de...