9.- Baile de Navidad

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Cuando Sherlock Holmes le preguntó a John Watson si quería ir con él al Baile de Navidad, John solo se rió.

Primero fue una risa suave, incrédula. Jaja. Luego fue una risa más fuerte, sabiendo que era una broma. Jajajaja. Y finalmente una risa explosiva, una risa de "Sherlock Holmes ha hecho una broma y es divertida". JAJAJAJAJAJAJAJAJA.

Si se hubiese reído menos probablemente hubiese visto el ceño fruncido de Sherlock y probablemente tampoco los hubiesen corrido de la biblioteca.

—Estoy hablándote en serio, gryffindor. No te rías.

—Sí, sí, claro que sí, Sherlock —siguió riéndose John limpiándose una lagrimita mientras caminaban rumbo a alguna parte luego de haber sido echados. La gente podía creer que Sherlock Holmes no tenía sentido del humor, pero eso era porque la gente no le conocía tan bien como él.

La expresión seria y algo enfadada del ravenclaw hizo que su amigo se detuviese en seco, sintiendo su corazón saltarse un latido ¿era en serio?

—¿De verdad estás hablando en serio, Sherlock? ¿Por qué? —preguntó sintiendo de pronto su boca un poco seca.

—¿Acaso no puedo querer ir con mi mejor amigo al baile? —preguntó el más alto esquivando su mirada con altivez—. Tú siempre terminas yendo con alguna estúpida fan y yo acabo charlando con alguien más estúpido aún, como Rose Weasley, o alguno de los Scamander. En el peor de los casos, charlando con Moriarty. ¿No sería divertido por una vez ir con alguien que realmente te caiga bien? Después de todo, todas tus citas para el Baile han resultado siendo un desastre —le dijo sin un gramo de empatía, solo constatando una realidad.

John debía darle ese punto a Sherlock. En los tres bailes anteriores siempre había acabado la noche solo con Sherlock ya que todas sus citas acababan abandonándole por diversas situaciones inesperadas. Indigestiones, vestidos rotos, cerveza de mantequilla en el rostro. Aunque ahora que lo pensaba, era sorprendente como en cada ocasión el ravenclaw había andado alrededor.

—Entonces ¿qué me dices? —preguntó Sherlock más emocionado de lo que debería por un simple baile con un amigo.

El gryffindor le dio una larga mirada a su amigo, sintiendo como su estómago se apretaba y finalmente asintió sintiendo que había vendido su alma a un demonio de rizados cabellos negros y mirada cristalina. Pero bien sabía él que le era imposible decir que no a Sherlock Holmes.

El día del Baile, días antes de Navidad, Sherlock y John entraron juntos a un Gran Comedor adornado especialmente para la fecha.

No entraron del brazo como Scorpius Malfoy y Albus Potter, ni de la mano como otras parejas por allí. Fueron caminando uno al lado del otro, susurrándose bromas y comentarios mal intencionados sobre la ropa de sus compañeros.

(Adorables, suspiraron muchas chicas, miembros del secreto club de fans Johnlock, sede Hogwarts)

John se divirtió como no se había divertido jamás en un Baile de Navidad. Comieron, bromearon, se molestaron mutuamente y fastidiaron a los demás. John charló con Albus y Sherlock con su primo Scorpius, hasta que la música comenzó y fueron abandonados por la pareja.

Y allí, en medio de la pista, John vio algo que le dejó boquiabierto.

—¿Ese es Moriarty y Moran? —preguntó a Sherlock quien con una bandeja de galletas navideñas en la mano ignoraba al mundo, apenas dándoles una mirada deslucida a los dos de Slytherin que bailaban.

Ni un minuto había pasado cuando el ravenclaw se había puesto de pie y había jalado con él a John rumbo a la pista de baile. El jugador de quidditch sintió su rostro encenderse mientras veía a chicas y chicos mirándoles entre sonrisas burlonas, sintiendo que sus piernas eran de gelatina.

Elemental,  mi Querido GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora