19.- (Última) Clase de Defensa Contra Las Artes Oscuras

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El por qué los EXTASIS Prácticos de Defensa Contra las Artes Oscuras eran tomados en público jamás nadie pudo explicárselo a John. Albus tenía la teoría de que era para ponerles nerviosos. Para que tuviesen la presión extra de todos sus compañeros observándoles mientras tenían que presentar sus mejores hechizos defensivos y pasar todas las pruebas que los Examinadores les pidiesen.

Y si ese era el motivo, sí que funcionaba. John tenía la impresión de que no iba a poder recordar cuantos de los estudiantes habían tenido ya ataques de pánico y no habían podido hacer ni un simple Riddikulus frente al patético Boggart que los Examinadores habían llevado al castillo para probarlos. Ni que hubiesen traído un vampiro o un Hombre Lobo, por Merlín.

Mientras los estudiantes pasaban uno a uno, John maldecía que su apellido tuviese una W al inicio lo que le forzaba a estar prácticamente siempre de los últimos en los exámenes prácticos.

Cuando llamaron a Sherlock Holmes adelante solo hizo falta que hiciera una floritura con la varita para que los Examinadores le dejasen pasar con un Extraordinario. Pero es que no todos los días alguien era capaz de convocar un perfecto Patronus Corpóreo de un animal mágico. Y no cualquiera, sino que un hermoso Fénix de plata que había arrancado gemidos de admiración entre los magos que se encargaban de evaluarles.

Todos los chicos de séptimo se quedaron mirando con fascinación la majestuosa ave, que sobrevoló por sus cabezas hasta llegar donde John quien solo pudo sonreír de medio lado extendiendo la mano para sentir la magia de su novio, mientras miraba a Sherlock a la distancia.

Presumido —le insinuó moviendo solo los labios, a lo que el Ravenclaw simplemente se encogió de hombros, pareciendo tremendamente satisfecho de sí mismo mientras el patronus desaparecía en el aire.

Mientras los Examinadores veían a otra alumna, una voz llegó al oído de John haciéndole voltear. Jim Moriarty se encontraba allí, sujetando de un brazo a su compañero, Moran, el que se veía bastante enfadado.

—Si él pudo, yo perfectamente...

—No. Dije que no, Sebastian— el tono de Moriarty no aceptaba argumento en contra, pero Moran parecía tener toda la intención de oponerse de igual manera, cuando clavó su mirada en el rostro de John.

Por un momento ambos rubios se observaron fijamente, John sintiendo un escalofrío al recordar como Moran casi le había roto la tráquea al regreso de las vacaciones de navidad, tan solo porque le había preguntado que dónde había dejado a su amo. Todos en Hogwarts sabían que Jim controlaba a Moran como si tuviese un látigo en la mano, pero al rubio de Slytherin no le gustaba que se lo recordasen.

Una sonrisa burlona se posó en los labios delgados de Moran mientras John se giraba rápidamente hacia otro lado para caminar rumbo a un grupo donde habían algunos de sus compañeros de equipo hablando de Quidditch. Quiso olvidar la sonrisa que aún podía sentir en su nuca mientras charlaba del Mundial de Quidditch que se llevaría a cabo ese año, pero nunca llegó con los otros jugadores porque fue atrapado por el brazo de Sherlock cuyos ojos brillaban demasiado.

—Sherlock ¿qué haces? —preguntó algo sorprendido por la actitud ajena y sintiendo un retorcijón en el estómago por la cercanía. Esa última semana apenas se habían visto, por culpa de John que había estado demasiado estresado por los EXTASIS. Y ahora que le tenía tan... a la mano... casi no podía resistir sus deseos de besarle. Lo que era una pésima idea, porque aún quedaba el último examen por rendirse y si comenzaba a besar a Sherlock ahora no estaba seguro de poder parar pronto.

—John... he descubierto el cómo el Calamar Gigante llegó al Lago Oscuro. Lo he descubierto y quiero un premio por eso.

Los ojos de Sherlock Holmes brillaban y John tenía una sabida debilidad por sus ojos brillantes. Era capaz de convencerle de realizar barbaridad y media, e incluso de culparse a si mismo para que Sherlock pudiese continuar con la investigación. Algún día debía aprender a decirle que no a Sherlock pero... ese día no era hoy.

Una hora y media después John regresó a los jardines del colegio, donde se estaba llevando a cabo el EXTASIS de DCLAO. Volvió con la ropa desarreglada y una sonrisa satisfecha en el rostro, aunque su mirada estaba levemente preocupada. Cuando pudo notar que los Examinadores recién iban por la P, como podía ver al Albus estar rindiendo su examen ante la mirada atenta de Rose y Malfoy, se relajó del todo, sonriendo más y acercándose a ver también el examen de su amigo.

Sherlock llegó poco después de él, caminando de manera tranquila y con la mirada perdida normal, como si no hubiese estado metiéndole mano a John hace diez minutos en el Armario de las Escobas de los vestuarios de Gryffindor. Su mirada se encontró con la de su novio y pareció relampaguear un momento, antes de pararse a su lado mirando con falso interés el examen del novio de su primo.

—Al final no te dije cómo fue que el Calamar Gigante llegó al Gran Lago —murmuró Sherlock con las manos juntas tras las espalda.

El sol pegaba fuerte y John sentía que su cuerpo poco a poco se ponía aún más caliente de lo que había estado hace un rato cuando estaba entre los brazos del Ravenclaw. Se quitó los mechones húmedos de la frente y se encogió de hombros aceptando las palabras del joven detective.

El de negros cabellos se balanceó un poco sobre sus pies mientras veía a Albus crear un escudo protector muy potente, para luego mirar a su pareja de reojo.

—¿Quieres que te cuente?

Un silencio se escuchó en los jardines antes de que un Examinador diese por terminado el Examen, poniéndole un Extraordinario a Albus. Scorpius y Rose se sonrieron mutuamente felices, mientras John sonreía a la distancia.

—Humg, si quieres.

John no iba a mirar a Sherlock, pero sabía que en ese momento debía lucir enfurruñado. El misterio del Calamar Gigante había sido uno que les había acompañado durante toda su estancia escolar, desde el día en que llegaron al colegio y Sherlock perdió su bufanda en el lago, siéndole devuelta por un tentáculo. El haber acabado resolviendo el misterio una semana antes de que su vida en Hogwarts terminase tenía un poco de Justicia Poética. Y también algo de olor a mentira cochina.

Había dos opciones. Ok, habían tres. Primero, que Sherlock realmente lo hubiese descubierto recientemente, o ahora mismo. Dudoso, y poco probable, pero no del todo imposible. Segundo, que Sherlock no hubiese descubierto nada y solo hubiese dicho eso para hacerse el interesante, y probablemente mintiese como un cosaco al preguntarle. Más probable, pero poco posible si conocías bien a Sherlock Holmes. Y Tercero... que Sherlock lo hubiese descubierto hace mucho tiempo y por algún motivo desconocido estuvo esperando hasta el día de hoy para revelárselo. Muy probable, y bastante posible.

Así que no iba a darle el gusto. No iba a mostrar interés, y tampoco le iba a mirar para no dejarse llevar por esas miradas de cachorro de... ¡maldición, lo había mirado!

Sintiendo su corazón estremecerse, John acabó por rendirse y mirar a su novio, suspirando y sonriendo indulgente.

—Bien, cuéntame ¿cómo fue que llegó al Lago Oscuro?

Pero ahora era Sherlock quien no quería contarlo.

—No, ya perdiste tu oportunidad, ahora no lo diré.

—Oh, vamos, Sherlock, no seas niño ¡Cuéntame, quiero saber! —le pidió John acercándosele, pero el Ravenclaw comenzó a alejarse falsamente ofendido.

—No, voy a llevarme el secreto a la tumba.

—¡Sherlock!

Durante media hora estuvo John persiguiendo a Sherlock por los terrenos del castillo, prácticamente olvidando por completo que su EXTASIS de DCLAO le estaba esperando. Cuando Sherlock le jaló de regresó al sitio de Examinación, John perdió el aliento al notar de que casi llega tarde y que habían estado a punto de llamar a Rose y dejarlo a él con un Troll.

Pero no le importó al final, cuando al memorar los minutos previos donde reía persiguiendo a Sherlock, disfrutando de ver las sonrisas en ese rostro amado, pudo convocar el mejor Patronus de su vida antes de continuar con su examen con una sonrisa.

Después de todo, ya lo había probado Lily Potter, la madre del Elegido: La mejor Defensa contra las Artes Oscuras era el Amor.

Elemental,  mi Querido GryffindorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora