Capítulo 33

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Suspiró profundo soportando por cuarto día seguido el regaño de la maestra por su cuarta llegada tarde a la primera hora, Bankotsu rolo los ojos cruzando además los brazos sin prestar atención a lo que la mujer delante de él decía, desinteresadamente hecho un vistazo al salón, cruzo miradas con la mayoría de chicas que lejos de verlo con ojos melosos y coquetos como usualmente pasaba antes, ahora lo veían sin interés o desviaban la mirada sin prestar atención a la humillación que ya empezaba a hacerse costumbre delante de todo el salón, él frunció la nariz, después de todo ninguna era lo suficientemente sexy para llamar su atención, su mirada viajó entonces hasta Sango que lo vio con desaprobación y a Yura con la cara de asco que no había cambiado desde ese día que todo el mundo vio el video, él puso cara de odio y al fondo entonces estaba Kikyou, con su típica sonrisita burlona de la que ahora se había autonombrado su novia aunque él no lo aceptó nunca pero tampoco tenía ánimos de negarlo.

Bankotsu: Si ya terminó con su parloteo *Interrumpió con voz grave* ¿Puedo ir a sentarme? 

Midoriko: ¡¿Pero como se atreve…? *Suspiró al ver la cara del moreno* Como sea, no vuelva a llegar tarde o lo mandaré con…

Bankotsu: Si si, con la “grandiosa directora Rin” lo sé… *Empezó a caminar a su asiento*

Midoriko: ¿Y su mochila señor Renkitt? 

La maestra cruzó los brazos al mismo tiempo que el moreno se había terminado de sentar en el pupitre, sonrió sin prestar mayor atención al mismo tiempo que estiraba la mano hacia el pupitre de al lado, agarro el cuaderno del nerd que tenía a la par y le quitó el lapicero, el muchacho no dijo nada y por el contrario se quedó callado en su sitio al mismo tiempo que ponía sus manos vacías sobre la mesa.

Bankotsu: No necesito la mochila, tengo lo necesario para escribir su aburrida clase.

Midoriko: ¡Renkitt! ¡No le permito que…!

Muchacho: Esta bien maestra, tengo otros cuadernos para escribir su clase.

Sintió la impotencia de no poder controlar a uno de sus alumnos, la cual se volvió más grande al notar como todos los compañeros del joven hacían lo que Bankotsu quería como si fueran sus sirvientes o esclavos, y su pecho se oprimió cuando el chico buscó en su mochila más útiles de clases, resignada suspiró, después atendería el asunto con el rebelde del salón.

Midoriko: Está bien… Continuemos.

Fulminó al moreno con la mirada y se dio media vuelta al pizarrón, Kikyou sonrió, amaba en lo que se había convertido Bankotsu, era simplemente imparable, jamás había actuado antes así.

??: ¡Actúas como un pedazo de mierda!

Los ojos azules dejaron de apuntar al cuaderno y se elevaron rápidamente hasta cruzarlos con los caramelo de Sango, que lo veía con el mismo odio de siempre y al cual ya se estaba acostumbrando.

Bankotsu: ¿Qué quieres?

Sango: ¿No te da verguenza andar actuando como un severendo patan?

Bankotsu: Mejor callate y préstale atención a la bruja *Se burló* ¿No quieres un 2 en historia o si, ñoña?

Sango: *Abrió la boca impresionada* ¿Como me dijiste? ¡Sabes que no soy una ñoña!

Bankotsu: Dicelo a tus notas perfectas de antes de entrar al internado, empezaste a salir relativamente mal para que no te juzgaran los demás *Sonrió* ¿O me equivoco?

Sango: ¡¿Cómo te atreves…?!

Bankotsu: Me atrevo porque quiero y deja de meterte conmigo porque si no, empezaré a contarle a todos el estado tan deplorable en que te encontré ese día después de la clase de gimnasia *Levantó una ceja burlón*

Pobre Chica RicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora