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Dos chicos se encontraban conversando en sus asientos al final del salón, no habían muchos alumnos además de ellos, por lo que el ambiente era silencioso en su mayoría

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Dos chicos se encontraban conversando en sus asientos al final del salón, no habían muchos alumnos además de ellos, por lo que el ambiente era silencioso en su mayoría.

Aprovechaban el rato antes de que llegara el profesor y tuvieran que ordenarse.

—¿Y? ¿Ya decidiste si vai a darle las cartas o no? —Un chico de cabello azulado miraba a su amigo que mordía nervioso el lápiz. Era la quinta vez que preguntaba lo mismo y se comenzaba a exasperar por tener una respuesta.

—Aún no, me da cosita.

Rodó los ojos cansado. Amaba al pelirosa, pero a veces lo sacaba de quicio.

—Llevas planeando esto desde hace dos meses, ¡atrévete de una vez!

—Es fácil para ti decirlo, no te desmayas apenas te habla.

—¿Cachai que ni siquiera te mira, verdad?

—¡Una vez se fijó en mí! —se defendió ofendido.

—El chocar por tener una pila de pruebas encima no cuenta —soltó obvio—, además, no vió tu rostro, te mantuviste mirando el piso todo el tiempo.

—¿Y te haces llamar mi amigo?

—Solo digo la verdad.

El más bajo bufó molesto, no tenía argumentos contra eso.

¡Pero no era su culpa! El mayor lo ponía nervioso y una manada de elefantes corría por su estómago cada vez que estaba cerca.

—Quiero hacerlo, de verdad..., pero no sé, ¿y si las bota?

—Al menos lo intentaste ¿no?

—Pero mi dignidad se iría al demonio.

—Media wea poh.

—¡Tae! —lo retó avergonzado el joven.

—Ay perdón —soltó sonriendo—, olvido que eri santito.

—No soy santito.

Odiaba esa palabra, lo hacía sentir un niño bueno, él no era un niño bueno.

—¿Dices disparates? —preguntó el contrario.

—No.

—¿Has estado en una org...? —lo pensó bien— ¿has tenido sexo?

—No.

—¿Bebes?

—Agua

—Hablo de alcohol, idiota.

—No.

—¿Fumas?

—No, pero tú tampoco... —Su amigo alzó una ceja

—Pero sí lo he probado, a diferencia tuyo —Miró el techo pensando en otra pegunta— ¿has ido a carretear?

—¿Carretear? —ladeó su cabeza, siempre escuchaba esa palabra pero no sabía qué significaba.

—¡Ay! Carrete poh, parranda, fiesta, the party —pronunció como pudo lo último—. ¿Viste que eri santito?

—Tu inglés es un asco.

—No wei, estamos iguales en ese sentido.

—TaeHyung... —murmuró con reproche.

—No molestes —se retractó en un tono medianamente burlesco—. Como sea, la cuestión es que ni siquiera pasas como chileno promedio. ¡Vamos, JiMin-ah! Debes portarte mal de vez en cuando.

—Mis papás me castigarían por meses si hago alguna estupidez, ya es suficiente con que me hayan dejado decir insultos mínimos.

—"Insultos mínimos", hasta diciendo eso suenas angelical.

Yah, no me molestes.

—¿Qué hacen? —Un chico castaño se les acercó feliz, saludó a ambos y se sentó en la mesa del pelirosa.

—Conversamos —respondió el más alto, encogiéndose de hombros.

—No me di cuenta —dijo burlesco— ya poh, en serio.

—Nada importante, solo que JiMinnie aún no se decide si darle los papeles a hyung o no.

—¿Todavía sigues con eso? Y yo que los veía de novios.

—¡JungKook!

—¿Qué? Es verdad.

—Ustedes tienen problemas con decir la verdad —comentó molesto.

—¿Nos prefieres de mentirosos? Lo dudo.

—Agradece lo que tienes JiMin-ssi.

—No sé cómo los soporto.

—A veces me pregunto lo mismo —Una cuarta voz los hizo tensarse en sus asientos, ni siquiera se habían dado cuenta de su presencia—, tienes mucha paciencia JiMin-ah

—Hobi hyung, buenos días. —saludó el mencionado.

—Buenos días hyung. —le siguieron los otros.

—Igualmente, ¿por qué tanto secreto?

—¡Por nada! —soltaron los tres de inmediato

—Raro...

—¿Más que Tae? —cuestionó el menor

—¡Oye!

—Que malo eres Kook, pero sí, más que Tae

—¡Hyung! —reprochó— Qué crueles son. JiMin tú no los apoyas ¿verdad?

—Calladito me veo más bonito.

Los otros chicos soltaron una carcajada, mientras que TaeHyung hacia un puchero.

El timbre sonó indicando el inicio de las clases. Los dos jóvenes de edad superior y menor se despidieron de sus amigos para ir a sus respectivos salones.

El peliazul se acomodó en el asiento junto al otro y sacó su cuaderno imitando al chico. El profesor ingresó provocando que todos fueran a sus puertos y guardaran silencio.

—Así que, JiMin —le llamó Tae— ¿le enviarás las cartas a hyung?

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Cartas a Hyung - myg & pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora