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Tres días habían pasado desde la última vez que conversó con YoonGi, tres días en los que el mayor intentó, sin éxito alguno, conocer la respuesta del pelirosa

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Tres días habían pasado desde la última vez que conversó con YoonGi, tres días en los que el mayor intentó, sin éxito alguno, conocer la respuesta del pelirosa.

JungKook, TaeHyung y los otros dos mayores se encargaron de distraerlo y alejarlo de JiMin para evitar que descubriera la verdad. El pequeño agradecía en demasía la ayuda de sus amigos, sabía que si llegaba a encontrase con YoonGi cara a cara como aquella vez, no podría mentirle y confesaría todo para pesar suyo.

En el presente, se hallaba colocando un poco de brillo en sus labios y sombras en sus ojos. Su madre le había anunciado que saldrían de compras al mall y él, todo entusiasmado, no dudó en ir a arreglarse un poco, quería llegar y comprarse varios polerones grandes y bonitos.

—Minnie, ¿estás listo? —La figura de una mujer bajita y sonriente se asomó por la puerta de su habitación.

—Sí, mami.

Su progenitora se acercó, arreglando su cabello y acariciando suavemente sus mejillas. JiMin sonrió por la calidez en los gestos de la mujer.

Desde que había llegado a casa con aquellos moretones y heridas tan feas, su madre lo llenaba de mimos, mientras que su padre corría de un lado a otro buscando peluches para consentir a su hijo, el pelirosa ya no tenía espacio en la habitación para tantos regalos. Sin embargo, no les decía nada, ya suficiente habían tenido con el susto causado aquel día, casi se les va el alma cuando lo vieron llegar con su rostro y cuerpo lleno de curitas.

Salieron de la casa, encontrándose con TaeHyung en frente del jardín.

—¡Chimchiiiim! —rió cuando el peliazul se lanzó sobre él, abrazándolo con fuerza.

Otro más que no se despegaba desde el incidente, era su mejor amigo. JiMin había tenido que calmar su llanto durante casi una hora, el menor se culpaba por no haber estado con él y permitir que aquellos chicos lo golpearan. JiMin agradecía que TaeHyung se hubiera ausentado, temiendo que le ocurriera  lo mismo, aunque claro, eso no lo tenía que saber.

—Tae, me aplastas.

El menor se separó de inmediato, sonriente.

—Ups... Hola, señora Park, ¿cómo está?

—Hola, cariño, bien ¿y tú?

—Bien, ¿adónde van? —cuestionó curioso.

—Al mall, ¿nos acompañas? —El peliazul asintió eufórico, subiéndose al automóvil en la parte trasera, junto con JiMin.

El trayecto fue bastante corto, los chicos jugueteando entre ellos como niños de primaria. Al llegar, se bajaron del auto, la mayor les indicó que iría a la peluquería, cosa que ambos jóvenes aprovecharon para huir a ver ropa.
Entraron a una tienda pequeña, bastante colorida y caminaron de un lado a otro escogiendo poleras, jeans, polerones y más, probándose mil y un conjuntos, riendo ante tan extrañas combinaciones.

—¡Chimchim, ven! ¡pruébate esto!

El mayor rió, viendo aquel polo arcoiris con unos pantalones a rayas, JiMin estaba seguro que eso no quedaba bonito junto, sin embargo, estaba allí para divertirse, así que se acercó tomando ambas prendas en sus manos y caminando al probador.

—¿Mocoso?

El pelirosa se congeló en ese momento, debía ser una broma.

Cartas a Hyung - myg & pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora