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—JiMinnie

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—JiMinnie...

Lo llamó TaeHyung, sin obtener su atención. El mayor no respondía, sólo mantenía su mirada fija en la ventana del asiento trasero, donde iba sentado junto con su mejor amigo. Su madre lo observaba de reojo, en silencio, extrañada por el raro actuar de los jóvenes.

Cuando ambos se le acercaron luego de varios minutos separados, lo hicieron en silencio, con unas caras que no sabía si eran de preocupación, tristeza, culpa u otra emoción. Y cuando preguntó el porqué, su pequeño no pudo evitar hacer un puchero y lanzarse a sus brazos diciendo que lo había arruinado aún más y que ahora, además de llorón, su hyung lo tacharía de torpe.

Para más remate, al mirar al peliazul en busca de una explicación, este también se arrojó sobre ambos, pidiendo disculpas a JiMin y alegando que todo era su responsabilidad.

Por supuesto, como buena madre y segunda mamá, no le quedó otra que consolar a ambos chicos y lanzar miradas discretas y asesinas a todo aquel que osase murmurar algo ofensivo hacia ambos bebés llorones.

Así que, ahora iban de regreso a sus casas, TaeHyung intentado captar la atención de su amigo, y JiMin concentrado en recordar el desastre que dejó en la tienda.

Así que, ahora iban de regreso a sus casas, TaeHyung intentado captar la atención de su amigo, y JiMin concentrado en recordar el desastre que dejó en la tienda

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Unos cuantos días habían pasado desde aquella vez, días en los que el tierno chico no había podido dejar de pensar en lo tonto y torpe que era.

Sus progenitores no tenían idea de qué hacer, su pequeño se la pasaba encerrado en la pieza sin salir para nada más que comer algo e ir al baño.

Y es que sí, era todo un rey del drama. Pero aún así el mundo aguantaba sus berrinches y lloriqueos, y es que nadie se podía resistir a ellos.

Sorbió su naricita, llevando otra cucharada de helado a su boca y lamentando la muerte de Jack en Titanic.

—¿Por qué, Rose? Había más espacio, ¡podía salvarse!

Limpió sus lágrimas con la manga del polerón, llenando otra vez su boca y sintiendo un fuerte y repentino dolor en su cabeza al tragar.

Maldijo en voz baja dejando el helado de lado y cubriéndose con las mantas de su cama, con el control en mano dispuesto a buscar otra película rompecorazones.

Un saludo conocido resonó en la parte baja de la casa y JiMin pudo sentir como su paz se acababa. La puerta se abrió y un sonriente TaeHyung apareció tras esta.

—Muy bien, JiMeno, hora de la fiesta.

Y JiMin sabía que hablaba literal.

Cartas a Hyung - myg & pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora