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YoonGi soltó un quejido cuando el alcohol tocó su labio, maldiciendo al idiota de Kwan mil y una veces

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YoonGi soltó un quejido cuando el alcohol tocó su labio, maldiciendo al idiota de Kwan mil y una veces.

—Lo siento. —murmuró bajito el pelirosa.

—No te preocupes. Tú sólo... continúa.

Una vez que llegaron los profesores, la pandilla soltó rápidamente al más pálido, alejándose y alegando que él había comenzado la pelea. Por supuesto, nadie les creyó y los mandaron inmediatamente a dirección, y al pelirosa con el mayor a enfermería.

Para mala o buena suerte, la encargada no estaba por lo que JiMin se adelantó y comenzó a curarle las heridas al mayor.
YoonGi protestó unos minutos, diciendo que él debería ser quien cuidase del pelirosa, pero este no cedió convenciendo al mayor con unos ojos llorosos y un pequeño puchero.

Así que ahí estaba, colocándole una tirita de gatito en su labio.

—Listo, hyung. Como nuevo.

—Gracias, mocoso —YoonGi le revolvió el pelo suavemente, con una pequeña sonrisa—. Ahora te toca a ti.

—Yo estoy bien, no se preocupe. —El mayor alzó una ceja, tocando a penas la herida en su cabeza, escuchando un quejido del menor.

—No estás bien y te voy a curar, ¡y más te vale no contradecirme! —indicó al ver que quería protestar.

Tomó un poco de algodón y alcohol, limpiando la herida en su frente con la mayor delicadeza posible. Continuó con la palma de sus manos, frunciendo su ceño al ver los raspones en ellas y en sus rodillas. JiMin arrugó su naricita, sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas cuando el mayor terminó de pasar el algodón por sus heridas.

El miedo, el dolor, la angustia. Todo lo inundó de golpe. Sus hombros temblaron y pronto se echó a llorar.

—H-Hey, ¿qué pasa? ¿por qué lloras? —El tono preocupado de YoonGi solo aumentó su llanto— Oh, mierda. Tranquilo. Respira. Cuentáme qué sucede.

—T-Tenía tanto miedo... Yo solo dejé algo y ellos... ellos me atacaron y no pude defenderme y-y después llegó usted y ta-también lo golpearon. Lo siento, hyung, soy un cerdo tonto, un estorbo, lo siento tanto. Yo... —Las palabras quedaron en el aire cuando YoonGi lo abrazó, acurrucándolo entre sus brazos, y acariciando torpemente su cabello.

—Basta, no te atrevas a decir esas estupideces de ti. No eres un cerdo, tampoco tonto y un estorbo, eres una persona que pasó por un muy mal rato y gracias a Dios llegué para ayudarte. ¿Y sabes? Me vale diez hectáreas de mierda haber terminado con uno que otro golpe, lo volvería a hacer si es necesario, si debo protegerte —admitió con un pequeño sonrojo en las mejillas qué JiMin no pudo ver, el menor lo escuchaba con atención, calmando poco a poco su llanto—. Así que no digas esas cosas de ti, JiMin, eres un chico tierno y hermoso, como un ángel o un tierno pollito.

Decir que las mejillas de ambos no estaban rojas sería mentir. YoonGi quería cortarse la lengua para después colocarla de nuevo y seguir diciéndole cosas bonitas al pelirosa. Y JiMin sentía que podría morir y no le importaría, porque jamás se había sentido tan feliz como en ese preciso momento.

El mayor continuó susurrando cosas lindas hasta que los espasmos del más bajo se detuvieron y sólo quedó el silencio. JiMin deseaba quedarse entre aquellos brazos hasta volverse un anciano y perecer, pero sabía que le era imposible, así que contra todo su ser se alejó lentamente de YoonGi.

—Siento mucho el escándalo que causé, hyung. —Su voz sonaba bajita y tenía la mirada clavada en el suelo. Una mano se posó en su barbilla, obligándolo a mirar al mayor, quien secó suavemente sus mejillas con la yema de sus dedos. El pelirosa disfrutó del tacto cálido que le brindaba.

—No pidas disculpas, nada de esto sucedió porque tú lo querías, ¿o sí? —El menor negó— ¿Ves? No tienes de qué preocuparte. Todo está bien.

JiMin sonrió y YoonGi también, el mayor continuó dándole suaves caricias en su rostro y cabello, delineando sus facciones con delicadeza, como si temiese romperlo.

—Lo que me inquieta ahora, es el porqué estabas ahí.

El menor se tensó, desviando la mirada y jugando con sus manos.

—B-Bueno... verá, yo...

—JiMin, mírame a los ojos —Obedeció, sintiendo sus mejillas arder cuando aquella mirada felina se clavó en él—. Te voy a preguntar algo y quiero que me contestes con la verdad, ¿entendido?

—Sí, hyung.

—¿Eres C.C?

Cartas a Hyung - myg & pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora