Lee Jeno usa el francés para enmascarar sus sentimientos hacia Na Sierim. ¿Cuanto tiempo podrá aguantar estando así hasta que su corazón hable?
-Terminada.
-Modificando.
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Si solo pudiera regresar el tiempo atrás
Canción:moments one direction.
Era viernes a la noche cuando Sierim se encontraba sola en casa —ya que su hermano le había avisado que saldría y sus padres trabajan horario completo— estirada en su cama, envuelta en una manta mirando una serie y con el calefactor prendido.
Pero toda aquella aura de comodidad y relajación se destrozó con el leve golpeteo de la puerta de su habitación. La dueña del lugar tembló, su hermano apenas había salido hace media hora por lo que no creía fuera él y sus padres por obvias razones no serían. Su semblante descompuesto por el miedo y sus acciones paralizadas no la hacían accionar de una manera coherente por lo que cuando la puerta se abrió solo atinó a gritar y tirarle un almohadón al individuo entrante.
—Tranquila, soy yo.
Pero a lo contrario de lo que quería lograr Jeno al hacerle notar que era alguien que ella conocía bien, que fuera él solo la ponía más intranquila.
¿Que hacia él parado en la entrada de su habitación luego de todo?
— ¿Cómo entraste?
—Jaemin me dió la llave —aquello la confundió más si era posible.—Debo hablar contigo.
No le respondió y solo se quedó observándolo, su mirada apagada la observaba fijamente como si tratara de con ella intercambiar miles de palabras que parecían no salir.
Jeno despacio —con cuidado de que la chica no tuviese miedo— cerró la puerta tras de si y apagó la luz dejando que lo único que alumbrase el lugar fuera la luz de la luna.
—¿Que haces?
—Quiero ser sincero contigo Sierim, a partir de ahora y para siempre.
Parecían susurrar, como con miedo a romper aquella aura tranquila, donde ninguno de los dos era lastimado.
Se acercó unos pasos más a ella, quedando alejado por muy poco y la observó mejor fijamente, la luz de la luna le iluminaba el rostro, haciendo que sus ojos brillaran maravillosamente y sus labios se vieran más tentandores.
Quiso comenzar a hablar pero su voz se estancó en su garganta, la indecisión se adueñó de su cuerpo y a pesar de que quería gritar todo, de su garganta no salía palabra alguna.
—Lo siento —finalmente soltó.— Te dañe tanto por ser egoísta y solo pensar que lo que yo creía era correcto.
Su voz tembló en el trayecto de completar la oración y sus ojos levemente comenzaron a arder, juntando toda su valentía se animó a acercarse a ella tanto que su perfume a jazmines lo embriagó, luego bajó su rostro a sus hombros y se recostó allí entre su cuello, sintiendo su calor, y sus manos tomaron las de ellas esperando que lo deje entrelazarlas,y cómo si fuese un acto involuntario ella accedió de inmediato.
No buscaba mucho, solo que su calor le de el valor para seguir.
—Nunca te pregunté si deseabas quedarte conmigo a pesar de las dificultades, si estabas bien con dañarte en el camino. Creí que si quería cuidarte la mejor solución era no estar conmigo, porque estaba seguro que no podría tolerar que por mi culpa sufrieras cada vez que te cruces con tu hermano por como te tratase.
Finalmente las lágrimas salieron sin quererlo y el hombro de la chica fue salpicado con lágrimas. La pelimiel no podía hablar, parecía que sus acciones habían sido paralizadas al escucharlo tan vulnerable derribando aquella capa que había construido sobre su corazón y poniéndole ante ella delicadamente, dispuesto a enseñarle cada defecto y oscuridad que podría poseer.
—Lo lamento Na Sierim por no ser sincero contigo, si solo pudiera volver el tiempo atrás juro que no sería un cobarde ni te haría llorar ni una sola vez— soltó, su voz tambaleante y sus dedos acariciando en círculos la mano de la chica a modo de asegurarse que estaba allí, que no era una ilusión que desaparecería en cuanto pestañeara como tantas veces en su habitación ahogado en llanto le había sucedido el último tiempo.
Con temor se separó lentamente, levantando por fin su rostro y volviendo a mirarla, se encontraba también llorando, tomó su mandíbula tiernamente con ambas manos haciendo que sus miradas conectasen y acaricio su rostro, tratando de quitar aquellos rastros de lagrimas saladas.
—Pero las máquinas del tiempo aún no fueron inventadas así que solo me queda pedirte perdón y confesarme como hace tiempo debí hacer.
Su voz fue bajando decibeles hasta el punto en que se convirtió en susurros que solo la pequeña podía oír.
—No quiero estar sin ti, no soy yo mismo si tú no estás a mi lado, desde que tenía ocho años que te amo Sierim, sé que es una palabra fuerte pero así es, antes creía que solo eran cosas de mejores amigos pero a cada momento desde esa edad siento las intentas ganas de protegerte de todo lo que te pueda hacer daño, de consolarte cuando te sientas mal y de hacerte reír para que creas que soy el mejor. Siempre he tratado de que fuera al único al que llamases infinito.
Recordó todas las clases de locuras que había hecho para asegurarse de que ella siguiese pensando aquello de él y negó con su cabeza, incluso su pelo pelimiel había sido para ella.
—Y Sierim espero sepas que jamás te insulté en otro idioma, solo te decía lo hermosa que eres en francés, aprovechando que no sabías el idioma para que no me rechaces.
Una leve risa se instaló en sus labios contrastando con las lágrimas descendientes.
—en bref, tu me rends complètement fou.
Subió su rostro al techo y negó lentamente para sí mismo volviendo nuevamente a mirarla con una sonrisa en su cara y aclarando su garganta prosiguió.
—Perdón.En Resumen,me vuelves completamente loco.
Se acercó a ella despacio, tortuosamente, asegurándose de que no había ninguna señal de negación para no apresurarse y al no ver ninguna juntó por fin como tanto había deseado sus labios con aquellos belfos rosados que lo volvían loco y trató de dejar marcado en ellos todas las emociones que su revoloteado corazón sentía, sus manos enmarcaron su rostro y sintió como ella lo correspondió, agarrando tímidamente su camiseta.
Sus corazones saltando de alegría de volver a estar en sintonía con su alma gemela.
—- La canción del principio es la que dije que llore porque sentí que transmitía los sentimientos de Jeno bien.