vingt huit

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Decidimos terminarlo

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Decidimos terminarlo

Tal vez si cerraba los ojos de nuevo todo volvería a su lugar y no se encontraría allí, sola en la sala de estar mientras sus padres habían salido a comprar lo necesario para la cena.

Pero ya lo había intentado miles de veces en esas tres semanas que habían transcurrido y cada vez que abría sus ojos todo seguía en su lugar y la tonalidad apagada se negaba a irse.

Su corazón dolía, poquito a poquito trataba de sanarlo y ver algo positivo en toda esa situación pero parecía que su mente se había renegado a dejar de pensar en aquellos bonitos ojos de medias lunas.

Lo extrañaba, con cada parte de su ser, parecía que sin quererlo se había vuelto indispensable en sus días, porque a decir verdad ¿que era el universo sin el infinito? nada, así se sentía ella, como que no hubiese más nada en su universo ahora que el infinito había desparecido del plano, solo vacío, un vacío sofocante que le hundía el corazón.

Negando lentamente con su cabeza acomodo los pies apegándolos a su pecho, sus ojos ya no parecían poder producir más lágrimas así que solo se quedó mirando a la nada pensando en cada momento que había vivido con Jeno, a ella no le parecían simples momentos de diversión se sentían como una caricia de aire fresco luego de estar atrapado en un espacio asfixiante durante años, como mirar al sol luego de vivir bajo tierra, como nadar en el mar bajo la luna llena una noche de verano.

Esos momentos eran todo para ella ¿pero lo eran para el? ya no estaba segura de la respuesta después de haber memorizado por completo las últimas palabras que había escuchado de su boca.

—¿Tendrás mi cuarto ahora que me voy?

La voz de su hermano resonó a su lado sacándola de sus pensamientos y asustándola, haciendo que saltara en su lugar y lo mira confusa al verlo sentarse en el sofá a su lado hundiéndolo al tirarse bruscamente, Jaemin la observaba sonriéndole levemente con dulzura y algo así como precaución y ¿arrepentimiento?

Sierim aún así no pudo estar más sorprendida ¿hace cuanto él no le hablaba? era extraño, un día el no le hablaba por semanas luego desaparecía por unos días y cuando regresaba estaba allí a su lado hablándole como si todo había sido una ilusión.

—Estoy bien con el mío Jae, tal vez será para cuando el abuelo y abuela vengan de visita —decidió responder siguiéndole la conversación algo extrañada.

El mayor asintió y como si esperara que continuara hablando de otra cosa su mirada persistió en ella y al ver que no continuaría suspiró.

—Creí que para el momento en que me iría  ya estarías de novia con Jeno —cara de Sierim se transformó en un poema total al escuchar esas palabras, no entendía lo que decía por lo que se le quedó mirando y su hermano mirando al suelo ahora aclaró su garganta, parecía que estaba pensando en cómo soltar lo que tenía en su cabeza.—Tal vez ya es tarde pero espero sepas que reconozco que fui un idiota y lo lamento mucho Sierim, sé que nada de lo que diga puede justificar como he estado actuando últimamente pero realmente me arrepiento, creí que te estaba protegiendo pero solo te estaba orillando a que me ocultaras que pasaba por tu cabeza y ya no lo quiero, quiero ser los mejores amigos que eramos antes, los hermanos que se encubrían y aconsejaban, los que sabían todo lo que pasaba con el otro y se apoyaban sin importar que.

—Sabes que te amo Sierim, eres de lo mas importante que tengo desde que naciste y me robaste mi lugar en la casa —tiernamente dijo mientras la despeinaba con delicadeza, ella sonrió sintiendo la calidez en su corazón.—Pero te lo demostré equivocadamente y solo haste hace unos días alguien me hizo darme cuenta de ello. Nami fue el amor de mi vida, es —se corrigió inmediatamente cuando empezó a contar y Sierim escuchó atentamente enseguida, desde lo ocurrido Jaemin jamás le había dicho que pasó.—Caí tan profundo Sie, lo único que podía ver era ella, su pelo pelirrojo y su bonita sonrisa, cuando comenzó a salir con nosotros solo pude caer mas y mas, estaba seguro que era con quien me quería casar cuando fuéremos mayores —el chico sonrió débilmente, se notaba que le dolía— había pensado en una casa en el campo, dos perros pequeños y los dos de la mano por el resto de nuestras vidas pero fui un idiota y lo arruiné—resopló refregándose los ojos al empezar a llorar recordando todo y escondiendo su cabeza entre sus manos para tratar que su hermana no lo viera en un estado tan débil sin embargo la menor simplemente lo abrazó de costado, pasando su izquierda por la espalda del contrario buscando darle confort.

—Me enteré que Renjun también sentía cosas por ella un día y fui tan estupido que creí que los perdería a los chicos si es que rompía el contrato el cual hicimos porque éramos un tarados de niños que escribían basura, y no quería perderlos Sie, no a ellos, son mi familia y los amo, conozco cada cosa de ellos y ellos de mi, por lo que no podía avanzar con Nami y sabía que si ella seguía al rededor mío solo me mataría verla y sentir mi corazón agitarse sin poder actuar así que empecé a tratarla terriblemente para que se alejara y así la perdí, me perdí, me quede en un limbo porque mi corazón estaba dividido entre mis mejores amigos y el amor de mi vida.

Poco a poco Jaemin se separó de ella y tomó con delicadeza sus manos mirándola dijo a los ojos, trasmitiéndole así todos sus sentimientos.

—No quería que sintieras lo mismo que yo, esa desesperación de vacío en el pecho y el no saber encontrarte, buscarte en fiestas o desconocidos para que simplemente tu cabeza te dijera que la respuesta la tiene esa persona especial a la que no puedes volver, cargar con un dolor desesperante todos los días que lo único que piensas es en cómo dejar de sentir porque el amor no es fácil Sie y me daba miedo por ti, todavía lo hace, no quiero perder a mi dulce hermanita pero finalmente gracias a una conversación de más temprano me di cuenta que no tengo que protegerte de que te hagas daño sino acompañarte en el camino mientras aprendes, tal vez te duela pero cuando lo haga quiero ser yo, tu hermano, el primero en abrazarte para que te sientas mejor.

Sierim sonrió sintiendo las lagrimas recorrer sus mejillas finalmente su hermano estaba allí con ella, el dulce Jaemin que conocía, el sol detrás de las nubes grises parecía asomar.

—Y ahora estoy seguro de lo que debo hacer para comenzar a hacer lo correcto.

Había pensando todo fríamente y era hora de que su pequeña fuera libre de cometer sus errores y sus aciertos después de todo de eso se trata la vida, del bolsillo de su pantalón sacó una pequeña hoja toda arrugada, de un color blanco sucio asemejante al amarillo y con pequeñas decoraciones de dibujos con marcadores algo lavados por fuera, extendió la mano y se la ofreció a Sierim.

—¿Y esto nana? —con un hilo de voz cuestionó mirando el papel en sus manos con miles de pensamientos atravesando su cabeza.

—Es el trato que hicimos de pequeños los cuatro, decidimos terminarlo, bueno Jeno no participó en la decisión ya que ahora es el quien nos evita pero seguro esta de acuerdo—comentó rascando su nuca un tanto incómodo, sabía bien que debía arreglar cara a cara las cosas con quien se suponía era su mejor amigo pero últimamente Jeno huía siempre que el estaba cerca.

La pequeña abrió su boca sutilmente en una "o"  , lo tenia en sus manos, a aquel papel de donde su vida amorosa había prendido como si de un hilo de tratase, estaba allí sobre sus dedos y tenía la plena libertad de hacer lo que quisiese, de terminar de una vez por todas con aquella tortura.

Emocionada se lanzó a abrazarlo fuertemente susurrándole cuanto lo amaba y apreciaba y cuan feliz de que el viejo nana estuviese allí de vuelta y con eso el más alto se levantó, para dejarla sola para procesarlo, dirigiéndose escaleras arriba para continuar arreglando las cajas de la mudanza.

Sierim volvió a mirar sus manos, ahora tenía el trato que les había impedido a ambos estar juntos, que había formado tantos problemas entre todos, que había hecho que perdiera a su pequeña luz durante tanto tiempo, que la había alejado de su Jeno, con rabia tomó cada extremo de aquella hoja y con fuerza rompió en pedacitos la promesa de cuatro pequeños niños inmaduros e inocentes que no tenían idea lo que hacían cuando escribieron aquellas palabras.

Je t'aime  |Lee Jeno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora