El sol entraba por la ventana que daba al lago y bañaba la habitación. Aled abrió lentamente los ojos mientras Bre tiraba de su brazo.
-Despierta Aled.
Aled bajó de la cama tomó su destrozado pantalón y camisa y se vistió. Descendió por las escaleras de piedra hasta la sala. Sobre la pequeña mesa frente a la chimenea había una nota.
Adiós Aled y Bre espero que seáis unos excelentes Val-Darwes, nos veremos en un futuro cercano, gracias por su compañía y que el esplendor de los Valerios brille en ustedes.
Marina y Saga
Aled no podía creer lo que leía. Como podía ser que se hubieran ido sin siquiera despedirse. Se sentía traicionado por la suerte. Arrebatado de algo que pensaba que tenía. Lo miró a Bre.
-¿Porque no me despertaste antes?
-Yo tampoco los vi partir, -contestó gruñendo.
Se sentó en el sillón sosteniendo la nota. Imaginaba a Marina envuelta en su capa cabalgando ya a la puerta de los Ildartes, Saga la seguía con su paso veloz.
Aled caminó hacia cocina y se buscó algo para comer. Encontró unas frutas y se las llevó a la mesa que estaba en la terraza. Se sentó y comió en silencio, mirando el cuerpo de agua azul oscuro. Unas pequeñas olas turbaban su superficie.
Un rato después Bre se aproximó.
-Deberíamos completar la unión Aled.
-Sí, -contestó sin mirarlo. Miraba al lago, pero en su mente a Marina.
-Alégrate, finalmente vamos a conseguir lo que buscamos.
-Sí, tienes razón Bre, pero… ¿Qué sentido tiene?
-Es nuestro destino Aled y tú mismo dijiste que iríamos a ayudar a los Kud…Los Exiliados.
-Sí entiendo ¿pero después?
-Después podemos ir a tu reino a contarles a los tuyos que estás vivo.
Aled todavía no parecía demasiado animado. Permaneció unos minutos más mirando el lago y los bosques que crecían a su alrededor, mientras el sol de la mañana templaba un poco el aire.
Las preguntas que se había hecho Marina ahora también lo atormentaban a él. Tener aquellos dones sin un propósito era algo tan escalofriante como continuar su vida en la puerta. No podía ser que todo este gran cambio no tuviera algún sentido específico ¿Qué clase de cínica tortura era entregarle una nueva identidad perteneciente a una raza extinta? Si tan solo Val-Darwe siguiera existiendo se hubiera quedado allí con Marina, conociendo de su historia y comenzando a formar parte de ella. Pero ahora debían abandonarlo para encontrar su propio camino.
-Basta, dijo en voz alta pero suave.
Se incorporó de golpe y mirando a Bre, caminó hacia el lago. Bre se le unió a los pocos segundos y atravesaron los árboles que crecían en entre los jardines de la casa y el lago.
El suelo se volvió más pedregoso y la vegetación prácticamente desapareció. Las pequeñas olas golpeaban contra las rocas de la playa empujadas por una leve brisa.
-Aquí vamos. -Sonrió Bre
Lentamente y con cuidado de no tropezar con las piedras fueron sumergiéndose en el agua. Era fría mucho más de lo que Aled hubiera imaginado.
Cuando el agua le cubrió casi por completo el lomo, Bre tuvo que estirar el cuello para permanecer con la cabeza en la superficie, una ráfaga de viento sopló fuertemente sobre el lago. Como de la nada una ola que los superaba por lo menos por dos metros cayó sobre ellos empujándolos hacia abajo.
ESTÁS LEYENDO
La Sombra del Bosque
FantasyPuerta verde, río de ramas Casa de sombras, luz sin llamas Mendert conocía aquella canción, se la había leído uno de los ancianos escribas que el rey tenía trabajando en esta empresa secreta. La primera vez que la había escuchado, una sensación de...