La tarde caía ya en el parque al sur del Estiglir, los grandes árboles proyectaban sus sombras sobre el pastizal que se manchaba de luz y oscuridad. El paisaje era hermoso, como un cuadro de la habitación de un distinguido noble. Todos, allí, estaban demasiado cansados y preocupados como para apreciar el silencioso espectáculo. Solo el capitán se perdía cada tanto con su mirada en aquel magnífico cuadro, pero enseguida se llamaba al orden. Se recordaba que era él capitán, en una misión que apenas imaginaba cómo podría hacer para cumplirla.
Glen se acercó al capitán, ahoraobservaba unos mapas, mientras sus hombres preparaban el campamento para pasar la noche.
-Karl se encuentra en malas condiciones.
Mendert levantó la cabeza y miró en silencio. Aquel soldado era más que uno de sus hombres de confianza, lo consideraba su amigo.
-Parece que la herida se ha infectado, Galadas está haciendo todo lo posible pero cree que es bastante feo.
-Qué malas noticias…-Mendert no se mostraba tan impactado, como en realidad lo estaba. -No es mi deseo perder a un hombre antes de ni siquiera comenzada la misión, pero tampoco podemos arrastrar a un moribundo por todo el reino de Ederya.
Glen se puso en cuclillas, imitando al capitán.
-¿A dónde nos llevas Mendert? -La franqueza en la mirada de Glen era indiscutible.
Mendert confiaba perfectamente en aquel amable gigante, pero no podía hacer diferencias entre sus hombres.
-Ahora mismo pensaba hablar con todos. -Glen lo miraba como esperando algo más, una respuesta más sincera, que le pudiera hacer distinguir el carácter de la misión.
-Te pido Glen que creas en lo que voy a decirles, es muy importante que así lo hagan. Aunque suene descabellado tenemos que creerlo, es la única forma, así que reúne a los hombres ahora.
Glen se incorporó. -Siempre he creído en lo que nos dices y siempre nos has dado buenas razones para hacerlo.
Se retiró dejando al capitán a solas contemplando una vez más el pintoresco paisaje.
Los hombres de Mendert se encontraban reunidos junto a él sentados en el piso, a excepción de los dos heridos que estaban recostados. Mendert estaba de cuclillas mirando a sus hombres. El sol de la tarde se reflejaba en su cara pálida y su cabello negro.
-Ahora que nos encontramos solos y lejos de todo, les explicaré que es lo que buscamos y en dónde.
Un tenso silencio se apoderó del ambiente, los soldados callaron y miraron atentamente a su capitán, como niños que miran a su padre cuando este los regaña. El mismo aire del lugar pareció detenerse para escuchar aquel secreto extraño.
-Nuestro destino está más allá del gran bosque, en el extremo sur del reino de Ederya.
Los soldados miraron asombrados y llenos de terror en sus caras, miles de historias de tragedias y desapariciones se les venían a sus mentes como pesadillas en la noche. Permanecían en silencio sin ganas de revelar sus miedos.
-Vamos en busca del Reino Perdido.
El asombro volvió a golpear los rostros de los soldados, ni siquiera sabían de qué se trataba eso del Reino Perdido. Algunos habían oído hablar de él pero en cuentos infantiles y leyendas de ancianos locos.
Por un segundo la atmosfera pareció distenderse. Impaciente y nervioso Glen habló:
-Pero por qué queremos encontrar el tal reino, qué provechos nos podrían brindar tierras tan lejanas. No sería más fácil conquistar por ejemplo estas tierras sin dueño.
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La Sombra del Bosque
FantasiaPuerta verde, río de ramas Casa de sombras, luz sin llamas Mendert conocía aquella canción, se la había leído uno de los ancianos escribas que el rey tenía trabajando en esta empresa secreta. La primera vez que la había escuchado, una sensación de...