VII. TRAS EL TAPIZ.

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APUNTE DEL AUTOR: 

A pesar de que en los anteriores fanfics he narrado las historias en primera persona, he decidido hacer un pequeño cambio para que sea más sencillo describir tanto pensamientos como acciones de terceros.

Cualquier duda, sugerencia o crítica la leeré encantada en los comentarios. Los lectores deciden qué es mejor ;)

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Sabía perfectamente lo que se le venía encima en cuanto vio el rostro de Snape sobre aquel pergamino, alzándose despacio hacia la puerta. Flitwick la arrastró hasta el interior dándole un empujón que exageró pues la fuerza de éste no era mayor que la de ella. El corazón se le aceleró y por un segundo se le olvidó que la culpa de todo aquello fue de Lucius, en realidad, se le olvidó incluso su nombre y hasta el de ella cuando los ojos de Snape la miraron. Tragó saliva y bajó la mirada centrándose en los pasos de Flitwick a sus espaldas, acercándose a ella.

—Esta jovencita estaba en una de las aulas del colegio. EN MI aula —la señaló tan irritado que incluso el pulso le tembló. Frunció el bigote y se acercó más hasta la mesa de Snape, el cual miraba a Rose con seriedad, pasividad y eso le daba auténtico pavor. Snape le devolvió la mirada a Flitwick y se puso en pie con las manos en los bolsillos y la barbilla medio alzada, prestándole toda su atención. Con disimulo apartó el pergamino que había sobre la mesa y lo ocultó bajo un montón de libros antiguos y malgastados—. Y AÚN PEOR —se aventuró—, estaba en MI AULA con el señor MALFOY.

Snape alzó la ceja despacio y miró a la chica con parsimonia.

—No estábamos haciendo nada, prof-

Pero la voz de Snape la interrumpió con un susurro que acallaba hasta al más charlatán.

—Esa es justo la respuesta que esperaba no oír... Por desgracia es aún más reveladora que usted en sí, Lestrange... —contestó con desagrado—. Yo hablaré con ella —fue una muy buena pista para que Flitwick les dejara solos, aunque tardó en reaccionar, y lo hizo sólo cuando miró amenazante un par de veces a Rose. Cerró la puerta y fue entonces cuando el mundo se le vino encima a la muchacha de cabellos azabache. Sus ojos pardos parecieron apagarse por momentos. Severus la miró—. No voy a perder el tiempo preguntándole qué estaba haciendo con el señor Malfoy en el aula de un profesor —alzó la voz ante la última palabra al ver que la boca de Rose estuvo a punto de interrumpir con una ridícula excusa. Sus labios se movían gesticulando a la perfección cada palabra, se tomaba todo el tiempo del mundo para acabar sus frases y eso estaba acabando con la paciencia de Rose—. Sin embargo..., exijo que me explique por qué no se limitó a hacer lo que debía hacer; asistir a su clase de pociones que le recuerdo que es más que obligatoria —frunció los labios.

—No sé qué decir.

—No sabe..., qué..., decir. Qué predecible.

Rose mantenía la mirada fija en el suelo, fijándose por primera vez en las distintas formas que tenía este, dándole el aspecto que más se le parecía. La capa de Snape se había arremolinado a su espalda en cuanto éste dio el primer paso, acelerado, casi abalanzándose hacia la chica, pareciendo que iba incluso a agarrarla del cuello de la camisa, pero lo único que hizo fue colocarse frente a la chica y con eso bastó para que ella alzase la mirada. Se quedaron en silencio, un silencio incómodo pues los ojos oscuros de Snape atemorizaban a cualquiera, y más sabiendo todo lo que Rose había hecho. Los cuellos de ambos se giraron rápidamente hacia la puerta que se abrió tan rápido que hasta chocó con la pared. Slughorn entró apresurado dirigiéndose a Severus como si Rose no existiese, ni siquiera la había visto.

Una canción de hielo y fuego | Lucius Malfoy, Severus Snape y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora