XXI. Ver. En brazos de otro hombre.

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Lucius era ese tipo de hombre que llevaba una señal de advertencia consigo. Era como esos sitios extraños en los que no quieres entrar, esos pasillos oscuros que se extienden anunciando un peligro. De esos a los que por nada del mundo querrías entrar. Pero aun así, terminas haciéndolo.

Quizá eran sus ojos, intimidantes. Su semblante, tan serio y frío como su mirada. Su elegancia, o quizá ese dichoso bastón. Sé que sonará demasiado clásico e incluso típico decir que a los pertenecientes a la casa de Salazar Slytherin (por lo general) les fascinaba el animal que los representaba adornando el escudo de sus túnicas. Pero así era, y con Rose incluso podría decirse que sobrepasaba ese estándar. La serpiente era uno de sus animales favoritos, además del basilisco, del cual se había informado lo suficiente como para haber podido descubrir aquello que atormentó (y petrificó) a medio castillo en su segundo año. Una lástima no hablar el pársel. El no haber podido admirar dicha criatura aún pesaba en su conciencia. Como si ella tuviera la culpa, ¿no? Como siempre, Potter estaba detrás. ¿Cómo él podía hablar el pársel? Aquello era algo que la enervaba especialmente, y que además le parecía injusto. Ella era Slytherin, y toda su familia (o en su inmensa mayoría) había pertenecido a esa casa. Sabía que no había manera de aprenderlo, y aunque había dedicado parte de su recorrido escolar para intentarlo, se había dado por vencida. Lo de Rose y las serpientes no era mera casualidad, no por nada el núcleo de su varita estaba formado por colmillo de basilisco, ni más ni menos. Sino que además, se había obsesionado de un hombre que podía perfectamente no solo representar la casa que simbolizaba el animal, sino que también lo llevaba en el bastón que empuñaba su varita. ¿Quizá por eso se sintió atraída por aquel hombre? ¿Por eso y por todo lo demás que lo rodeaba? Quizá sí. El caso, es que era simple y llanamente eso; pura atracción. Lucius para ella, era como esos carteles que anunciaban una muerte segura al adentrarte en el bosque prohibido. ¿Y qué hacía ella en cuanto sus ojos percibían, simplemente y de soslayo, el símbolo prohibitivo? Exactamente eso.

Algo similar le había sucedido con su profesor de pociones. Esa aura oscura, misteriosa, e igual de inaccesible que Malfoy. O casi...

Llevaba enamorada de él desde el segundo curso. Sí, por muy descabellado que sonase. Y a esa edad podría parecer imposible, pero ante los pocos referentes masculinos decentes que había tenido en su familia, cualquier adulto que hubiera puesto un poco de orden en su vida habría podido correr la misma suerte. O casi cualquiera, claro. Para atraer a alguien como ella hacía falta cumplir un par de factores clave; ser distante, parecer inalcanzable, o en su defecto: poseer un aura oscura. Podría decirse entonces que Snape cumplía las tres.

Eran pues, sentimientos completamente diferentes los que sentía por los dos. Quizá por eso ahora lo único que podía experimentar con Lucius era hastío, porque la pasión ya se había extinguido. En cambio Snape...

No era la primera vez que aparecía en sus sueños, pero a decir verdad no solía soñar con él muy a menudo, y mucho menos algo que parecía tan... real. No, desde luego aquello no parecía producto de su imaginación, parecía algo más, parecía... magia. Podía verle tan claramente que por un segundo, casi creyó que podría tocarle, que si ella lo llamaba, él respondería girándose.

Rose estaba en lo cierto, aquello no era ningún sueño, era parte de ese juramento con el que sin saberlo se había comprometido. Y por supuesto, tuvo sus consecuencias.

Lucius la observaba sentado sobre el sillón frente a la cama. Las piernas cruzadas y la diestra acariciando la empuñadura en forma de serpiente en su bastón. Paciente, intrigado. Una sonrisa de medio lado y los ojos ligeramente cerrados. Se sentía poderoso con aquella sensación tan plena de control. Sabía bien que podría hacer lo que quisiera con ella y eso le gustaba.

Una canción de hielo y fuego | Lucius Malfoy, Severus Snape y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora