XIV. DE PIEL DE ALABASTRO

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Fuera hacía frío, podía verse a simple vista a través de la humedad de aquella ventana. El hielo cubría el cristal, lo impregnaba. Sin embargo él no podía sentirlo por alguna extraña razón. Había pasado horas sentado en aquel sillón de terciopelo, acariciando su bastón, con la mirada perdida en el horizonte a través de aquel cristal.

En la mansión poco podía escucharse, menos aún desde su habitación y, aun así, se esforzó por no oír, por aislarse durante unos segundos. Y lo consiguió, hasta que la espalda le dolió y los ojos le escocieron. Respiró profundamente, tomándose un segundo de oscuridad para sus párpados. Estaba cansado, llevaba mucho tiempo agotado, y tenía la sensación de que hacía demasiado tiempo que no descansaba realmente.

Aquel era uno de esos días...

Se levantó, sintiendo cómo sus músculos parecían no reaccionar a los estímulos. Estaban entumecidos, sin fuerza. Él siseó, con rabia. Apartó el sillón a un lado, y agarró su bastón, bajando al recibidor de la Mansión. Ojeó de soslayo a los elfos que se movían de un sitio a otro, uno de ellos con montones de ropa cargando en sus diminutas manos, con sus debiluchos cuerpecitos contoneándose de un lado a otro. Lucius arqueó el labio asqueado, estirando el bastón hasta los pies de uno de ellos, quien llevaba un montón de platos apilados, haciendo que cayera de bruces contra el suelo, rompiendo los platos, y a consecuencia de ello, rasgándose el torso.

Fue entonces, el único momento en el que Lucius elevó la comisura izquierda de sus labios, en una muy leve sonrisa satisfecha.

Necesitaba sentir ese frío que parecía haber ahí fuera, pero una vez en los jardines, se dio cuenta de que, extrañamente, no notaba nada. Ascendió la mirada al cielo, alzando sus brazos al aire, intentando experimentar aquel hielo que había visto impregnado en su ventana. Pero allí no había nada. Ni un resquicio de aire contra su rostro, ni un solo vello erizado, ni el más mínimo tiriteo por parte de sus músculos. ¿Qué le estaba pasando?

Apretó los dientes, arreglándose la ropa. En cuestión de segundos su figura se desvaneció en un pequeño remolino.

No supo muy bien dónde se había aparecido, todo estaba muy desordenado en su mente, pero tampoco le importaba, lo cierto era que así lo prefería; aislarse de todo, sin pensar en nada. Caminó en silencio. No había mucha gente en Londres aquel día, las calles estaban particularmente vacías y a pesar de que lo agradeciera, no pudo evitar sentirse extraño. Se detuvo en medio de la carretera, extrañamente tranquilo. Giró muy despacio su cuello hacia atrás, esperando toparse con la luz de algún coche en aquella extraña noche. Pero no. No había nada, tan solo la tenue iluminación de las farolas. Sus ojos se aguzaron, sabía perfectamente que ahí estaba sucediendo algo extraño, y lo descubriría. Varios pasos más al frente, se topó con un bar en el que él, juraría jamás haberse adentrado en su sano juicio, y, en el que sin embargo, acababa de pedir una copa del mejor whisky. No esperaba gran cosa del licor, puesto que el local ya daba explicaciones por sí solo, pero al menos esperaba abandonar sus pensamientos aunque fuera sólo durante un rato. Estuvo a punto de conseguirlo de no haber sido por aquel aroma a sándalo, a raíz de lirio y cedro. Ese ligero toque a jazmín, a vainilla. Pudo notarlo recorrerle las entrañas.

Cómo aquel olor podía estremecerle de aquel modo. Cómo aquella brizna de un respiro podía despertarle de un solo chasquido. Separó las manos de su rostro despacio, intentando indagar de dónde procedía ese perfume que él conocía perfectamente. Sus ojos, nerviosos, se pasearon por todo el local, escudriñando cada rostro, en busca de una sola cosa: ella.

Retiró una de sus manos de la mesa lentamente, buscando su bastón, apoyado a un lado de la mesa, siempre cerca de él. Una vez dio con la cabeza de serpiente diamantada, la acarició, aún sin dejar de mover sus ojos cual demente, en busca de aquella melena azabache y aquellos ojos verdes.

Una canción de hielo y fuego | Lucius Malfoy, Severus Snape y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora