Y tras todo el dolor que había sufrido en aquellas veinticuatro horas podía afirmarle a cualquiera que nada se comparaba con el que acababa de sentir al salir de aquella aula. Pero no estaba hablando de dolor físico, no... ya se había encargado él de que éste se extinguiera. Rose estaba sintiendo dolor emocional, de ese que nace en el pecho y que se extiende como una mancha, oscureciéndolo todo. Corrió y no volvió la vista atrás en ningún segundo. Jamás había subido los peldaños de aquella escalinata con tanta rapidez y precisión, casi como si aquello fuese un sueño. Abandonó las mazmorras y salió a los exteriores del castillo, buscando respirar. Todas aquellas sensaciones y emociones juntas, se le hicieron sumamente significativas y peligrosas.
Qué era lo que había experimentado ahí era todo un misterio, un misterio que la inquietaba y la asombraba a partes iguales. Rose nunca había sentido nada parecido, ni siquiera con él. No era una sorpresa (y menos para ella) que lo que llevaba años sintiendo por su profesor de pociones era sin duda alguna arriesgado e indebido, pero no había pasado de ahí, de una mera fantasía, casi como... como lo del padre de su mejor y único amigo. Claro que, lo que tenía con Lucius no era nada más allá de la simple atracción, un impulso animal que los había arrastrado a los dos al punto en el que se encontraban. Sus sentimientos por Snape, sin embargo, siempre habían sido puros, venían de otra parte, de un lugar más profundo que su corazón. Nunca se había planteado tales dudas, ella por supuesto, nunca había creído que pudiera siquiera llegar a corresponderla de manera cordial; con un trato especial o mejor que al resto. Pero ahora... ahora las cosas parecían estar... ¿cambiando?
Sonaba ridículo pensar que aquello pudiera haber llegado a suceder. Incluso para ella misma, que acababa de experimentarlo, sonaba irreal. Debo estar soñando... Debe ser un sueño, y nada más. Se decía una y otra vez mientras sus pies se dirigían sin rumbo por los terrenos del castillo.
—Esto no... no puede estar pasando...
Y se dejó caer en la orilla del embarcadero. Sus pies ahora flotaban sobre la oscuridad del Lago Negro. Aquella era una buena zona para descansar sin tener que darle explicaciones a nadie. Nadie solía frecuentar ese lugar a no ser que fuera imprescindible tomar un bote. Se sentó sobre sus piernas, cruzándolas y apoyó los codos en sus muslos, aguantando su cabeza con ambas manos. Tenía mucho en lo que pensar, demasiadas cosas por las que preocuparse en aquel momento, como descubrir por qué motivo Lucius Malfoy había hecho todo aquello. Las sospechas recaían sobre él, por supuesto. Fue quien la encontró inexplicable y casualmente en mitad de Londres, llevándola hasta su casa. Además, Lucius sabía qué era exactamente lo que le había pasado, lo que le estaba pasando y cómo remediarlo. Cerró los ojos e intentó respirar profundamente: tranquilizarse. Y a pesar de que en aquel momento sólo quisiera estar sola, algo en su interior le estaba pidiendo a gritos que Snape apareciera en cualquier momento, la levantara de allí de un impulso y la abrazara fuerte, hasta que le costara incluso respirar. Irremediablemente después de aquel extraño capricho de su mente (o de su corazón), Rose sintió que alguien la estaba mirando. Pero no desde su espalda, no, desde el fondo del lago... Abrió los ojos, topándose con aquella masa oscura, esa mezcla entre grisáceo y oscuro que caracterizaba al Lago Negro, proyectando su sombra.
—¿Pero ¿qué me pasa?
Se preguntó, sin entender por qué motivo y de manera tan repentina necesitaba tanto del contacto de su profesor de pociones. Y casi como si el lago y sus criaturas hubieran podido escuchar ese pensamiento, se hicieron oír.
—Rose... —musitó una voz que no procedía de ninguna parte, una voz que parecía estar en su cabeza.
Abrió los ojos y miró hacia todas partes, hallando la soledad más absoluta.
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Una canción de hielo y fuego | Lucius Malfoy, Severus Snape y tú
Fiksi PenggemarRose, hermana menor de los Lestrange, lleva muchísimo tiempo sintiéndose atraída por Lucius Malfoy. Ella no está dispuesta a rendirse, y a pesar de sus rechazos y vejaciones luchará por conseguir lo que quiere. Lo que ella desconoce, es que al ser d...