Las desgracias no siempre son desgracias

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-No puedes conducir así -me dijo-Debes tranquilizarte

La llamada había sido de Mercedes, mi padre estaba en el hospital por un accidente de auto, parecía grave y debía ir de inmediato.

-Debo verlo, quizá pueda sanarlo, pero debe ser rápido no puedo revivir a nadie

-Te llevare, vamos

Tomo mi auto y condujo hasta el hospital, mi mamá estaba ahí y corrió hacia mí al verme. Mi papá estaba en la sala de operaciones, tenía varios huesos rotos y una contusión en la cabeza. Tenía que verlo, tal vez podría ayudarlo y sanarlo, pero no estaba segura, no me sentía con mucha fuerza pero quería probar. No me dejaron entrar por muchas razones, y claro yo no podía contarles sobre mis dones y de cómo podía ayudarlo. Salí molesta de ahí, ya había olvidado que Cedric estaba ahí, el me siguió hasta afuera.

-Quisiera tener el don de controlar las emociones y ponerte en calma total

-Debo verlo, yo puedo ayudar

-Alice...

-Quizá no del todo pero algo puedo hacer, cielos de que sirve este poder que tengo si no lo puedo usar

-Alice...

-Lo amo es mi padre al diablo con todo no reconozco a nadie más que no sea el -comencé a llorar desesperadamente- Estúpido doctor

-¡Alice! -me grito con rudeza

-Si a él le pasa algo no me lo voy a perdonar -me desplome en las escaleras que daban a la estrada- Debo verlo

Se sentó a mi lado y me miró, yo solo podía sentir su mirada por qué no lo veía, mi ojos estaban hacia el cielo mirando la luna menguante, un sentimiento de nostalgia me atravesó, no sabía porque pero me hizo llorar mas. Hacía mucho frío y pronto comencé a ponerme helada, no solía molestarme el frío intenso en mi piel. Cedric tocó mi brazo y me estremeció.

-Estas muy helada

-No importa

Se quitó su chaqueta de cuero negro y me la puso, quedando a descubierto sus brazos, su brazo derecho estaba ocupado por su pulsera, pero eso no llamo mi atención, en su brazo izquierdo había una gran cicatriz que iniciaba en la parte superior de su muñeca y llegaba hasta la altura de si codo. Sin preguntar tome su brazo con una mano y con la otra libre recorrí con mi dedo la gran cicatriz. Lo hizo estremecer.

-No vayas a sanarla -me dijo rápidamente

-Yo no iba...¿Qué fue lo que te pasó?

No me respondió.

-¿No debí preguntar?

-No es eso...no es sólo

-Está bien -dije- No tienes que decirme

Se levantó de mi lado y camino un poco, luego volvió a mí y me sonrió.

-No soy muy fuerte...pase cosas horribles los últimos año, estaba cansado -No me gustaba a donde iba esto- Solo quería escapar para siempre

-¿Qué hiciste?

- En mi antigua escuela era alguien como tú, no tenía amigos y no me gustaba hablar con nadie, a diferencia de ti no siempre fue así y los que solían ser mis amigos me molestaban todo el tiempo, llegue a un punto donde no lo soporte además de todos los cambios que esta viendo

-Es una marca de guerra -suspire- Una guerra que ganaste

-No la gane, la ganaron por mi

-¿Puedo saber cuando fue esto?

Rayo de luna ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora