CAPÍTULO 2: Cómo ganarse a un Halliwell

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La historia de los dos hermanos había conmovido a Christopher. Un niño no debe crecer sin padres.  Además, con dieciséis años, con cinco o con veinticuatro, todo el mundo necesita saber que alguien le quiere y cuida de él. Alguien a quien llamar "familia". En dos años esos niños se verían legalmente desvinculados del Estado que malamente les había hecho de padre y tendrían que buscarse la vida. Sin disfrutar de su juventud, al igual que seguramente no habían disfrutado de su niñez. Pensó por un momento qué pasaría si a él le sucedía algo malo, y por algún motivo ninguno de sus familiares o amigos se podían hacer cargo de Leo. ¿Y si acaba en un centro como aquel, sin nadie que le cuidara? La perspectiva era tan horrible que no pudo soportarla.

Le hubiera gustado seguir interrogando a la recepcionista sobre los gemelos, pero en aquel momento hizo su aparición el director. Era un hombre mayor, serio, y trajeado, y Chris recordó de pronto que al final no se había cambiado de ropa. Iba vestido con unos vaqueros y una camiseta gris, aunque por suerte esta no estaba sucia. De hecho, quizá fuera mejor así: nada de actuaciones. Esa era la ropa informal que solía usar. Ese era él. No iba a ser de esos padres que fingían ser perfectos de cara al hombre que tenía que decidir si les daba un hijo en adopción. La perfección no existe.

- Señor Haliwell, buenos días – saludó el hombre cordialmente, y estiró la mano. Chris se la estrechó y recordó el nombre del director.

- Buenos días, señor Wright.

- ¿Ha tenido ocasión de ver el centro?

- Me temo que no. Tan solo he hablado con usted por teléfono.

- Bien, pues acompáñeme.

Y así empezaron a recorrer aquel lugar. El director le enseñó las clases, que estaban vacías puesto que era sábado, y algunas de las habitaciones. Después, salieron al patio. Durante todo el camino hablaron más bien de cosas superficiales. Sobre la infraestructura del lugar, casi como si fuera a llevar a su hijo allí, en vez de a sacar a un niño. Pero en el patio vio de nuevo al chico de los rizos. Fue impactante verle al lado de otro chico que era exactamente igual. Bueno, igual del todo no. Uno de ellos (y Chris supo que se trataba de Peter, el que aun no conocía, pues recordaba perfectamente a Nick) vestía de forma casi idéntica al propio Chris, mientras que el otro tenía la ropa arrugada y algo desaliñada, y llevaba los pantalones de forma que permitía ver sus calzoncillos. Modas. Chris también había pasado por eso. En ese momento interrumpió al señor Wright con lo que sea que estuviera diciendo y preguntó:

- Esos chicos, Nick y Peter... ¿son los únicos de su edad?

Chris se había fijado en que el resto eran radicalmente más pequeños.

- Sí, se sacan seis años con el más mayor después que ellos. ¿Les conoce?

- En realidad no. Vi a Nick intentando escaparse, y la señorita de la recepción me habló sobre ellos.

- Nick lo hace a menudo. No le gusta estar aquí. No le gustan las normas. No le gusta casi nada, a decir verdad. Es un chico muy... peculiar.

- Ha crecido sin una familia. Es normal – dijo Chris, que por alguna razón había sentido el impulso de defenderlo.

- Cierto. Pero es un desagradecido.

- Es un adolescente. Un niño. Tal como él lo ve no tiene mucho que agradecer: está solo.

El señor Wright le miró con incomodidad. No parecía gustarle el rumbo de la conversación.

- Será mejor que vayamos a mi despacho, para tratar el asunto de su adopción. Hay un recién nacido que...

- No será necesario – cortó Christopher. - He cambiado de opinión.

- ¿Ya no quiere adoptar? – preguntó el director, algo asombrado, pero Chris le dejó con la palabra en la boca y cruzó el patio en dirección a los dos muchachos. Estaban sentados en un banco, hablando. Una vez estuvo ante ellos, se quedó de pie como un tonto. 

Formando una familia [FANFIC DE EMBRUJADAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora