Los sueños de Chris siempre habían sido muy realistas. A veces orbitaba cosas dormido, cuando se creía en peligro. Y de niños, él y Wyatt podían dormirse en la cama y amanecer en el salón. Hacía mucho que no tenía pesadillas con demonios, ni brujos ni nada de eso: sus pesadillas solían tener que ver con el fallecimiento de su mujer. Sin embargo aquella noche soñó que estaba en el inframundo, de una forma que parecía que en verdad estuviera. Hacía tiempo que no hacía eso, que no iba a ese lugar, pero no había necesidad: aquel mundo era bastante tranquilo, estando en él las Embrujadas, el Dos Veces Bendito (Wyatt), y el hermano del dos veces bendito, que tampoco era ningún inútil. Pocos demonios se atrevían a salir de sus escondites.
En su sueño, él era más joven. Quizá tendría veinte años, veintidós como mucho, y cada vez que lanzaba una poción un demonio estallaba en llamas. No empezó siendo una pesadilla; más bien era un sueño fruto de su añoranza por sentir la adrenalina. Incluso le gustaba, y le daba una pequeña (y agradable) sensación de poder. Pero luego supo, con ese conocimiento omnisciente que solo se tiene en el mundo onírico, que no estaba solo. Y les oyó.
- ¡Papá!
Tres voces juntas, que lo llamaban. Chris, el Chris del sueño, corrió por toda una cueva subterránea buscando a sus hijos. Las bolas de fuego de los demonios contra los que luchaba le pasaron rozando. Una le dio en el hombro, pero él no se detuvo. Tenía que encontrar a sus hijos.
En ese momento despertó. El hombro le dolía de verdad, pero eso era porque se había caído de la cama. Se levantó del suelo y miró el reloj: las 10.30.
"¿Las 10.30? ¡El colegio! ¡Llegan tarde!"
Entonces recordó que era sábado, y se sintió tonto. Sábado. Sábado 16 de Noviembre. Hacía dos meses y dos semanas que tenía a sus chicos. Y además era el día de su cumpleaños. Cumplía treinta y tres, y se sintió viejo, pese a saber que en realidad aun se podía considerar joven.
Se puso unos vaqueros y una camiseta, y bajó a hacer el desayuno. Sin embargo, cuando entró en la cocina, el desayuno le estaba esperando en la mesa.
- ¡Sorpresa! – dijeron tres voces a una. Sus hijos salieron de debajo de la mesa. Chris aun estaba medio dormido, pero creía estar sonriendo.
- Todo lo que sea comestible lo ha hecho Nick. Si algo te envenena entonces es que lo he hecho yo – dijo Peter, con una sonrisa. – Pero la idea del regalo fue mía.
¿Regalo? ¿Qué regalo? Chris vio entonces un paquete del tamaño de un libro en su silla, al lado de otro paquete de forma irregular.
- ¡Y ese otro es mío! – señaló Leo. – A mí no me han dejado cocinar.
Chris se limitaba a parpadear. No se esperaba aquello, en absoluto. Sobre la mesa había huevos revueltos, panceta, tortitas, cereales y fresas con nata. Además de leche, zumo, galletas y pan. Galletas caseras, para más aclaración. ¿Aquello era el desayuno o la comida? Tal vez era el desayuno, la comida y la cena todo junto, porque no iban a comerse todo aquello ni aunque cada uno comiera por tres personas.
- El tío Wyatt y su familia van a venir – explicó Nick, como si le hubiera leído el pensamiento. – Le dije que mejor viniera a la comida, que para venir a desayunar tendría que madrugar, pero dijo que llegaría en un momento.
"Claro, como que va a orbitar" pensó Chris, lamentando como siempre no poder compartir ese aspecto de su vida con los gemelos. Las distancias no eran un problema cuando podían teletransportarse.
- Bueno, ¿no vas a decir nada? – preguntó Peter, poniendo una mueca.
- Gracias – dijo Chris, aun impresionado y poco hablador. Estaba realmente sorprendido.
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Formando una familia [FANFIC DE EMBRUJADAS]
FantastikChristopher Halliwell , el hijo mediano de Piper Halliwell, intenta superar la muerte de su esposa y llevar una vida normal con su hijo Leo. Todo empieza a cambiar cuando decide ser padre por segunda vez y las cosas no salen exactamente como lo habí...