6. La acusación

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Con el paso del tiempo las copas de los árboles dejaron de pintar un café y tranquilo paisaje para dar paso a un infestado suelo blanco que obligaba a los estudiantes de Hogwarts a cubrirse con cualquier prenda apta para el clima que tenían. A pesar del frío que el invierno traía, los alumnos de tercero en adelante tuvieron una salida más al pequeño pueblo de Hogsmeade con más emoción debido a la cercanía de las fiestas navideñas que estaban a un par de semanas; había otra salida programada, pero aquella era mejor para comprar regalos y demás cosas que utilizarían.

A Harry en particular no le agradaba mucho ese día debido a que era otro fin de semana en el que tendría que quedarse solo mientras todos sus amigos salían a divertirse, comenzaba a hartarse de ello, no era justo que no tuviera permitido salir solo porque su tío era alguien desagradable, además, la única persona con la que había hallado compañía era Isabelle, pero la había estado evitando aún cuando no quería hacerlo. Harry creía que era porque estaba dejándose llevar por lo que la entera escuela decía y comenzaba a sentirse mal por ello. Quería disculparse, pero de nuevo no la hallaba, había estado ausente cada tiempo libre que sabía que tenía y de acuerdo con sus compañeras de habitación no la habían visto en todo el día, comenzaba a preocuparse, pero aquello pasó a segundo plano cuando los gemelos Weasley aparecieron junto a él.

—¡Oh, Harry! Pobre y desamparado, Harry —cantó Fred— estás tan solo que nos das pena.

—Pero nos da más pena tener que entregarte esto —completó George entregándole un pergamino, era tan viejo que Harry dudaba que pudiera utilizarlo siquiera para sus tareas.

—¿Qué es esta basura? —los gemelos rieron ante su comentario— ¿Qué?

—Esta basura —señaló el pergamino— es el secreto de nuestro éxito.

Harry creyó que era una broma, pero nunca había visto el rostro travieso de los gemelos tan serio. Fred hizo una señal a George y este sacó su varita apuntando al pergamino.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Ante la mirada estupefacta de Harry, el sucio pergamino comenzó a transformarse; donde antes habían manchas y arrugas, se formaron con tinta renaciente unos dibujos extraños y unas palabras que nombraban al viejo pergamino como el Mapa del merodeador.

—Los señores Lunático, colagusano, Canuto y cornamenta... —leyó Harry.

—Les debemos mucho.

—Esperen, esto es Hogwarts... —siguió observando— y ese es... no. ¿De verdad es...?

—Dumbledore —completó Fred asintiendo— en su estudio, paseando.

—Lo hace mucho —añadió George.

—Entonces este mapa muestra...

—A todos —asintió Fred de nuevo— el lugar en donde están, lo que están haciendo...

—A cada minuto de cada día.

—Ahora escucha, Harry —impidió Fred que siguiera formulando las preguntas que comenzaban a formarse en su cabeza— Hogwarts tiene siete pasadizos secretos.

—Te recomendamos este —hablaron los gemelos al mismo tiempo y George tomó la palabra— el de la bruja tuerta, va directo a Honeydukes. Será mejor que te des prisa.

—Oh y recuerda, cuando acabes, toca el mapa con la varita y di "travesura realizada" si no, cualquiera podría leerlo.

[•••]

Salir de Honeydukes fue lo más complicado y es que Harry no podía creerse lo fácil que había sido dejar Hogwarts sin que nadie se diera cuenta, el mapa era un tesoro que junto con la capa de invisibilidad le sería de mucha ayuda, ahora podría estar con Ron y Hermione el resto de las salidas del curso. Caminando con cuidado de no ser descubierto, Harry por fin pudo salir de la tienda de dulces y probar el aire fresco de la libertad, no es que en Hogwarts se sintiera prisionero, pero estar privado de las salidas al pueblo de Hogsmeade no era de su agrado.

Harry tiene una hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora