24. Peleas extrañas y el peligro

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Decir que todo siguió su curso normal a pesar de lo sucedido las últimas semanas, sería una gran mentira. Isabelle sabía que nada seguiría igual después de confesar las visiones que tuvo sobre el mago tenebroso que estaba a punto de declararles la guerra, eso sin mencionar que fue seguido de unos terribles dolores de cabeza que la habían hecho parar a la enfermería. Por su puesto que la joven pelirroja se dio a la tarea de calmar los nervios de todos, especialmente cuando Tonks se presentó en el castillo para advertirle de la amenaza de Sirius sobre salir de su confinamiento y llevarla con él (aquello no sucedió dado que lo habían logrado tranquilizar e Isabelle le envió una gran cantidad de cartas afirmando que estaba bien), pero nadie parecía escucharla y su esfuerzo por ver el lado positivo de las cosas no tuvo resultado incluso fue peor cuando todos a su alrededor llegaron a la conclusión de que nadie debería dejarla sola por ningún motivo, en ningún momento del día.

Harry por su puesto, no se separó de su lado sin importar cuanto le repetía a cada segundo que se encontraba bien y que su compañía no era necesaria, pero él parecía ignorarla para poder permanecer como su sombra en cada rincón del castillo. Incluso si no era Harry quien estuviera a su lado le pedía a cada uno de sus amigos que estuvieran con ella y eso, a pesar de comprender y apreciar el gesto, la agobiaba tanto que por momentos llegaba a extrañar la soledad en la que vivió durante su primer año.

—¿Qué clase tienes primero? —preguntó Harry mientras revisaba algo dentro de la mochila y apresuraba el paso para estar a su altura.

—Desayuno —respondió y Harry sonrió divertido— ¡apúrate! Ron se levantó temprano porque hoy es día de comida muggle y estoy segura de que se va a comer todo el tocino.

—Demonios —musitó y deteniéndose de repente— me olvidé del libro de pociones, espérame aquí.

—Sabes que no voy a hacerlo —canturreó ella y soltó un resoplido ante la mirada de Harry— ¡ve a buscarlo! No va a pasarme nada en los cinco minutos que no estés a mi lado.

Harry pareció pensarlo hasta que dio la media vuelta y regresó corriendo a su sala común haciendo sentir a Isabelle, por fin, un poco de libertad.

Siguió su camino con la inconfundible sonrisa que había dejado de vestir durante varios días y se imaginaba el jugoso tocino que tendría frente a ella en solo segundos, pero algo la distrajo de su firme caminata a su destino y era que Draco, con el semblante enojado de siempre, se apoyaba en una de las columnas a dos pasillos de la entrada al gran comedor esperando por alguien. Ella sonrió y decidió que si Ron no le dejaba un poco de tocino se las vería con ella, de todas formas a inicios del año habían hecho el trato de guardar comida para el otro por si uno de ellos llegaba tarde y solo entonces, se dirigió a su amigo de slytherin.

Al verla acercarse pareció sorprendido, pero aquella facción de sus emociones pronto desapareció para volver a su semblante serio y devolvió la vista al frente para ya no ver a la joven pelirroja que se le acercaba, aquello le había hecho fruncir el ceño, aunque ya se había esperado un comportamiento parecido de su parte; no había podido estar con él desde su último encuentro en el que prácticamente lo había dejado plantado a media conversación.

—Se que estás molesto —dijo poniéndose frente a él.

Draco era más alto que ella y eso le hacía fácil poder mantener la vista por encima de su cabeza, incluso cuando la chica saltaba con tal de llamar su atención.  

—Esa actitud no va a llevarte a ninguna parte —volvió a hablar mientras el enojo comenzaba a crecer en su pequeño ser.

—¿Y qué quieres haga? —respondió Draco arrastrando las palabras mientras el fuego se podía sentir con cada una de ellas— Cada vez que intento hablar contigo me ignoras.

Harry tiene una hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora