26. El sueño

635 70 4
                                    


El tiempo no perdonaba a la comunidad mágica y a la realidad que con cada día se estaban enfrentando, pues a pesar del miedo y la ignorancia ante lo que ocurría en aquel período efímero de paz, los días seguían transcurriendo con una extraña normalidad. Las desapariciones fueron incrementando y los ataques a pequeñas comunidades se daban cada vez más seguidos, por supuesto que el ministerio responsabilizaba de estas terribles acciones a nadie más que a Sirius Black ante la molestia e indignación de los Weasley, los Potter y el acusado mismo.

A pesar de estar protegidos por las mágicas distracciones del castillo, todos en el Ejército de Dumbledore estaban al tanto de lo que ocurría en los exteriores gracias a la radio que tenían en la sala de menesteres y que escuchaban antes de ponerse a practicar. Era un hábito que el trío de oro había tomado después de su plática con Sirius.

La mayoría de los miembros de E.D estaba preparándose para iniciar mientras los fundadores del grupo terminaban de escuchar las noticias cuando el corazón de todos se aceleró al notar que la puerta de entrada a la sala se estaba abriendo.

—Lo siento —susurró Isabelle al ver el estado en el que había metido a los miembros después de su entrada por haber llegado tarde— debemos ser más cuidadosos al salir, vi a Filch merodeando muy cerca.

Todos suspiraron de alivio al mismo tiempo que asintieron a la advertencia de la pelirroja y regresaron a sus actividades a la par que Isabelle se dirigía hacia su hermano.

—¿Por qué tardaste tanto?

—¿Quieres la verdad o la excusa? —preguntó con una pequeña sonrisa.

—Solo empecemos —respondió con la misma expresión, feliz de que su relación se hubiera arreglado y ambos actuaban como si el incidente de Draco Malfoy no hubiese pasado.

Lo cierto era que Isabelle había tenido otra de esas curiosas visiones, pero prefirió no decirle a Harry porque aquello solo sería un peso más ante todos los problemas que su pobre hermano estaba cargando, lo único bueno que había salido de eso era que esta vez no hubo ningún dolor de cabeza y eso era algo que agradecía. La clase continuó sin apuros, Neville de nuevo perdió la varita y un chico de segundo año incendió el árbol de navidad que adornaba la sala; Cho Chang hizo que otro niño con el cual practicaba el hechizo levicorpus se cayera al distraerse con el poco convencional tacto de Harry e Isabelle no pudo evitar notar las miradas que ambos intercambiaron, así como la mirada que Ginny Weasley puso ante ello.

Harry se despidió de todos diciendo que esa sería la última clase antes de las vacaciones de invierno y las quejas no tardaron en llegar, era de esperarse, pues aquellas semanas fueron las más divertidas y productivas de todos los presentes. Después de ello, uno a uno fueron saliendo de la sala como siempre acostumbraban hasta que solo quedaron unos cuantos dentro esperando por su turno.

—Fue una buena clase —dijo Isabelle caminando hacia la salida y vio con diversión a Colin adolorido a su lado.

—Eso lo dices porque a ti no te lanzaron más de cinco veces contra la pared.

—Deberías mejorar esos reflejos —sonrió y volteó hacia Harry— me voy a la biblioteca con Colin, ¿nos vemos a la hora de la cena?

Su pregunta no recibió respuesta y ella con un suspiro cansado intercambió una mirada con los gemelos Weasley que habían notado la escena con gracia, Harry se veía bastante ocupado en observar a Cho Chang, por lo que Isabelle prefirió dejar el asunto ahí y salir del lugar cuanto antes.

A pesar de los entrenamientos de defensa, esos no la libraban de las interminables tareas que Umbridge les dejaba sin piedad y con la actitud que Isabelle siempre tenía con cualquier cosa relacionada a la insufrible profesora, ella y Colin se encontraban en la biblioteca cada uno con una montaña de libros frente a ellos. Aunque fuera de lo que se dejaba ver, estaban haciendo de todo, menos su tarea.

Harry tiene una hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora