27. Artes extrañas

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Ambos estaban sentados frente a la chimenea con una manta sobre sus hombros y la mirada perdida en el fuego ardiente mientras a su alrededor el caos de los Weasley se llevaba a cabo. Isabelle fue la primera que levantó la vista y la dirigió hacia Harry quien seguía absorto a lo que pasaba a su alrededor; se quedaron así un buen rato hasta que el profesor Dumbledore entró y se postró frente a ellos con una mirada preocupada, pero en busca de respuestas.

—Necesito que me digan qué fue lo que pasó.

Tanto Harry como Isabelle se quedaron callados, ninguno tenía idea de lo que había pasado y no tenían palabras para explicar el cómo pudieron presenciar a través de sus sueños el ataque al señor Weasley.

—Empezó como un sueño —susurró Isabelle y levantó la mirada hacia él—usted sabía que no es la primera vez que pasa, yo creía que solo podía ver a través de Harry, pero esto fue diferente.

—¿Qué ocurrió en el sueño?

—Parecía que veía a través de mí, era un lugar extraño y oscuro. Tenía muchas puertas y parecía que seguía al señor Weasley por detrás. Él entró a una de las puertas y ahí habían muchos estantes —se paró a recordar— todos estaban llenos de...

—Esferas de cristal —completó Harry en un susurro y ella volteó a verlo antes de asentir a sus palabras.

—Sí —dijo extrañada mientras en su cabeza comenzaba a atar los cabos sueltos que se habían esparcido desde el momento en el que vio a Harry bajar las escaleras con Ron.

—Bien —dijo el profesor— esto es aún más peligroso de lo que creíamos. Ustedes dos van a tener que ir con el profesor Snape, no hay tiempo que perder.

—¿Qué hay del señor Weasley? —se apresuró a preguntar Isabelle al ver a los hermanos pelirrojos bastante afectados.

—Ya hemos enviado a alguien por él y en cuanto sea ingresado a San Mungo, sus hijos podrán ir a verlo.

Isabelle asintió antes de seguir con su camino detrás de Harry que también seguía a la profesora Mcgonagall mientras los guiaba al despacho de Snape en las mazmorras. Ella no apartaba sus ojos de Harry y él podía sentir la intensa mirada que su hermana le enviaba a sus espaldas, sabía que tenía muchas preguntas que estaría obligado a responder y pensó en el inminente enfado que eso conllevaría por parte de la pelirroja.

Cuando estuvieron frente a la puerta del despacho, la profesora Mcgonagall no desperdició ningún segundo cuando comenzó a tocar la madera con urgencia y fue entonces que el profesor Snape se paró frente a ellos confundido, pero sin perder el rostro serio que lo caracterizaba.

—Ha pasado algo, Snape —explicó con rapidez la profesora— no podemos esperar más, de lo contrario, estaremos todos en peligro.

El nombrado asintió como si fuese algo que se esperaba y después de una rápida mirada a Harry e Isabelle, se hizo a un lado para que ambos pasaran. Con la misma prisa, hizo aparecer dos sillas después de tomar su varita y voltear a los dos una vez más.

—Como le he explicado antes —dijo a Isabelle— la mente del Señor tenebroso y la suya están conectadas, que bien saber, aunque tarde, que esto también incluye la del señor Potter.

—¿Pero eso qué quiere decir? —preguntó la chica ignorando el hecho de que ella tampoco sabía el caso de Harry.

—Significa que el señor tenebroso puede ver y escuchar a través de los ojos de ambos —respondió— todavía no sabemos si él está consciente de esta conexión, por el bien de todos, recemos porque eso no sea así.

—¿Y si es así? —preguntó Harry— ¿podrá leer nuestra mente?

—Leerla, controlarla, transtornarla —su voz profunda hacia que todo el ambiente se infestara de tensión— en el pasado, el señor tenebroso hallaba deleite en manipular la mente de sus víctimas creando visiones para torturarlos y volverlos locos hasta que ellos mismo le rogaban su propia muerte.

Harry tiene una hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora