23. Licantropía

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La profundidad del bosque ubicado cerca del pequeño pueblo de Turenne no era tan espeluznante como lo sería de noche.

Carina y Remus se habían obligado a madrugar debido a las fechas en las que se encontraron haciendo las obligatorias expediciones como parte de las tareas que Albus Dumbledore les había encargado. No tenían mucho de qué quejarse, los colores de la mañana iluminaban de una manera preciosa el verde predominante en el paisaje y el sonido de los animales conviviendo en su hábitat solo les hacía apreciar la belleza del mundo que aún se libraba de una oscuridad que sabían era inminente.

Su caminata silenciosa solo estaba acompañada por el sonido de sus pisadas al crujir las ramas y las hojas que caían al suelo de tierra sin un patrón específico a la par que veían por todos los ángulos posibles cada tanto por si algo anormal pasaba. Carina tenía la mirada perdida, pensaba en las personas que había dejado detrás con asuntos pendientes, ella misma se había ofrecido a ir a esa expedición, pero aquello no la libraba de la preocupación sobre el estado emocional de su familia.

—¿Crees que esté bien? —preguntó Carina al aire mientras seguía caminando— me refiero a Sirius, se veía muy mal cuando partimos.

—Lo estará sobrellevando —suspiró Remus— nos queda esperar que no haga alguna tontería mientras estamos ausentes.

—Estamos hablando de Sirius —volteó a verlo por un segundo— por supuesto que hará una tontería.

Remus suspiró estando de acuerdo y los dos se dispusieron a caminar embriagados en un nuevo silencio. No sabrían si catalogar aquel como incómodo, lo cierto era que ambos utilizaban ese viaje para reflexionar sobre los distintos aspectos que en ese momento resaltaban en sus vidas y no se habían puesto a pensar que tal vez ese viaje que ambos realizaban juntos podría servir como un escenario en el que terminarían de discutir sobre temas que ambos habían enterrado en el pasado.

—Hablando de los Black —volvió a tomar palabra Remus— ¿tú cómo estás? Hablando, por supuesto, de lo que sucedió poco antes de que marchemos, acerca de una pequeña pelirroja.

Carina aminoró el paso para que en pocos segundos Remus estuviera a su altura y un pequeño intercambio de miradas junto con un suspiro de parte de la mujer fue una respuesta muy acertada a los sentimientos que en el interior de Carina se expresaban.

—Lo estoy sobrellevando —contestó con un intento de sonrisa viendo el paralelismo en la conversación.

Remus metió las manos a los bolsillos de su pantalón, hacía eso cuando estaba nervioso, lo cual sucedía la mayoría de tiempo y continuó el paso con la mirada baja aunque con los sentidos alerta por si algo pasaba a su alrededor, algo que podría ponerlos en el peligro, o más importante, ponerla a ella en peligro.

—Entiendo su frustración —habló de nuevo Carina— honestamente, yo no habría reaccionando de distinta manera —asintió con el ceño fruncido imaginando dicho escenario— pero esa no era la forma en la que debía enterarse. 

—Solo necesita tiempo.

—Es algo que me sigo repitiendo todos los días —asintió Carina— pero tiempo es todo lo que tengo contra esto y aun así, nos lo están quitando.

Volvieron a quedar en silencio, Remus se culpaba por eso, no era un hombre de muchas palabras ya que mantenía la mayoría de ellas para sí mismo seguras dentro de su mente en donde nadie juzgaría lo que saliera de entre sus labios, pero algo le decía que no debía quedarse callado en ese momento, tal vez era el gesto melancólico de la mujer a su lado o su espontánea necesidad de hacerla sentir mejor. Pero antes de que pudiera pensar en una mejor manera de continuar aquel diálogo, fue ella quien se volvió a adelantar.

Harry tiene una hermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora