—¿Quisieras que te arrope, Stuart? —Preguntó Murdoc, recargado en la puerta de la habitación del peliazul, y con una leve risita en sus labios.
Stuart se sonrojó ligeramente, pues no sabía que Murdoc lo estaba observando. Trató de acomodarse la camisa de su pijama, y negó con la cabeza.
—¡N-no te preocupes! No tienes que ayudarme en todo, Murdoc... Puedo ocuparme de mi ropa solo. ¡Ahora, no me mires, por favor!
—Je, de acuerdo. —Dijo Murdoc, y aunque sabía que Stuart nunca se daría cuenta si en realidad lo hacía, se dio la vuelta para no verlo al cambiarse.
La cena había concluido hace media hora, el día también. Ambos debían prepararse para dormir, y Stuart ya estaba en ello. Aún si no había sido el mejor día, Stuart se sentía feliz de haber tenido a Murdoc a su lado para cuidarle.
Sólo por eso estaba dispuesto a pasar más días con él, no importaba si eran monótonos; seguramente se sentirían mejor que los días solitarios.Una vez que Stuart pudo colocarse la camisa, pasó sus manos por la tela para comprobar que estaba todo en su lugar, y alzó la voz alegremente, y listo para dormir.
—¡Listo, puedes mirar!
—Muy bien, me alegra que pudieras lograrlo —Dijo Murdoc, y después de girarse a verlo, se acercó a él, y apoyó su mano en su hombro para que notara su presencia. Después, preguntó—: ¿Puedes ponerte la cobija tú solo?
Ante la pregunta, Stuart fingió ofenderse, y con ayuda de sus manos, encontró su colchón y se sentó en la orilla de éste. Con sus labios formando una especie de puchero, dijo—: No es tan difícil hacerlo, Murdoc. Soy ciego, no estúpido.
—¡Hey, no quise decir eso! —Exclamó Murdoc, un tanto preocupado por que reaccionara de la misma manera en la que había hecho anteriormente—. ¡Sólo te ofrecía mi ayuda!
—Je, je, sólo jugaba... —Dijo Stuart, y con un poco de esfuerzo se acostó en su cama, y se cubrió hasta la barbilla con su cobija—. Tranquilo, por las noches no es necesario que me cuides. Puedes descansar de mí si quieres.
Murdoc sonrió con alivio, y se enterneció por ese pequeño sacrifio que Stuart hacía por él. Aún si Stuart no quería que le ayudara, Murdoc acomodó un poco su cobija, a fin de que estuviera cómodo.
—Bien, "niño grande", yo estaré durmiendo en la sala. Si necesitas algo, sólo alza la voz y yo iré... No tengo el sueño tan pesado como para no oírte. —Dijo Murdoc, y le apartó unos cuantos cabellos de los párpados.
—Está bien. Gracias —dijo Stuart con un bostezo, y antes de girarse para dormir mejor, añadió—: Descansa, Murdoc... Hasta mañana.
—Hasta mañana, Stuart... Buenas noches. —Susurró el azabache. Después, salió de la habitación para dejar a Stuart dormir solo, y dejó la puerta entreabierta.
«Por si acaso», pensó.Miró entonces al sofá de la sala, donde dormiría, y soltó un suspiro de resignación.
No tenía tanto sueño como para ir allá.
Más bien... Necesitaba pensar.👓
—¿Murdoc? ¿Qué haces despierto tan tarde? —Preguntó Ace, desde el otro lado de la línea telefónica, y con un amodorrado tono de voz.
—Sabes que soy un insomne sin remedio, Ace —respondió Murdoc—. Además... Este asunto me tiene sin dormir.
Y no mentía. Stuart se había quedado dormido hace cosa de una hora, y Murdoc no había podido descansar en todo ese tienes. Tenía un embrollo en su interior, y necesitaba liberarlo con alguien.
Sólo por eso, Ace adivinó de qué se trataba la llamada.
Quería apoyo emocional.—Ya veo... —Dijo Ace, y un nuevo bostezo apareció—. Agh, bueno, sácalo antes de que vuelva a quedarme dormido... ¿Qué pasa con Stuart?
Por instinto, Murdoc se giró para mirar la casa de Stuart, comprobando que él no estuviera levantado. Aún si estaba afuera de la misma, sentía un poco de nervios sobre hablar del tema.
En un segundo, exhaló calmadamente, y volvió al teléfono.—No creo poder hacerlo, Ace. Cuidar a Stuart es demasiado difícil para mí —confesó Murdoc, y se rascó la nuca mientras hablaba—. Mira, no es por el hecho de que sea ciego; sino que es emocionalmente inestable... Ambos lo somos. ¡Se autodesprecia por su condición, y eso me hace sentir mal al saber que yo soy el culpable! No sé qué hacer con esto, Ace...
—Ja, es el castigo por tus pecados, viejo... —Dijo Ace, en un tono burlón. Antes de que Murdoc pudiera reclamarle algo, añadió—: Lo siento, pero esa es la verdad. Si te pudiste salvar de la cárcel, es porque merecías algo peor que eso... Un castigo adecuado por destrozar a ese joven, es que ese joven te destroce a ti.
En un silencio abrumador, Murdoc se dio cuenta de que Ace tenía toda la razón: Era un castigo bastante justo.
Justo, y duro.
¿Cómo iba a soportarlo, si apenas había pasado un día y Murdoc ya tenía ganas de arrojarse de un puente por ser tan hijo de puta?
Tenía que haber una solución a eso, algo que lo salvara de volverse loco de tristeza...—Lo que siembras, has de cosechar... —Mencionó Ace, al notar que Murdoc había callado—. Se le llama "karma", y me sorprende que un carro no te haya chocado aún.
—Cállate, Ace. No digas tonterías —dijo Murdoc, y como si un foco se hubiera iluminado en su cabeza, murmuró—: Aunque... ¡Eso es justo lo que necesito!
—¿Eh? ¿De qué hablas?
—¡Yo traté a Stuart mal, y por eso él me trata mal a su manera! —Exclamó Murdoc, como si tuviera la más grande respuesta del Universo—. Pero si empiezo a tratar a Stuart bien, a hacer pequeñas acciones por él... ¡Ya no voy a sentirme mal! Y cumpliría con mi trabajo de cuidarlo, ¡así que es una buena idea!
—Uh, veo que estás dispuesto a hacerlo... —Dijo Ace, y revisando la hora, soltó un tercer bostezo—. Bien, pues tienes una larga noche para pensar en tus buenas acciones... ¡Piensa bien lo que vayas a hacer, al rato no te quiero ver de enamorado con Stuart!
—¡Ugh! ¿Cómo se te puede ocurrir eso? —Soltó Murdoc, riendo un poco—. Sólo serán acciones para disculparme con él, no para enamorarlo... Creo que ya tengo algo en mente, así que mejor te dejo dormir y desarrollo mi plan. En fin, gracias por escucharme, Ace. Buenas noches, idiota.
—Buenas noches, imbécil. ¡La próxima vez sólo despiértame para cosas realmente importantes! —Exclamó Ace, y colgó.
Murdoc soltó una risita por la acción de su amigo, y también colgó el teléfono.
Tenía razón: Tenía una larga noche para pensar en buenas acciones para Stuart, así que era mejor ponerse manos a la obra.Así que Murdoc entró a la casa de nuevo, y cerró la puerta mientras sonreía y repasaba en su mente algunas de las cosas que conocía de Stuart, para así saber qué hacer por él.
Por ambos, en realidad.Murdoc aún seguía siendo un poco egoísta; pero seguro se le quita con ayuda de Stuart... El ciego que le abrió los ojos a la empatía.
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2Doc AU : Blinded
FanfictionUn inesperado accidente automovilístico deja al joven Stuart Pot ciego. Murdoc Niccals ha sido condenado a cuidar de él como parte de su servicio comunitario. ¿El amor realmente es ciego?