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—Lo veo, y no lo creo... —Musitó Ace para sí mismo, en cuanto divisó a Murdoc entrando en la cafetería, junto a un chico peliazul... Aquel del que le había hablado.

Con una sonrisa ladina, Ace no dudó en aprovechar aquel momento para molestar a su amigo en cuanto éste se acercara a la mesa.
No tenía intención de molestar al ciego... Pero quería divertirse.

Justo como supuso, Murdoc llegó junto al joven a la mesa de Ace, y le ayudó a sentarse con cuidado, como todo un caballero.
A continuación, le dirigió una mirada sonriente a Ace, y apoyó su mano en el hombro de Stuart con confianza.

—Stuart, hoy comeremos con mi amigo Ace, si no te molesta.

—Para nada, no me molesta en absoluto. —Dijo Stuart, y sintió cómo Murdoc le tomaba el brazo para estirarlo hacia alguien.

—Ace, éste es Stuart —dijo Murdoc, y le indicó que tomara la mano de Stuart—. Tengo que cuidar de él, así que es un amigo temporal.

—Qué bien. Es un gusto conocerte, Stuart —dijo Ace, tomando la mano de Stuart y dirigiéndole a Murdoc una mirada burlona—. ¡Seguro Murdoc te cuidará muy bien!

—¡Gracias! También es un gusto conocerte, Ace. —Respondió Stuart, y estrechó la mano de Ace. Murdoc mientras tanto rodaba los ojos al ver cómo Ace se burlaba en silencio de la ironía de la situación.

Prefirió sentarse junto a Stuart, e ignorar a Ace mientras pudiera.

En unos momentos, una mesera llegó hasta ellos y les tendió los menús, dándoles la bienvenida al lugar. Después, se retiró.

—¿Quieres que te lea el menú, Stuart? —Ofreció Murdoc, apenas vio que Stuart tomaba la carta por costumbre.

El peliazul asintió agradecido, y dejó el menú sobre la mesa.

—Sí, muchas gracias, Murdoc.

—De acuerdo.

Mientras le leía el menú, Ace no dejaba de ver la extraña relación entre ellos dos, apenas conocidos.
A Stuart parecía encantarle tener a Murdoc a su lado, pues dependía de él.
Mientras tanto, Murdoc se veía un tanto desanimado, y actuando sólo por modales... Por cumplir algo.
Así que, gracias a esa divertida situación, Ace tuvo mil bromas cruzando su cabeza al instante.
Y las iba a aprovechar.

—¿Ya decidieron qué van a ordenar? —Preguntó la mesera, de vuelta en la mesa.

—Sí, yo quiero un pay de zarzamora con un latte, por favor —pidió Ace, mientras la mesera escribía en su libreta.

—Um... Yo quisiera un sándwich de atún, y un refresco, por favor... —Pronunció Stuart con tímidez, esperando que la mesera no lo juzgara por su condición. Después, preguntó—: ¿Tú qué pedirás, Murdoc?

—Un hot-dog y un refresco. Eso sería todo, gracias. —Dijo, y le tendió los menús a la mesera. Ella asintió y se retiró de ahí, con la orden en mano.

—¿Puedo preguntarte algo y no te enojas? —Soltó Ace, en cuanto la mesera se fue. Stuart supo inmediatamente que se dirigía a él, y asintió un tanto inseguro.

—Dime.

—¿Qué se siente ir con Murdoc en el auto?

El azabache arrojó al instante una servilleta arrugada al rostro de Ace, para callarlo.
Era un hijo de puta.
Sin saber el porqué de la pregunta, y con total inocencia, Stuart pensó su respuesta por unos instantes.

—Bueno, es como ir en cualquier auto —explicó—. Maneja a una velocidad decente, no es brusco con los demás conductores... ¡Y me ayudó a ponerme el cinturón de seguridad!

—¿De verdad? —Preguntó Ace, alzando la ceja mientras miraba a Murdoc—. ¡Murdoc sí que te cuida!

Otra servilleta fue a parar a su rostro, mientras Murdoc lo miraba firmente. Ace ignoró aquello, y con actitud desafiante, formuló otra pregunta.

—¿Y no sientes que se desvía, o llega a chocar con algo?

Esa fue la gota que derramó el vaso.

En un instante, Murdoc tomó el servilletero entero y se lo arrojó a Ace mientras le indicaba con el ceño fruncido que se callara.
Ace recibió el golpe, y sólo por eso, se levantó de la mesa con actitud agresiva, y una sonrisa en los labios.

—Hasta eso... No, no creo que sea capaz. Creo que es una buena persona. —Dijo Stuart, mientras sonreía. No había notado que Murdoc también se había puesto de pie, y ahora se encontraban los dos amigos sujetándose las camisas y amenazándose con golpearse.

—Je, me halagas... —Dijo Murdoc, y después, susurró a Ace—: Sigue así, idiota, y tendré un nuevo ciego al cual cuidar...

—¡Sólo trato de ser amable! —Susurró Ace, de forma sarcástica—. Además, no debería importarte... Sólo es un amigo temporal, ¿no?

Murdoc entonces frunció el ceño, y estuvo a punto de dar el primer golpe a Ace, hasta que escuchó unos leves sollozos a su lado.
Ambos miraron a Stuart: Estaba llorando.

—¿Stuart? ¿Estás bien? —Preguntó Murdoc, sentándose de nuevo. El peliazul trató de contener sus lágrimas, y asintió.

—Sí, sí... Sólo... De verdad tengo hambre.

Ambos amigos se miraron, extrañados, pero aceptando aquello como excusa. Murdoc le dio unas cuantas palmaditas a Stuart y le dirigió una sonrisa aunque no pudiera verla.

—Oh, tranquilo. La comida ya viene para acá, ¡justo a tiempo! —Exclamó Murdoc, cuando miró a la mesera acercarse a la mesa. Ella les entregó las órdenes, y después de desearles que disfrutaran su comida, volvió a retirarse.
Tal vez por el ambiente tenso que se había generado.

Ace se sintió un tanto arrepentido por su broma cruel, y con voz amable dijo—: Lo siento, no debí preguntar eso.

—Está bien, no pasa nada. —respondió Stuart, con normalidad.
Al menos, Ace era amable.

Murdoc le mostró su dedo medio a Ace, deletreando con los labios "Idiota".
Ace le indicó con señas y códigos que no deseaba afectar a Stuart, sino a él... Y que el "idiota" se lo podía meter por el culo.

Ambos tenían una pelea de insultos en silencio, aprovechando que Stuart literalmente no veía nada y que comía su sándwich ajeno a todo.
Al final, se contentaron, y todo quedó con un par de risitas, y un "tu madre" de parte de Ace.
Al menos, las cosas estaban arregladas así.

Stuart notó las risitas de ambos, y con curiosidad, preguntó—: ¿Pasa algo?

—Je, nada, nada... Sólo traté de robarle a Ace un poco de su pay. —Explicó Murdoc.

—¡Pero no le daré nada! —replicó Ace.

—Oh, entiendo... ¡Entonces dame a mí a modo de disculpa por tu pregunta, ja! —Exclamó Stuart, y Ace lo miró impresionado ante su astucia.

—¿Qué? Oh, vamos, Stu, ¡no sabía sobre eso!

—Pues ahora lo sabes, y pagarás. —exigió Murdoc, con un tono divertido en la voz.

Ace fingió estar ofendido, también riéndose de la situación.

—¿Qué? ¡Pensé que éramos amigos, Murdoc!

—Stuart también es mi amigo ahora, ¿verdad? —Preguntó Murdoc, y tomó el hombro de Stuart, como un camarada.

El peliazul se dejó llenar de ese tacto, y soltó una risita mientras sentía un gran sentimiento de amistad hacia Murdoc.

—Así es... ¡Somos amigos ahora! ¡Y él siempre va a cuidar de mí!

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2Doc AU : BlindedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora