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El cantar de algunas avecillas afuera fue lo que despertó a Stuart.
Levemente, abrió sus ojos oscuros, y se enderezó en su cama, mientras bostezaba.
Se lamentaba el no poder ver la hora cuando despertaba.

Sin embargo, dejó de lado sus preocupaciones, y cuando ya no sintió ningún rastro de sueño, alzó la voz tímidamente.

—¿Murdoc? ¿Estás despierto?

Como respuesta, el sonido de algunos platos siendo colocados sobre la mesa. Después, algunos pasos en su dirección.
En un minuto, Murdoc asomó la cabeza a la habitación de Stuart, y lo saludó con jovial voz.

—¡Buen día, Stuart! ¿Qué tal dormiste?

—Um, bien... ¿Y tú?

—También —Respondió Murdoc, y al instante, se puso al lado de la cama de Stuart para hacerle saber que estaba ahí—. El desayuno está listo, así que déjame llevarte a la cocina, ¿sí?

—Está bien, vamos —Dijo Stuart, y se quitó la cobija de encima. Enseguida, Murdoc le tendió su brazo a Stuart para que pudiera pararse, y el peliazul logró ponerse de pie. Tembló un poco al sentir el piso frío en sus pies—. Uh, tendré que buscar mis pantuflas... ¡Ah!

Sin que Stuart lo esperara, sintió cómo Murdoc lo cargaba entre sus brazos, como a una princesa de cuentos. El peliazul se sujetó de Murdoc para no caer, y el azabache le dijo con una risita—: Tranquilo, yo las buscaré después.

—O-ok... —Murmuró Stuart, algo confuso por el comportamiento de Murdoc, pero aceptando el buen trato. A continuación, fue transportado hasta la mesa por su cuidador, donde le dejó sobre una silla, y pudo sentir el dulce olor del desayuno.

—Ahora vuelvo —Dijo Murdoc, y se retiró al instante. Unos segundos después, Murdoc volvió, y Stuart sintió algo muy  suave en sus pies descalzos—. Aquí están tus pantuflas, Stuart.

—Oh, gracias, Murdoc... —Pronunció Stuart, y se colocó bien el calzado. Después, Murdoc le recorrió la silla hacia adelante, y colocando una más a su lado, se dispuso a servir el desayuno.

Ese mismo olor dulce ahora estaba más cerca, y Stuart sentía curiosidad por saber de qué se trataba.

—¿Qué desayunaremos, Murdoc?

—Oh, bueno, es el favorito de todos... —Respondió Murdoc, y le colocó un plato enfrente a Stuart —. ¡Preparé waffles! Espero que te gusten.

Al escuchar el platillo, Stuart se iluminó en una gran sonrisa. Con la cabeza al frente, y sus manos juntas con emoción, exclamó—: ¡Perfecto! ¡Hace mucho que no como waffles!

—Je, pues no te quedes con el antojo, entonces —Dijo Murdoc, y guió las manos de Stuart hasta el tenedor y el plato para orientarlo—. ¿Quisieras que te ayude a comerlo, Stuart?

—No, gracias. ¡Lo haré yo solo! —Respondió Stuart, y al instante, clavó su tenedor en el waffle. Al alzarlo un poco, se dio cuenta de que Murdoc se había tomado la molestia de cortarlo en cuadritos para que no se le complicara comer. Sonrió, y llevó el pedazo de waffle a su boca.
Después de masticarlo y saborearlo, apoyó una de sus manos en su mejilla en una imitación de algún personaje de dibujos japoneses cuando encuentran algo que les gusta mucho.

Murdoc reía ante la expresión, y también llevó uno de sus pedazos de waffle a su boca. Stuart era tan adorable como un niño pequeño probando un platillo súper delicioso.

—¿Te gusta? No soy muy bueno cocinando, pero hice mi mejor esfuerzo.

—¿Bromeas? ¡Están deliciosos! —Declaró Stuart, y llevó otro pedazo a su boca—. ¡Puedo sentir que les pusiste crema batida, y fresas! ¡Seguro se ven tan deliciosos como saben!

Murdoc soltó una risita un tanto nerviosa ante el comentario.
En realidad, no se veían muy presentables que digamos. Estaban más bien desordenados, y la crema estaba mal repartida. Pero al menos Stuart no lo notaría, así que no le preocupaba del todo.
A falta del sentido de la vista, iba a llenarlo del sentido del gusto.

—Je, me alegra que te gusten... Los hice especialmente para ti.

—Aw, muchas gracias, Murdoc... —Dijo Stuart, y llenó su boca de un nuevo bocado de waffles—. ¡Eres el mejor!

—No hables con la boca llena, je, je... —Le reprendió cariñosamente Murdoc, y con cuidado, le limpió una de sus mejillas. Stuart sonrió más ante el gesto, y siguió comiendo con alegría.
Internamente, Murdoc se sentía bien al saber que Stuart apreciaba su gesto.

Al finalizar el desayuno, cuando ambos estaban satisfechos, Murdoc recogió los platos sucios, y se dirigió a Stuart con una amable voz.

—Lavaré los platos en un momento. Deberías vestirte mientras tanto. ¿Te ayudo a escoger algo de ropa?

—¿Por qué la prisa? —Preguntó Stuart, con algo de curiosidad—. ¿Vamos a ir a algún lugar hoy?

—Sí, saldremos a algún lugar. Es para no quedarnos aburridos todo el día en casa, ¿entiendes?

—¿Y a dónde iremos? —Preguntó Stuart con un poco de insistencia. Murdoc le ayudó entonces a ponerse de pie, y soltó una risita traviesa.

—Es una sorpresa. —Afirmó Murdoc, y si Stuart no fuera ciego, habría sabido que el azabache le guiñó un ojo al decirle aquello.

Divertido, Stuart asintió, y sujetó el brazo de Murdoc aún más, dispuesto a ir a vestirse a su habitación.

—Está bien. Que sea una sorpresa... —Dijo—. Ayúdame entonces a elegir algo apropiado para la ocasión. Yo me vestiré solo.

—De acuerdo. —Dijo Murdoc, y de nueva cuenta e inesperadamente, cargó a Stuart en sus brazos.
El peliazul se sobresaltó por el gesto, y se aferró a lo primero que sus manos pudieron tocar para no caer.

—¡H-hey, ya tengo puestas mis pantuflas! No es necesario cargarme, Murdoc.

—Podrías resbalarte con ellas. Es mejor así.

—Ya, está bien... ¡Pero la próxima vez avísame que vas a cargarme, o caeré del susto! —Reclamó Stuart, y Murdoc reía ante su reacción.

—Je, está bien. Habitación, allá vamos. —Dijo Murdoc, y llevó a Stuart hasta su habitación.

Y mientras lo llevaba, miraba la boca de Stuart, aún llena de migajas de waffle, y siendo relamida por el peliazul para removerlos.
Al menos, había logrado cumplir una de sus buenas acciones: Darle con el gusto lo que no puede con la vista.

Sí, quizá su plan para buenas acciones podría funcionar...

—Por cierto, Stuart —dijo, antes de llegar a la habitación—, ¿cuál es tu comida favorita?

Sí.
Tenía planeado hacérsela todos los días para tenerlo feliz.

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2Doc AU : BlindedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora