👓 10 👓

1K 145 109
                                    

—¿Ya estamos en casa? —Preguntó Stuart, al sentir que Murdoc detenía el auto, y abría su puerta.
Murdoc tarareó de forma negativa, y ayudó a Stuart a salir con cuidado.

—No, aún no —Le dijo Murdoc, una vez que Stuart pisó la acera—. Haremos un par de paradas más antes de llegar a casa. Es parte de tu sorpresa... ¿Te molesta?

—No, no te preocupes por eso. —pronunció Stuart, y pudo escuchar el rumor de la ciudad cerca de él.
Seguro estaban por algún barrio concurrido.

—Anda, puedes dejar las gardenias en tu asiento.

—De acuerdo.

Una vez que estuvieron listos, Murdoc llevó a Stuart hasta un local mediano, cuyas vitrinas y puertas reflejaban el cielo de manera clara y maravillosa.
Murdoc empujó la puerta del local, provocando que la campanilla que colgaba en el margen soltara su melodía como un saludo.
Así, ambos abandonaron el ruido de la ciudad para sumegirse en el olor de comida para perros, y sonidos más naturales y animales.
Pues de repente, un ladrido alertó los oídos de Stuart.

Estaban en una tienda de mascotas.
De eso no había duda.

—¿Una tienda de mascotas? —Cuestionó Stuart, sujetando el hombro de Murdoc—. ¿Vas a comprarme un perro guía?

Ante la pregunta, Murdoc no pudo evitar soltar una risita.

—Je, no, no... Tu único guía aquí soy yo —Afirmó—. Además, no venimos a comprar. Venimos a tocar.

Curioso por lo que el azabache acababa de decir, Stuart dejó que Murdoc hablara con la encargada del lugar, mientras trataba de figurar qué se traía su guía entre manos.
Siguiente sentido: El tacto.

Una vez que la encargada y Murdoc llegaron a un acuerdo, el azabache le indicó a Stuart que no había nada que temer, y que debían avanzar hasta otro lugar. Stuart aceptó aquello, y se dejó llevar por Murdoc y la encargada hasta una zona donde un montón de ladridos resonaban impacientes.

—Tranquilos, ellos no muerden —les dijo la encargada, mientras abría una rejilla de metal—. ¡Sólo son un montón de traviesos! Aún así, procuren no molestarlos demasiado.

Murdoc asintió, y Stuart se aferró al azabache después de que sintió que la encargada se retiraba del lugar.
Una vez que los dos estuvieron solos, la diversión inició.

Al instante, Murdoc hizo que Stuart se sentara en un banco cercano, y agachándose a un lado suyo, silbó para llamar la atención de los perros que esperaban en su jaula.

—¡Hey, peludos! ¡Vengan acá! ¡Anden, no sean tímidos! —Exclamó, y al instante, un montón de perros corrió en su dirección soltando ladridos juguetones. Mientras los perros se acercaban, Murdoc miró a Stuart y le dijo—: ¡Anda, Stuart, dales un poco de afecto!

El peliazul al principio dudó. Podía escuchar los perros acercarse, y temía que estos fueran a saltarle o morderle, por lo que retrajo su mano hacia su pecho para protegerse. Sin embargo, el nervio se disipó un poco al sentir a uno de los animales sobarse en sus piernas y apoyar sus patas en su regazo.

—¡Ay, h-hola, pequeño! —Tartamudeó Stuart, tratando de acariciar la cabeza del perro a sus pies. El animal ladró en respuesta, e hizo su mejor esfuerzo por saltar al banco donde estaba Stuart. El peliazul se sorprendió un poco, pero justo cuando sintió al perro a su lado, pudo darse cuenta de su verdadero tamaño, y soltó una risa nerviosa.

—¡Aw, apenas es un adolescente! —Exclamó, y al fin sintiendo confianza, abrazó al canino, hundiendo sus dedos en su pelaje y dejando que le lamiera el rostro juguetonamente.

Murdoc observaba la escena mientras acariciaba a otro perro, y cargando a éste, también se sentó junto a Stuart.

—¿Te gustan los perros, Stuart?

—¡Seguro que sí, son demasiado adorables! ¡Y se sienten muy peluditos!

—Je, me alegra oírlo... —Musitó Murdoc, y acarició la cabeza de su compañero canino—. Anda, tócalo y trata de adivinar qué raza de perro es.

Stuart obedeció a la orden, y sujetó al canino con cuidado. Con una mano, acarició su suave pelaje unas cuantas veces. Después, buscó su cabeza, y trató de sentir la forma de sus orejas. Éstas tenían forma puntiaguda, y también eran peluditas y esponjadas.
Por último, avanzó con cuidado hasta el hocico del perro, y después de sentirlo alargado y casi cuadrado, tuvo una buena idea de qué raza era.

—¿Es un pastor alemán? —Preguntó, y Murdoc le dijo que estaba en lo correcto. El peliazul se alegró de haberlo adivinado, y sólo por eso, le entregó mimos extras al canino en su regazo—. ¡Oh, qué bien! ¡Tengo un perrito policía juguetón!

—Je, je, así es —Dijo Murdoc, y dirigió al perro que traía junto al peliazul—. Ahora trata de adivinar qué raza es este.

—¡Ok! —Exclamó Stuart, y soltó al perro que tenía antes. Dirigió sus manos hasta donde escuchaba la voz de Murdoc, y buscó al perrito tanteando el aire.
Sin embargo, el animal bajó del banco apenas Stuart se dirigió a él. Al ver esto, Murdoc trató de recuperarlo, y se agachó para tomarlo.
Gracias a eso, Stuart ahora le tocaba el cabello al azabache.

—Um, este también es muy peludo... —Dijo Stuart, y cuando hundió más sus dedos en el cabello de Murdoc, el azabache le tomó del brazo para detenerlo, sintiéndose un tanto avergonzado.

—Ese soy yo, Stuart... —Soltó, y el peliazul apartó su mano enseguida.
El sonrojo le invadió de repente a Stuart.

—¡L-lo siento! ¡No fue mi intención! —Trató de disculparse Stuart, e hizo el rostro hacia otra dirección—. ¿Qué hacías ahí, de todas formas?

—El perro huyó, traté de buscarlo... No es nada importante. —Musitó Murdoc, y volvió a sentarse junto a Stuart. El peliazul sintió a uno de los perros jugar entre sus piernas, y soltó una risa que era como una combinación de nervios, vergüenza y diversión.

—Al menos, ya sé cómo es tu pelo... —Susurró, y cerró su mano como si quisiera conservar el tacto ahí. Murdoc se tocó el cabello, estrujándolo un poco.

—¿Como de perro?

—No... Es suave —Dijo Stuart, y apoyó su mano en la rodilla de Murdoc en un intento por buscarlo. Después, sonrió y añadió—: Queda con tu personalidad. Es una buena imagen de ti...

Murdoc no dijo nada más. En su lugar, desvió la mirada, y la mano de Stuart hasta su brazo.
Dejó que el peliazul siguiera tocando y jugando con los perros, y observaba de vez en cuando su sonrisa alegre y brillante.
Sólo cuando notó que Stuart acariciaba a los perros de la misma forma en que había acariciado accidentalmente su cabello, fue que se sonrojó.

👓

Aunque esté mal escrito y todo aburrido, aprecien este capítulo, que ayer tuve una taquicardia y estuve a punto de desmayarme por culpa de Wattpad >:/

2Doc AU : BlindedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora