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Thor era dos años más joven pero Heimdall parecía veinte años mayor, no tenía que ver con su madurez emocional aunque podían convenir ambos que lo que escaseaba en uno, había en abundancia en el otro.

Se incorporó el rubio tan alto como Heimdall dudando entre el abrazo o la inclinación de cabeza como gesto cordial. No esperaba una bienvenida, no después de la última vez. Cada vez que aparecía sabía Heimdall por qué sin que el otro tuviera que enumerar las causas. Múltiples problemas arrastraba por aquí y por allá y el único alivio en medio de sus deudas y dilemas del corazón era él, su buen hermano, su favorito.

Heimdall lo hizo entrar y Thor lo obedeció, dejando su bolso en la entrada y aparentando con excesiva humildad no querer ser molestia. Heimdall ya conocía el monólogo de memoria. "Ni siquiera notarás que estoy aquí, seré sigiloso, no te incomodaré ni causaré problemas ni haré nada para que te arrepientas de haberme ayudado".

No podía ser más receptivo de lo que ya era, la verdad es que Thor podía ser un verdadero dolor de cabeza. Si no era porque Sif lo había encontrado chateando con una amiga sin duda se debía a una infidelidad concreta. Encontrarlo infraganti follando con otra ameritaba una despedida nocturna con maleta incluida.

- ¿Cuánto será esta vez? ¿Dos semanas? ¿Dos meses?

- No lo sé- Thor realmente no lo sabía, Sif no había sido clara esta vez y esa no era una buena señal, ¿podría ser que esta separación fuera definitiva?

- ¿Estás trabajando al menos?

- Hace unas semanas redujeron planta y... bueno, yo tenía un escaso margen de ausentismo.

- Ya veo.

Desempleado, sin hogar ni perspectiva a futuro. ¿Por qué no había acudido a sus padres por una palabra de consuelo? Mamá Frigga tan benevolente tendria problemas para convencer a su esposo de recibir a la oveja negra, el siempre descarriado Thor Odinson. Heimdall era el único salvavidas disponible.

- Duerme en el sofá por esta noche, mañana me ayudarás a limpiar el cuarto donde guardo herramientas, no tiene ventana pero no te pierdes nada a la vista.

Thor asintió a las palabras, Heimdall estaba siendo amable con él una vez más, después de tantas. Realmente tenía una deuda con él.

..........

La mañana siguiente encontró a Heimdall lo suficientemente optimista para alertar a Thor. Se le había ocurrido una idea y no era mala.

- Si vas a quedarte, no va a ser de flojo, vistete formal. Te llevaré conmigo a la librería.

- ¿Qué librería?

- La mía, Thor.

El rubio asintió, asintió pero tardó en obedecer. Realmente no esperaba tener que hacer mucho, solo un huesped silencioso, tenía que pensar sobre su vida y sobre lo que iba a hacer pero no esperaba que tuviera que ponerse en acción tan pronto. Los libros, al contrario de Heimdall, le aburrían sobremanera y siempre los había usado apilados como pesas para ejercitarse.

Heimdall lo llevó al local y le enseñó todo el funcionamiento, lo único que a Thor le quedó fue que podía disponer de la computadora para buscar si un libro estaba disponible y en momentos de ocio, bucear en Tinder. Por más que lo intentó, no logró memorizar la localización de los libros más buscados.

Se quedaba con esa sonrisa tonta detrás del mostrador, cordial pero se portó bien. Al menos Heimdall estaba seguro que lo estaba tomando en serio.

............

Laufeyson regresó mas pronto de lo esperado, apenas cinco días después de su última aventura en la librería. Ni siquiera se volvió a ver a Heimdall en el mostrador, él estaba apurado, se pasearía en el segundo piso y buscaría y exploraría todo antes de decidirse.

Cuando regresó al mostrador con su adquisición, lo hizo sin mirar bien. Estaba acostumbrado a la mirada soberbia de Heimdall, tan desagradable como sus intentos de aparentar superioridad.

- Hoy no estoy de humor para tus payasadas así que solo haz tu trabajo y cobrame bien por esto.

- Espero que tu día mejore pronto, entonces- respondió Thor- odiaría hacerte perder el tiempo o hacer cualquier cosa que te disguste.

Dios, ¿qué fue eso? Laufeyson se quedó impactado observando al hombre.

- ¿Nuevo empleado?

- Si, se puede decir.

- Espero te sienta bien este trabajo.

Thor observó el primer libro que atrapó con sus manos "El kamasutra infeliz". Loki pareció un poco contrariado por ese manoseo.

- Si lo hace, gracias.

- No es el kamasutra real, solo se llama así.

- Tranquilo, lo sé, conozco el kamasutra.

- Solo quería estar seguro que sabías que este no era, yo también lo conozco.

Thor sonrió.

- No tengo dudas de ello.

Cuando Heimdall apareció, notó que Thor simulaba hacer la cuenta pero en realidad no estaba prestando atención a la registradora, miraba a Laufeyson y sonreía con descaro, el suficiente para molestarlo incluso a él. Loki se percató de su presencia

- Heimdall, hasta que te dignas a aparecer. Crei que tus labores en tu propia librería se habían reducido a ser ausente.

- "Quien mucho se ausenta pronto deja de hacer falta". También leí ese articulo, Laufeyson.

- Espero no te molestes, ya estoy atendido... ya me están cobrando... quiero decir.

Su rostro se volvió un sonrojo, más sabiendo que el rubio lo estaba mirando. Siguieron hablando nimiedades, Heimdall lo notó, la mano de Thor haciendo excesivo contacto con la de Laufeyson. Todo para cobrarle cinco libros. A Heimdall le pareció impropio pero no dijo más nada, los dejó solos en el mostrador.

Después de media hora, salió de su pequeña oficina llevando un catálogo y pensando que la decoración navideña de su vidriera había sido, a pesar de Darcy, muy pobre. Encontró a Loki solo en el mostrador observando con interés a Thor que le daba la espalda abriendo una caja que Heimdall había pedido expresamente que no abriera.

- ¿Por qué regresaste tan pronto, Laufeyson?

- Obsequios de Navidad, Heimdall, presumo que debo pedirte disculpas por creer que los libros son mejores presentes que cualquier cosa insignificante que los medios quieran imponerme a comprar.

Heimdall observó los libros dentro de su bolsa, "Cuentos infantiles para niños desagradables", "La odisea de los bárbaros", "Recetas de cocina de doña Idunn de la Casa", entre otros.

Thor se volvió hacia ellos con un ejemplar de "La cosa más perfecta", un libro que aún no había salido al mercado y Loki miró a Heimdall con ojos de cachorro lastimado.

- Lo quiero.

- Estoy seguro que si- respondió cansado Heimdall y le arrebató al rubio el libro de las manos para hacer la cotización.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora