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Tarde o temprano esta conversación iba a darse. Heimdall intuyó que Thor preferiría posponerla en el tiempo para evitarse la incomodidad de discutir con él y estaba de acuerdo en que así fuera.

Fue al tercer día después de dos jornadas calmas, lo sintió tenso porque necesitaba dinero, unos gastos repentinos que debía afrontar y ya no tenía a quien acudir. En realidad ya no tenía a quien acudir.

Él fue prudente contra todo pronóstico pero aún sentía recelo sobre Loki. Se sentaron en casa de Heimdall, la última noche que compartirían un momento juntos, Thor dejó escapar la verdad. No lamentaba su relación, él lo había querido pero de haber sabido su interés, su interés real, se habría movido de su vista, habría puesto un alto, desviado su atención. Si Heimdall hubiese opuesto su pensar, otra habría sido la historia y Thor tenía algo a su favor.

- Yo te pregunté por él ¿lo recuerdas?

Si, sí lo había hecho. Seguro se le había ocurrido considerando la orientación de su hermano y la mirada y el coqueteo y el sonrojo provocado en Loki. Seguramente lo sospechó, quizá habían flirteado antes de conocerlo. Quizá hasta tuvieran una relación, Thor se preocupó en saberlo. ¿Habría sido un impedimento o Thor hubiera actuado igual? Él juraba y juraba que en ninguna de sus intenciones cabía una traición hacia él y Heimdall lo dejó ir creyendo en su palabra. Antes empero, le preguntó por él, si había sabido algo.

Heimdall fue sincero, no sabía nada, ojala que esa respuesta no alentara a Thor a continuar su periplo rompiendo la barrera que Loki había levantado contra él. Loki no merecía eso. Por favor, que le permitiera volar, él quería recuperar al gruñón de su cliente, aún cuando todo le diera a entender que jamás regresaría.

Thor no ocultó su satisfacción, recibió el préstamo y se esfumó de su vista. Una semana después renunciaría al fin animado por un nuevo empleo cerca de aquella mujer. Estaba empecinado en hacer buena letra, Heimdall sabía que no dudaría más de lo que su pésimo desempeño le permitiera. Quizá en unas semanas volviera a encontrarlo sentado con una malesta triste en la entrada del edificio y tuviera que ayudarlo a levantarse otra vez.

Estuvo tentado de llamar a Hela pretextando un error, sería capaz de actuar, fingir que no le interesaba saber de él pero decidió esperar que los ánimos se aplacaran. Luego fue demasiado tarde, su teléfono cayó, perdió la batería y cuando volvió a encenderla, el número marcado aquella vez que Loki sufrió su amnesia, había desaparecido.

...........

Loki no volvió los sábados ni acercó sus ojos curiosos ningún domingo. Él no regresó y dolió el corazón de Heimdall saber que ni siquiera el nuevo libro de su autor favorito lo había convencido de regresar. Aún le guardó un ejemplar por si acaso, no fuera a ser que un día entrara como si nada hubiera pasado y pusiera un grito en el cielo por esa falta de tacto.

Después de un tiempo simplemente se rindió. Intentó encontrar esos videos que Darcy subió a la nube pero supuso que habían sido borrados porque tampoco los halló bajo ningún título.

Un sábado se escapó a un bar de la comunidad dispuesto a dejarse ir por  quien lo tomase, y por un momento se ilusionó imaginando encontrarse a Loki justo allí. Bebió pero no bailó, reconoció algunas personas, conversó y cuando sintió que había hecho suficiente sociedad regresó sus pasos hacia la librería de madrugada. Desde afuera del centro comercial las luces de los negocios hasta parecían transmitirle un tinte de melancolía. Recordó aquella noche, a Loki encerrado y a Skurge con los brazos en jarra recriminandolo con la mirada y sonrió. Hacía tanto de aquello, la travesura de Laufeyson, pero jamás podría olvidarlo.

De nuevo se halló en el pasaje Muspelheim donde Loki había sufrido aquel asalto y se sorprendió de encontrar a Wong con su esposa caminando como si nada justo por allí. Lo vieron ambos y gritaron a un mismo tiempo, todo lo hacían en par.

Un saludo cordial, Heimdall se preguntó por qué hacía tanto no se veían y los invitó a su casa. Los tres recorrieron el trecho haciendo bromas fuertes y subieron planeando sacar las barajas. La esposa de Wong fue convincente.

- Necesitas redecorar esto urgente, Heim.

Heimdall observó alrededor. Si, las lámparas no le hacían justicia a su pequeño espacio ordenado. Todo se veía tenebroso y naranja apagado y deprimente

Se rió tocado en su orgullo y volvió a tomar hasta que empezó a picar alegre y cantar y reirse de lo que Wong decía. Pero no dejaba de pensar en Loki ¿qué estaría haciendo? ¿Habría salido también a probar su suerte? ¿Lo habrían mirado? Quizá Hela lo llevara a rastras a tomar aire, bailar en un bar oscuro, también con suerte no terminaría durmiendo solo esta noche.

Wong se dio cuenta de su tristeza pero no dijo nada, fue su esposa aburrida de que hablaran sin tenerla en cuenta quien insinuó que necesitaba compañía. Así ella no estaría sola.

Heimdall rió pensando que ella no sabía de sus gustos pero le ganó por entero cuando su ocurrencia salió a flote.

- Ben, deberías hablarle de tu conocido, ese que vi aquella vez, el que arma berrinches por todo... ah, ¿cómo se llamaba?

Siseó un par de nombres y Wong se empezó a reir. Kali, Daki, Doki.

- Loki.

Heimdall sintió un vuelco en su pecho al escucharlo pronunciar su nombre, como si la eminencia estuviera a punto de entrar por esa puerta, como si todos supieran lo que sentía por él.

........

No era difícil imaginarlo, Wong era su único amigo cercano con un trabajo realmente espeluznante como profesor de una escuela secundaria. Daba matemáticas y era un exacto especimen dictador de teoremas y funciones trigonometricas por lo que sus alumnos salían disparando cuando lo veían llegar para terminar estampados contra el dialecto interminable del profesor Laufeyson de Lenguaje y Literatura. Wong hablaba con él a diario desde hacía seis años, tomaban café juntos, corregían cuentas y faltas ortográficas, intentaban descrifrar la letra ilegible de sus alumnos y casi siempre estaban a la par del director Strange husmeando sus carpetas, sus actas y diciéndole lo que tenía que hacer.

Él conocía a Loki, al mismo que él quería. Él lo veía cada día, un compañero más entre los otros. ¿Qué iba a saber la suerte que tenía de poder tenerlo a un palmo de distancia? Todo lo que Heimdall deseaba, su presencia constante, escuchar su voz cada día, poder mirarlo de cerca, todo.

Oh, que suerte tenía Wong de entre todos los hombres del mundo.

- ¿De casualidad tienes su número?

Wong abandonó su cerveza y se tocó los bolsillos, sí lo tenía aunque aún no lo había guardado.

- Se compró un celular y le enseñé a usarlo y a borrar datos, lo llenó de documentos que no podía leer. Tuve que enseñarle de cero. No sé si te caiga bien, a ver... nos sacamos una foto el otro día...

Su esposa lo ayudó a buscar entre las fotos de su hija y sus vacaciones y navidad y la fiesta de año nuevo en lo de los suegros hasta que apareció al fin. Heimdall saltó de la silla para verlo bien.

Loki era con la expresión seria, esos ojos aunque cansados de leer, los ojos más hermosos que Heimdall vería en su vida, observaban la cámara.

Era como si lo estuvieran mirando a él.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora