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—¡Heimdall, estamos comiendo! Mira lo que hiciste —el padre excusó la huida de Thor —Le dio asco sólo imaginarlo. Frigga ¿lo oíste?

Loki sonrojóse hasta las orejas.

—¡Ya te expliqué que fue por la amnesia! Yo no sabía qué estaba haciendo, por Dios, eres tan insufrible.

Hizo un mohin de autosuficiencia cerrando los ojos provocando que Heimdall se alterara de verdad.

—¿En serio? ¿Yo, el insufrible? De todos los presentes en esta mesa ¿justo yo? ¿quién es el que siempre arma un alboroto por todo? Cuando me quedé sin "El dilema de los justos", armaste una pataleta frente al mostrador, hiciste que Darcy se asustara. ¿En realidad pensaste que un best seller sobreviviría tres días en mi negocio?

—Por supuesto que no, pero soy tu cliente habitual, no creí que tuviera que aclarar que quería que se me reservase un ejemplar. Además tu empleada se rió de mí y empezó a filmarnos mientras discutíamos.

—Yo no estaba discutiendo, trataba de calmarte. Siempre estás alterado cuando se trata de libros, ¿no me hiciste tirar hace unos días "El cautiverio de los desolados" a la basura?

—¡Está donde pertenece ahora!

—Un momento —Odin se inclinó sobre su silla sin dejar de masticar —¿alguien tiró un libro aquí?

—¡Era una aberración! Tan cliché, tan desesperante, no tenía ni pies ni cabeza, solo un texto hormonal para calentar pubertos.

El patriarca observó con atención la trifurca.

—No hay libro tan malo del que no se pueda extraer algo bueno

—La excepción a la regla, eso es lo que es. No entiendo cómo podías tener esa cosa en tu casa habiendo tanto qué elegir. No exagero cuando digo que absolutamente cualquiera en esta mesa podría tener más sentido común al redactar un escrito. Es que, en serio ¿en qué estabas pensando? No lo hacías ¿verdad? ¿qué fue lo que viste en él para querer tenerlo al alcance de tu mano?

—Es profunda... de un modo que no entenderías.

—¿De qué modo no entendería? ¡Fíjate con quien hablas! Sus personajes son vacíos y no a causa de una dominación mental, lo que hubiera tenido más sentido. La autora plasmó su propia personalidad a todos los personajes, ninguno de ellos siente ni se expresa diferente, todos se manejan como autómatas, dirigiéndose inevitablemente a uno de los finales más absurdos y completamenre irrisorios de la historia de la humanidad.

—¿De qué demonios están hablando?—Hela se impacientó.

—¡Del libro!

—¡Quiero que me cuenten sobre eso! No lo conozco y no puede ser, yo conozco todo lo bueno de este país.

—¿Ves? Hasta tu padre está de acuerdo conmigo y eso ya es demasiado, si hay una prueba tangible de que el infierno de Dante existe, él ya estuvo ahí.

—Heimdall —Frigga habló en tono maternal —amamos tenerte en casa, ya nos habíamos olvidado lo que era escucharlos hablar horas y horas sobre escritos del siglo XV.

—Eso fue sarcasmo —dedujo Hela.

—¡Por supuesto que es sarcasmo! Nadie podría entenderlo mejor que tú, Hela.

—¿Y ahora qué hice?

—Nada, solo me estoy desahogando. Dime, Heimdall, que ese libro no es éxito en ventas en tu librería...

—Es éxito en ventas en mi librería.

—¡Te dije que no me lo dijeras! No puedo entender qué le pasa al mundo,  es un texto fácil pero sin despertar interés real en la trama, sin usar recursos, ¿por qué lo prefieren a mis recomendaciones?

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora