Cuando Wong se fue ligeramente optimista, Heimdall no lo soportó más y se echó a llorar en silencio sobre el sofá. No era una derrota ciertamente, intentaba no colapsar ante la amabilidad de su amigo. Ahora tenía dos fotos de Loki, su número y una captura de sus estados, citas de libros, casualmente de libros que había elegido frente a él.
Ahora no, estaba alegre por el vino y la reunión, y se embriagaba aún más mirando su imagen. No era un buen momento para iniciar un acercamiento. Debía esperar y esperar con paciencia que las palabras adecuadas vinieran a él.
Agendó el numero apropiadamente para que se mantuviera arriba sobre todos sus anteriores contactos y solo por si acaso, lo anotó en su agenda. Y solo por si acaso, lo anotó también sobre otra agenda nueva guardada en un cajón y sobre una nota pegada al refrigerador.
Pasó todo el domingo ansioso yendo y viniendo en su cocina sentándose y volviendose a levantar sin saber bien cómo proceder.
Era de noche cuando finalmente se decidió después de buscar una frase adecuada para romper el hielo.
Loki
Sinceramente espero que te halles bien, estoy seguro que lo estás, ¿qué cuentas? Me gustaría saber de tí.
Volvió atrás y decidió no enviarlo. ¿Por qué se arrepentía todo el tiempo?
Loki, soy Heimdall. Este es mi número, guardalo antes que te dé amnesia.
Lo envió y se quedó mirando la notificación durante eternos minutos esperando que aquel lo leyera pero se rindió. Luego estuvo penando y a punto de llamar a Wong y cuestionarle si acaso no se había equivocado en los números, lo cual era probable en su estado.
Quizá había agendado mal el número, lo verificó buscando todos los lugares donde lo había anotado pero si se había equivocado la primera vez, ya estaba perdido. Estaba asustado.
¿Y si Wong le habló primero y le avisó lo que iba a pasar y Loki lo bloqueó antes que fuera tarde?
Antes de quedarse profundamente dormido le deseó buenas noches y soñó con él.
.........
No pudo recuperar la paz ese lunes, ansioso por recibir una respuesta. Mientras regresaba a su casa por la tarde se le ocurrió preguntarle si quería que le reservara algo.
Loki no respondió.
Quizá se sintiera incómodo con sus avances o hubiera cambiado de número ese fin de semana, quizá no quisiera saber más nada de él ni de su familia ni de las verguenzas que pasó.
Entonces lo ignoraba adrede. Wong le preguntó como no queriendo si habían hablado, él no iba a interceder pero estaba picado de curiosidad porque veía a Laufeyson con calma. Los números estaban bien, eran los correctos, Wong creía que...
Heimdall detuvo lo que estuviera a punto de decir, no quería imaginarlo y que doliera más.
Se derrumbó otra vez sobre la cama y lloró decepcionado. Ahora dolía su cabeza, palpitaba con crueldad. Estaba tan cansado de pensar, de cuestionarse y cuestionarle todo. Sólo quería una señal suya, un rechazo al menos, él lo merecía más que nadie, por antigüedad, por afinidad, por lo que fuera. Estaba convencido de que eran el uno para el otro pero si Loki no quería, si no entonces ya no lo molestaría más.
Quizá te moleste que lo haga y te pido disculpas pero no puedo dejar de pensarte. Si me lees o no, yo no sé ni siquiera qué decirte, por dónde empezar, quizá contarte los celos que sentí o arrepentirme por no darme cuenta antes. O por no haberte advertido de él. Te veías feliz y yo lo odiaba pero no quería romper tu paz, quizá fuera algo serio. Yo no lo sabía. Lo siento.
.......
Buscó alguna actividad que lo hiciera olvidar un poco su obsesión insana como habría dicho la esposa de Wong. Después de hacerle prometer a su amigo que no diría nada, se dedicó a salir aunque no era afecto a ello. Visitó bibliotecas y otras librerías, paseos guiados por la ciudad, desvió su destino, se embarcó a nuevas aventuras, todas locales, pero nunca dejó de escribirle. Lo hacía sin darse cuenta, para él era necesario aunque nadie le respondiera.
Le contaba como había sido su día y luego lo borraba, seguía escribiendo y a medida que la idea a transmitir era abordada, daba marcha atrás y se dormía feliz. Su día nunca estaba completo sin esa rutina. Pensaba que era como tenerlo a su lado, imaginaba que realmente lo tenía y que su conversación interminable lo hacía sentirse acompañado. Incluso pensaba en eso, imaginaba a Loki diciendo ocurrencias, siendo agotadoramente adorable antes de dormir.
Probablemente nunca me haya sentido así antes con nadie ¿será posible? O quizá no lo recuerdo. ¿Será porque estás ausente? Yo no sé la respuesta, pero todos los recuerdos que tengo contigo vienen a mi mente continuamente y cuando acaban, yo invento otros más. Me duele ya no verte, que no vuelvas a dirigirme la palabra. Yo no quería hacerte mal, ¿por qué querría? Si estuvieras con él aún seguiría renegando porque él no sabría apreciar como yo tus talentos, tu inteligencia, tu gran don y tu aire de superioridad porque... ¿Por qué? ¿Tenías que ser perfecto para mí? ¿tenías que negarte a quererme? Si hubieras sentido por mí lo que despertó tu interés en él. No lo sé. ¿Por qué a él sí? ¿Qué es lo que él tiene? No me habría dado cuenta si no fuera por él, por eso lo odio. Sin él, quizá aún nos vieramos. Estarías abordando los estantes llevándote todo, quizá aún te metieras detrás del mostrador a husmear en las cajas y los registros, pidiendome el número de la editorial, quizá aún tendría que esperarte que te decidieras para poder cerrar la caja y acompañarte hasta la parada del bus aunque no quisieras. Pero todo esto ocurrió para nada, para aprender a desconfiar o arrepentirse. Con todo lo que sé ahora, si pudiera volver a aquel día te habría hablado primero. Cinco años, Laufeyson, te tuve frente a mí y recién ahora me doy cuenta.
Dejó de escribirle entonces después de desahogarse y en un rapto de locura, pensó hasta en vender la librería, hacer alguna cosa muy loca como vivir de otros trabajos, viajar muy lejos, alejarse tanto como fuera posible de esta ciudad y de su gente pero sobre todo, de Loki.
Comenzó a averiguar inmobiliarias aún a sabiendas de que no haría nada al final cuando observó el calendario, familiarizado con los números pero sin caer aún.
Era su cumpleaños. En ese momento su teléfono sonó, vio el nombre de Frigga en la pantalla y respondió.
Sí, lo había pasado por alto, no estaba interesado en recordar como el tiempo seguía corriendo impasible sin importarle su estado. Frigga le contaba cosas, importantes que habían ocurrido en la familia pero Heimdall se permitía divagar. Hacia un año lo había celebrado saliendo y había tenido suerte pero ahora estaba cansado y decepcionado y solo quería sentirse en paz y bien acompañado.
Le envió a Loki un mensaje escueto, describiendole su descuido y dejó el celular en la mesa otra vez.
Hoy es mi cumpleaños, lo había olvidado por completo. Es decir, estaba mirando el veinticinco y el mes pero no había caido en la cuenta. ¿Te ha pasado que miras algo y lo reconoces pero no sabes de dónde? Pues me acaba de pasar a mí.
Se rió después, si Loki estuviera... si él fuera Thor, quiza le habría preparado una cena e invitado a sus amigos, habría bebido hasta caer rendido riendose de él y haciendo que todos se rieran también.
Pero él nunca sería Thor, nunca podría. Esa facilidad de conquista tan admirable se había saltado en sus genes. Solo se hizo un café aunque tuvo antojo de pastel, Frigga le iba a preparar uno y llevárselo por la noche. Quizá lograra arrastrar a Balder con ella para contarle a Odin que ya no tenía rastas. Volvió a su teléfono a jugar sus juegos matemáticos y vio la notificación. La respuesta de Loki.
¿Cuántos cumples ya? La última vez que te vi ya estabas muy viejo. Como sea, feliz cumpleaños.
Arrojó el celular a la mesa, él lo había leído, él había leído todo y aún así se había negado a responderle. ¿Por qué? ¿Desidia, egoismo, orgullo? Heimdall habría reaccionado con enfado de no ser porque estaba dolido. Dolido por su silencio.
Cuando el celular comenzó a vibrar y se acercó con lentitud a mirar quien era y vio "A Loki" gigante en la pantalla moviéndose de abajo hacia arriba, comenzó a temblar. No quería responder pero si no lo hacía, quizá nunca tuviera otra oportunidad.
ESTÁS LEYENDO
Entre dos mundos
Fanfiction"¿Tenías que ser perfecto para mi? ¿Tenías que negarte a quererme?" Heimdall es dueño de una librería, la favorita de Laufeyson. No tiene mucha química con su cliente más asiduo, ¿o si?