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No iría, lo había decidido en el momento mismo en que Frigga extendía la invitación. No volvería a enfrentarse a Odin, no después de aquella vez. Heimdall podía ser muy rencoroso, dos años le parecía muy poco en realidad, Odin no estaría devastado por ello como Frigga juraba. El viejo era un hueso duro de roer.

Thor no le insistió mucho más, si había algo en lo que Odin y Heimdall realmente se parecían era en el carácter orgulloso y la arrogancia con que se manejaban al andar. Chocarían inevitablemente haciendo perder el apetito a los demás. Iría solo entonces a la cena de Navidad de sus padres, probablemente Sif estuviera allí. Thor sabía que tarde o temprano debía darse ese reencuentro, quizá con un público expectante, Sif se manejara con prudencia.

- Feliz Navidad, Heimdall.

Thor se fue entonces, bien arreglado, dejandolo a la deriva. Había evitado preguntarle por qué no pasaría la noche con Loki o incluso si lo llevaría. No, no podía imaginarlo llevando un hombre como pareja frente a Odin, ¿qué diría el tío Balder? Incomodarían a Laufeyson al punto de hacerlo rabiar. Y Sif, tan hiriente que podía llegar a ser, en carácter de oficial sería capaz de hacer que corrieran al intruso de la cena familiar.

Heimdall tampoco había decorado el departamento, no iba a cambiar su rutina porque el resto de la ciudad se volviese en un violento frenesí de consumo. Cenaría como de costumbre y quizá viera el especial de Cuentos de Navidad en todas sus versiones cinematográficas, comedia y drama.

Ya se había acostumbrado a pasar las fiestas solo desde aquel pleito con Odin, no valía la pena el esfuerzo, intentar un acercamiento, su padre era de mente cerrada y siempre había demostrado un favoritismo enfermizo por Thor, el hijo de su amada Frigga. Que Heimdall intentara hacerle entender que no tenía por qué avergonzarse de lo que era solo inclinó la balanza más a favor de Thor. Un hijo homosexual era una verguenza, el viejo no tenía reparos en admitirlo, solo se lamentaba por todo el dinero invertido en su educación.

De plano para Heimdall, el Odin estaba bien muerto.

Los fuegos artificiales lo desconcentraron un poco de su reflexión. Él podía ser un Ebenezer Scrooge amargado ante las vicisitudes de la vida pero también Odin lo era. Estaba a punto de irse a dormir cuando unos golpes en la puerta lo alertaron. No podía ser Thor, acababa de recibir un mensaje suyo avisandole que pasaría el día siguiente con Loki, restregandole toda su felicidad por la cara.

Al abrirla, sin miedo (que pasara lo que pasara, él tenía brazos fuertes para dejar sin aire a los asaltantes), sintió el peso de una mano apoyarse de más y sin proponérselo casi hizo que Loki terminara rodando por los suelos. Solo trastabilló un poco mientras su hermana seguía sosteniendo una botella vacía en las manos, riéndose de él.

- ¿Dónde está Thor?- fue lo único que Heimdall le entendió- ¿Dónde está... Thor?

- No está- respondió secamente.

Oh, no, no, no, no. Loki negó con el dedo índice, pensaba que el otro lo estaba engañando. Seguramente había escondido a Thor para no tener que espantarse ante la vista de los amantes fogosos, secuestrado al pobre rubio para que no se viera tentado de huir juntos.

Su hermana entró también en dos pasos, decidida a confrontarlo.

- ¿Y tú quién te piensas que eres para decir que esta preciosura- sujetó el rostro de Loki, apretando las suaves mejillas de éste con sus dedos- no es digna de tu... hermano?

- Tú y yo, Heimdall... si ese es tu verdadero nombre. Vamos a pelear por Thor... vamos a pelear por Thor, aquí, ahora...

Los dos estaban alcoholizados y aún así parecían buenas personas. Después de estar un buen rato amenazandolo con iniciar acciones legales por discriminación se quedaron en silencio de pie esperando su respuesta.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora