7. Y por último, Thomas...

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Intento moverme para poder levantarme, pero no consigo nada. Algo me impide moverme, me quedo helada cuando me doy cuenta de que es. Un brazo esta rodeando mi cintura impidiéndome cualquier movimiento.
Siento una gran punzada en mi cabeza, los recuerdos de anoche vienen a mi en partes...

La música...
Los chicos...
El alcohol...
Y por último, Thomas...

¡Oh por dios, Thomas!
Al darme cuenta de que él es quien tengo a mis espaldas intento moverme, lo único que consigo es que me apriete más contra su cuerpo y un leve gruñido de protesta de su parte.
Al no poder moverme me desespero, y sin pensarlo le grito.

– ¡Thomas, ya muévete!– Consigo moverme pero aún estoy atrapada, con la diferencia de que ahora estamos cara a cara.

Se ven tan pacificó y tierno cuando duerme. Aparenta ser un chico rudo, pero se ve tan adorable. Tiene la boca entreabierta y los ojos un tanto hinchados, su cabello esta revuelto, más de lo normal y parece un lindo bebé.
De la nada abre los ojos y eso hace que me sobresalte, pero que ma haya dado un susto no es nada. Lo peor es que me atrapa mirándolo.

– ¿Qué haces?– pregunta, su voz es ronca y sexy.–

– Na-nada– ¡Genial!, ahora estoy tartamudeando y siento el calor subir a mis mejillas.

– ¿Na-nada?– repite lo mismo, intentando imitar mi voz.

– Yo no habló así. –me defiendo.

– Si, si lo haces– aparto su brazo bruscamente y me voy al baño.

Cierro la puerta y recargo mi espalda contra ella. ¡Dios que hice!, lo último que recuerdo es subir las escaleras con Thomas y después todo se borra, negro, nada... ¡puf! Se esfuma, desaparece.
Me lavo la cara y arreglo un poco mi cabello. Al menos ambos estamos con la misma ropa de ayer.

Salgo del baño y lo veo sentado en la cama, la luz del sol que entra por la ventana ilumina su espalda.
– ¿No dirás "buenos días"?– su voz es más ronca de lo normal y eso me vuelve loca.

– ¿Por qué debería hacerlo?

– Por educación querida.

– Vale, pues buenos días entonces– ríe por lo bajo, pero aún así lo escucho– ¿De qué te ríes idiota?

– De nada, ¿Recuerdas algo de anoche?

– Solo recuerdo estar bebiendo y luego de eso estoy subiendo contigo.

– Oh pequeña borracha, ¿No recuerdas nuestra charla?– ¿Acaso no hicimos nada?, creí que se aprovecharía de mi-
– Entonces...–vacilo un momento si preguntar o no– ¿No paso nada?
– ¿A qué te refieres con nada?– si el ya sabe de que hablo, ¿No puede responder y ya?-
– ¿No hicimos nada, verdad?– estoy muy nerviosa y no se por qué.

– Si te refieres a sexo Spencer, no, no lo hicimos.– agradezco que conteste, ya se me estaba olvidando como respirar. Aunque no tenía porque ser tan duro con su respuesta.

*Thomas*

La cara que puso Spencer cuando le dije que no había pasado nada entre nosotros fue de lo mejor, pagaría mucho por volver a verla hacer esa expresión.

Recuerdo lo linda que se veía mientras dormía, aunque en cualquier forma es linda. Pero se veía tan tranquila y sin ninguna preocupación, y lo mejor es que estaba callada. Su voz es linda, pero cuando esta conmigo parece que se altera y su dulce voz se hace chillona.
Aunque es divertido hacerlo enojar, y cuando se ruboriza me pone feliz saber que fue por mi. Cuando estoy con ella me transformo en otra persona, cuando la veo siento paz, con ninguna persona me había pasado y por eso es que decidí acercarme a ella

Alérgica a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora