8. Yo te daré tu vestido.

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Ben acababa de llegar a casa, lo sabía porque vi su auto llegar, se había ido a llevar a Thomas. Pero había tardado demasiado, así que seguramente había echo algo más y yo iría a averiguar, si lo sé, soy metida, pero es que no me puedo aguantar.

Baje las escaleras y ahí estaba Ben.
Pero no estaba solo. Estaba con una chica, ella estaba sentada a horcajadas de el en el sofá, el sofá en donde yo duermo, en algunas ocasiones. Pero eso no era lo importante, él trajo a una chica a la casa, ¡A una chica! Él nunca traía chicas aquí.

– Ben –lo llame y rápidamente se separo de aquella rubia. Había que admitirlo, era mi hermano pero no era tan idiota, la chica estaba muy buena.

– ¡Spencer! – gruño y me miró con mucho odio, nunca lo había visto así, ¡Ups!– ¿Qué crees que haces?

– Bájame el tono, y ¿Qué crees que haces tú?

Caminó hacia donde yo estaba y me tomo del brazo, me llevo a la cocina y me soltó.
– ¿Qué mierda te pasa, Ben? –me había agarrado muy fuerte, él no es así.
– Estaba en algo.
– ¿Si? ¡No me digas! –le hice una expresión de sorpresa, todo sarcásticamente obvio. – ¿Qué te pasa?
No me importa si tienes vida sexual activa o no. –le dije, prácticamente gritando– Annie o Sophie podrían haber bajado idiota. Tendrías que agradecer que fui yo.

Su cara cambió de estar con el ceño fruncido a estar... ¿triste?
– Lo siento, ¿si? –dijo un poco apenado– No pensé en lo que hacía, solo me deje llevar. Es que ella en verdad me gusta Spencer.

– Awww eres muy tierno, te perdono solo porque estas enamorado. Pero si en verdad la quieres procura llevarla a un sitio más privado, porque si no yo misma la sacaré de la casa.

Comenzó a reírse, sus carcajadas resonaban en toda la cocina.
– Ben, ya cálmate, y ve por ella tigre.

Salimos de la cocina y la chica estaba con su bolso en la mano, al parecer ya pensaba irse. Ben habló con ella y se despidieron, yo me fui a mi habitación.

•••

El despertador suena y suena y suena y suena. Mientras más sonaba, más me tapaba con las sábanas yo.
Después de unos 10 minutos decidí levantarme. Me di una ducha rápida, luego me puse unos jeans negros, un suéter blanco y unas deportivas. No sé si hacia frío, pero ese suéter era lo más parecido a mi cama que pude encontrar.

Baje a desayunar, todos estaban ahí, genial. Si los 6 estábamos juntos, tiene que ser por algo importante. Mi madre estaba terminando de hacer pancakes, mi padre estaba con su diario, sentado en la mesa, y mis adorables hermano y hermana estaban en la mesa con mi padre.
– Buenos días –murmure.
– Buenos días para ti también –contestó mi padre– ¿Tienes frío?
– No –respondí seca, no quería hablar con nadie.
– ¿No recuerdas que día es hoy? –como no contesté él siguió– Hoy es tu segunda oportunidad.
– ¿De que hablas? –el tema empezó a interesarme.
– Hoy tienes tu prueba de conducir. Después del colegio, tu hermano te ayudara.

Mis ojos prácticamente saltaron lejos de mi cara, lo había olvidado por completo.
– Siéntate y come –mi madre siempre tan agradable.

•••

– Hey, Spen –Luke venía hacia mi, y me estaba saludando. ¿A este que
le pasa ahora?.
– Hola Luke. ¿Qué sucede?
– Es Keyla –Me dijo serio, cuando nombro a mi amiga sentí que mi mundo se había parado.
– ¿Qué le paso? ¿Dónde está?– sin darme cuenta estaba sollozando, y estaba gritando como una loca. Pero por dios, es mi mejor amiga, es como mi hermana. No se que haría sin ella.
– Spencer, no te alteres. No le paso nada, solo venía a decirte que ella se mojo la blusa y está en el baño. Quiere que le lleves su blusa de repuesto.
– ¡Eres un maldito idiota! –estaba gritándole y los que pasaban por el pasillo nos miraban.– Creí que algo había pasado.
– No paso nada, tranquila.

Sin contestarle me fui al casillero de Keyla, agarre su blusa y me fui al baño.

Entre y ahí estaba Keyla, con nada más que un sujetador. La miré y corrí a abrazarla mientras lloraba.

– No se que sería de mi vida sin ti, no te vayas por favor, no.–le dije entre llantos.
– Spencer, ya, tranquila. No tenías un ataque de estos desde Él – con él se refería a mi ex-novio. No dejaba que lo nombren.

Siempre pienso lo peor de todo, y cuando me altero comienzo a gritar y llorar.
Cuando me separe estuve 1 mes sin salir de la casa y sin comer. Me internaron y no fue nada lindo. Después de eso salí adelante. Me fui del equipo de porristas y me cambié al de voleibol, esto fue hace 1 año y 3 meses, aproximadamente

– Aquí tienes tu blusa –le dije a Keyla mientras se la alcanzaba.
– Gracias, ya paso.

•••

Tan sólo faltaban dos horas más de tortura, esto era un infierno. Me queda una hora de entrenamiento con el equipo y una hora con Thomas.

Fui a los vestidores y me puse la ropa pra entrenar. Un short, muy corto para mi gusto y una remera de tirantes. Todo azul, amarillo y blanco. Esos eran los colores del colegio, también estaba el escudo en mi ropa. Me hice una coleta alta y abandoné el vestidor.

Salí a la cancha y visualice a un chico en las gradas. ¡Esto tiene que ser una broma!
– Lindo atuendo Spencer –dijo Thomas mientras se acercaba a mi, escuchaba como las otras chicas del equipo susurraban cosas entre ellas.
– ¿Qué haces aquí? –le pregunte enojada.
– Vine a verte, tengo clase libre y necesito esperar aquí hasta nuestra clase.–bufé.
– Bien –dije seca y fría– Pero no molestes.

Y así sin más se alejo para volver a donde estaba antes.

– Así que andas con el capitán del equipo, Hoffman. –me dijo Lindsay, una amiga del equipo.
– Sería una suerte para él, lo ayudo con matemáticas. Petición del director –rodé los ojos y comenzamos a reír.

•••

Tome una ducha en los vestidores y me puse mi ropa. Salí y me sobresalté al escuchar una voz ronca proveniente de quién sabe donde.

– Juegas Bien –salió de las sombras y me di cuenta que era él, que idiota es.
– Gracias, supongo –le conteste y caminamos a la biblioteca.

Entramos y no había nadie, hasta la bibliotecaria se había ido.
– Tal parece estamos solos.–dijo Thomas
– Así es, Anderson.
– ¿Quieres que te lleve a tu casa? Pareces cansada.
– ¿Podrías? –lo mire suplicante. Lo único que necesitaba era dormir. Y comer, también tenía hambre.
– Ven, vamos.

•••

El viaje del colegio a mi casa fue silencioso, pero no incómodo.
Cuando llegue baje del auto y Thomas me acompaño a la puerta.

– Spencer, ¿Puedo pedirte un favor?
– Si, claro.
– Este sábado tengo una fiesta importante del trabajo de mi padre. Y quieren que lleve a alguien.
– Oh no, ni lo pienses –ni loca iría.
– Oh vamos, yo te alcanzo a tu casa todos los días. Porfavor es lo único que te pedire.
– ¿Cuánto dura?
– 3 horas. Desde las 9:00p.m.
–  Está bien, pero...– Tengo que sacar algo de la situación.– Me traerás siempre que no esté mi hermano.

Bufo un poco molesto,pero termino aceptando.
– Thomas, ¿tengo que usar vestido?
– Si, yo tengo que usar traje –rodó los ojos.
– Hay un problema, no me gustan los vestidos. Y por lo tanto, no compro vestidos.
– ¿No tienes ni uno? –asentí como respuesta– Mañana iremos a comprar uno.
– ¿De verdad? –me había emocionado un poco, aunque no estuviera acostumbrada a los vestidos, es un lindo gesto.
– Si de verdad. Yo te daré tu vestido.

Me despedí de él con un beso en la mejilla y se fue.

Alérgica a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora