11. Alex, lindo nombre.

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Habíamos decidido acercarnos y agradecer por las bebidas. Uno de los chicos era de pelo negro, ojos verdes, alto y delgado. El otro era de rizos rubios, ojos avellana, alto y con rastros de deporte en su cuerpo.

– Hola, soy Spencer. –salude a ambos– Gracias por los tragos.

– No fue nada, yo soy John –me contesto el de pelo negro. Dirigió su mirada a Keyla– ¿Cual es tu nombre?

– Keyla –le contestó ella, un poco incómoda.– Y ya tengo novio, pero mi amiga no.

La fulminé con la mirada.

– Yo también tengo novio, Keyla. –le dijo John con una sonrisa.

– Oh, lo siento. Yo pensé que...–John la interrumpió.

– Que quería ligar contigo. –terminó por ella y yo reí por la cara de Keyla– Pues, no. Pero si quieres somos amigos. –le extendió su mano y Keyla correspondió el saludo.

– Amigos –le dijo ella muy alegre.

– ¿Hola? –el otro chico me saco de mis pensamientos.

– Ho-hola –tartamudee.

– Hola, Spencer. Si no escuche mal, tu no tienes pareja.

– No, no tengo –le dije, esta vez sin tartamudear.

– Yo tampoco, ¿quieres una cerveza? –me preguntó amablemente.

– Si, claro. –le dije mientras me sentaba a su lado.– No me dijiste tu nombre.

– Oh, es verdad –me miró con una mezcla de lujuria y risas– Soy Alex.

Puse mi mano en mi barbilla, en un ademán de estar pensando y le sonreí.

– Alex, lindo nombre. –nos reímos.

Estuvimos una hora más ahí, ya era tarde  y mañana tenía clases. Intercambiamos números con los chicos. Yo les di mi número y ellos me anotaron el suyo en una servilleta del bar. Después de irnos, lleve a Keyla a su casa y luego fui a la mía.

•••

¡Dios! Tenía un palpitante dolor de cabeza insoportable, solo había tomado 3 cervezas, pero aún así me habían caído mal. Me levanté de la cama y fui a mi baño para buscar una aspirina. Luego de tomarme una, me di una ducha.
Me puse una camisa azul claro ajustada y unos pantalones de mezclilla ajustados, acompañados por mis vans negras.

Tenía unas ojeras del demonio, intente taparlas como pude con maquillaje y me coloqué un par de anteojos Ray-ban para el sol. Recogí mi cabello en una coleta alta y me fui a desayunar.

Me serví leche con cereales y comí todo rápidamente.

– Llegaron por ti. –dijo mi padre desde la sala– Quiero saber quien es ese chico.

Rodé los ojos ante su petición.
– Es un amigo, adiós. –le di un beso en la mejilla en forma de despedida y salí de la casa.

Entre al auto de Thomas y me coloqué el cinturón de seguridad. Él me sonrió divertido.

– ¿Tú? ¿Resaca? –bromeó mientras reía.

– Ja ja, muy gracioso. –le di una mirada de pocos amigos.

– Lo sé, todo un comediante. –dijo mientras arrancaba el auto para dirigirse al instituto.


Alérgica a ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora