Capitulo 29: Marie Pearson

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-¿Seguro que está bien?

-No- negó lentamente -Pero es algo de lo que no me gusta hablar, con nadie

-Entonces tranquilo no tiene porqué hablarlo conmigo- suspiré-Cambiemos de tema- él me miraba suplicándome que lo hiciera, por lo que se ve le dolía bastante -¿Qué es lo que me tenía que decir?

-No sé cómo lo hacemos que nunca consigo decirle lo que quiero decirle, pero después de toda esta mala situación no me apetece contarle, entiéndame

-Le entiendo pero me canso- cerré fuertemente los ojos- Es decir, no quise venir porque yo también estaba dolida, porque tengo sentimientos y aún así lo hice por usted y porque se lo prometí, y usted sólo por recordar cosas que le dolieron que por lo que se ve aún no tiene la suficiente confianza para contármelas a pesar de que yo me abrí en canal con usted, no quiere contarme lo que lleva días intentando decir- suspiré -A veces siento que reprimo mis sentimientos, que me aguanto sólo para que usted se sienta mejor porque - alcé los hombros -Cuando le veo llorar o triste algo en mí se conmueve, al ver a un hombre aparentemente tan serio, frío llorar frente a mí una simple empleada pero usted nunca ha entendido mis sentimientos o se ha reprimido- miré sus ojos los cuales me miraban atónitos - Por ejemplo si yo fuera usted, nunca le hubiese permitido a mi madre que le hablara así porque sabría que le haría daño al haberlo pensado yo misma todo lo que le dijo en este caso usted, no le hubiera obligado a venir hoy aquí porque estaría dolido pero mucho menos sería egoísta imponiendo mis sentimientos y luego refugiarme en ellos para no explicar lo que lleva días diciéndome que quiere decirme

-Chloe

-Pero le entiendo de verdad, no hace falta ningún perdón ni que ahora me cuente aquello por lo que llora y tampoco que me diga lo que llevo días esperando

-¿Entonces?

-Sólo quiero irme, a casa - él suspiró tapándose la cara, miró hacia la luna que había en la noche de hoy y luego me miró

-Vamos - se levantó y cogió las llaves del coche, bajamos al garaje y miré las cajas, él me miró y luego las miró -La llevaré, es bastante tarde

-Gracias- me monté en el coche y luego un silencio se consumió todo el camino de vuelta a casa, había veces que nuestras miradas se encontraban pero ninguna palabra salía de nuestras bocas. Al fin llegamos a casa y suspiré para luego bajar, él me miraba fijamente al igual que yo, me volví a girar y entré en casa. La noche de hoy había sido desastrosa pero por otro lado me siento más liberada, había expresado todo lo que sentía a Adam y todo lo que verdaderamente pensaba sin pelos en la lengua, me recosté en la cama sin a penas quitarme toda la indumentaria estaba muy cansada tanto psicológicamente como físicamente, recuerdo cuando trabajaba en el bar y no tenía problemas como los de ahora, cuando mi vida era tranquila y nadie me hacía sufrir como Adam. Recosté mi cabeza y vi algunos mensajes de Adam, y entonces llegó un mensaje de Matthew

-¿Despierta aún? ¿Pesadillas?

-No menos mal que no son pesadillas

-¿Y entonces? ¿Por qué no puedes dormir?

-Me desvele, eso es todo

-¿Estás bien?

-De verdad que sí, sólo fui a por agua y me conecte sin querer a los mensajes sólo estaba mirando la hora

-Está bien, mañana hablamos si te apetece

-Vale, buenas noches Matthew

-Buenas noches Chloecita- sonreí, siempre me llamaba así cuando tenía miedo o cuando me había despertado de una pesadilla. Cerré mis ojos e intenté dormir que bastante falta me hacía para afrontar el día de mañana.

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