Capítulo 11: Esperanza

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ROMA

Tras ese pequeño accidente, Greg no me dirigió la palabra en el resto de la tarde. Ahora me encontraba caminando por la playa acompañada de Flora, quien parecía haberse transformado en una lapa y se pasaba la mayor parte del tiempo al lado mío.

–¿Qué es eso? –preguntó al ver unos cuantos palos amontonados en la costa.

Al acercarnos pude ver que se trataba de cañas de bambú, sonreí y felicité a Flora por haberlo visto. Ella me miró sin entender pero sonrió feliz de poder ayudar, me desaté la cuerda que llevaba atada en la cintura y comencé a juntar varias cañas para después atarlas.

–Con estas cañas de bambú podremos mejorar el techo del refugio. –le expliqué terminando de apretar el nudo. –Creo que con estas serán bastantes, regresemos con los demás.

–De acuerdo.

Nada más llegar comencé la renovación del refugio, gracias a las cañas de bambú hice un techo mejor por si lloviera, además de que añadí una canaleta para que cayera ahí el agua y así el techo no cediera con el agua. De paso coloque una botella justo debajo de la canaleta para que recogiera el agua cuando lloviera.

–¿Adónde vas, Ro? –preguntó Edward confuso.

–Regreso al barco, tengo que hacer una cosa. –respondí restándole importancia.

Cuando me alejé del resto comencé a correr hasta llegar al barco, subí y entré al camarote del capitán. Cuando cogí un pergamino cayó de uno de sus bolsillos, lo recogí y guardé en uno de mis bolsillos.

Con dificultad bajé del barco con el esqueleto, caminé hasta adentrarme al bosque y con una pala que conseguí del barco cavé una fosa para enterrar al capitán, era lo menos que podía hacer por él. Al terminar me senté bajo la sombra de un árbol y desplegué el pergamino, me sorprendió al ver que era un mapa de esta isla y en la parte superior del mapa había una cruz.

-Donde señala la equis cargaremos los productos en el barco que nuestros proveedores atracaron ahí. -leí con dificultad ya que las letras estaban medio borradas. -Eso quiere decir que puede que haya un barco allí.

Con este hallazgo regresé al campamento, donde mis amigos me recibieron con una sonrisa y Greg parecía algo apenado, pero yo no era la que debía pedir perdón. Les mostré el pergamino, ellos me vieron con confusión y no tuve más remedio que leerlo.

–¿Hay un barco? –preguntó Flora con una gran sonrisa.

–Según lo que dice el mapa, sí. –sonreí.

–Tenemos que ir cuanto antes, si es verdad que hay un barco podemos ir de nuevo a casa. –comentó Edward emocionado.

–Eso es verdad, pero no hay que emocionarse tan rápido. –ellos me miraron molestos. –Ha pasado mucho tiempo desde que el otro barco está aquí, puede que hayan venido a por el otro barco. En segundo lugar, si es verdad que hay un barco debemos echar primero un ojo para ver si funciona y si es así conseguir comida y agua para el viaje de regreso.

–Nos quitas la alegría, Roma. –bufó Violeta cruzándose de brazos. –¿Por qué tienes que pensar tanto?

–Si yo no pensara vosotros ya estaríais muertos. –respondí dando por finalizada la conversación.

Ellos se quejaron pero no dijeron nada más, al caer la noche hicimos una hoguera donde cocinamos unos peces que Edward y Greg habían pescado esta misma tarde mientras yo estaba en el barco. Cenamos en silencio, al parecer no les había gustado que les hubiera dicho aquello, con situaciones cómo esta no había que ilusionarse demasiado.

¿Estamos perdidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora