EDWARD
Desde hace algunos días la policía no paraba de buscarme, gracias al reformatorio conseguí contactos con personas que me ayudarían a vengarme de Roma y los demás. Por su culpa me mandaron al reformatorio durante tres años, por suerte para ellos logré escapar y esconderme en un viejo almacén a las afueras de la ciudad.
–¿Para qué quieres nuestra ayuda, mocoso? –preguntó un hombre corpulento y con los brazos llenos de tatuajes. Tenía poco pelo y una espesa barba, además de algunas cicatrices en la cara.
–Quiero que me ayudéis a vengarme de mis antiguos amigos.
–Un enclenque como tú no logrará nada, además no eres la clase de persona que pediría algo así.
–¿Acaso nos puedes pagar? Porque este trabajo tuyo no va a salir barato. –dijo otro hombre, igual de corpulento pero sin tatuajes y sin barba.
–Tengo el dinero suficiente para pagaros por vuestros servicios. –dije algo nervioso pero esperaba que no se notara.
–Te estás metiendo en una zona muy peligrosa, al contratar matones, chico. Espero por tu bien que tengas el dinero que nos prometes, sino te irá muy mal. –me mostró una navaja e hizo el gesto de degollar a alguien.
Ambos hombres se marcharon y eché el aire que estaba conteniendo. Sé que estaba mal contratar matones para hacer el trabajo sucio, pero era lo mejor que podía hacer. Debía vengarme de ellos, los que se hacían llamar mis amigos, pero sobre todo vengarme de Roma Hopkins.
Por culpa de ella no logré mi cometido con Flora.
JOSEPHINE
Estábamos en el centro comercial pasando el rato, desde que Violeta nos contó que Roma vendría mañana a Greg se le ocurrió la idea de comprarle algo cómo modo de bienvenida. Violeta, Flora y Greg se fueron a una librería mientras que Arcadia, Blake y yo nos quedamos en las tiendas de ropa y vídeo-juegos.
Blake nos mostró una blusa rosa con estampado de flores pero a ninguna de las dos nos gustó, además que no veíamos a Roma usando esa blusa. Al cabo de media hora nos reunimos en la puerta de un restaurante japonés que había para tomar algo, buscar regalos para otra persona era toda una odisea.
–Tiene que haber algo que le guste mucho a Roma. –dijo Greg pensativo.
–Yo creo que con el hecho de ir todos a recogerla al aeropuerto ya es el mejor regalo que podríamos darle. A veces los mejores regalos son las propias personas. –comentó Arcadia.
–La verdad es que tiene razón.
–¡Esa es mi chica! –exclamé mirando con amor a Arcadia.
–No soy tu chica, Jo.
Al terminar de comer volvimos a dar una vuelta por el centro comercial, esta vez fuimos todos a una librería ya que Arcadia quería mirar un libro que acababa de salir. Arcadia regresó con mala cara y nos dijo que no se lo podía comprar ya que no había traído suficiente dinero, y que esperaría a que hubieran descuentos.
Cuando se marchó con Greg a mirar libros de historia, me acerqué para ver qué libro era el que quería.
–¿Por qué no se lo compras tú? –propuso Violeta. –Estoy segura de que le encantará.
–Aunque quisiera no podría, me he gastado el efectivo en la comida y no tengo la tarjeta de crédito. –suspiré dejando de nuevo el libro en el estante.
–¿Y por qué no vienes otro día? Lo acaban de sacar, no creo que se agote tan rápido. –comentó Blake a mi lado.
–Eso es verdad. ¿Pero por qué sigues insistiendo que Arcadia sea tu novia, si ella parece despreciarte? Yo no aguantaría tanto tiempo. –dijo Flora confundida.
ESTÁS LEYENDO
¿Estamos perdidos?
أدب المراهقينRoma Hopkins es la chica rara del instituto, a ella le encanta pasar tiempo sola leyendo libros de supervivencia y armas. Es una chica solitaria por lo que no tiene muchos amigos, algo que no parece importarle. El instituto decide hacer un viaje de...