ARCADIA
Noté cómo Roma se estaba conteniendo, la conocía desde hace mucho tiempo y sabía que estaba celosa. Pero ni ella misma se había dado cuenta, Roma es muy densa para el romance, si quieres algo con ella tienes que ser directo.
Pero siendo sincera era muy divertido la reacción de Roma, era algo que no veías a menudo. Blake me miró alzando una ceja y asentí, él sonrió y seguimos mirando el show que había.
Era algo digno de ver.
–Pues a Violeta le gusta una persona, pero le da miedo decirle lo que siente por si eso arruina su amistad. –explicó Flora con tranquilidad.
–Ya veo.
Roma dijo eso y se marchó a paso rápido al interior de la casa, sabía que iría a su habitación a sentarse en su cama mientras se abrazaba a sí misma. Era algo que hacía cuando ni ella misma sabía lo que estaba pensando o sintiendo.
–¿Qué le ocurre? –preguntó Greg.
–Me hago una idea. –sonreí. –Iré a hablar con ella, vosotros seguid hablando.
Subí a la habitación de Roma tarareando una canción a la vez que subía las escaleras, cuando llegué a la puerta de su habitación vi que estaba entornada. Sonreí y toqué a la puerta tres veces mientras repetía el nombre de mi amiga.
–Roma. Roma. Roma.
Escuché su risa y me asomé para verla sentada en la cama, abrazándose las piernas y me miraba con una pizca de diversión. Entré cerrando tras de mí, para tener más privacidad. Desde la ventana podía ver cómo Blake hablaba con los demás y les sacaba alguna risa, noté la mirada de Violeta y sonreí.
–Bien. ¿Me puedes decir qué te ha pasado? –pregunté sentándome a los pies de la cama, y sabiendo la respuesta.
–No sé.
–Esa no es una respuesta. –dije a la vez que me sentaba al lado de ella, y chocando mi hombro contra el suyo suavemente.
–Cuando ha dicho que le gustaba alguien, he sentido cómo pirañas en mi estómago. Y al pensar que no soy yo, ha sido cómo si me explotara una granada en mi corazón. –susurró mientras se abrazaba más a sí misma.
–En primer lugar, creo que debes dejar de juntarte tanto con tu padre. Y en segundo lugar, eso que tienes son celos. –respondí con una gran sonrisa. –Eso significa que te gusta Violeta.
–¿Me gusta ella? –preguntó sorprendida.
–¿Por qué pareces sorprendida? –suspiré. Era cómo tratar con una niña pequeña. –Quiero que me describas a Violeta.
–¿Por qué? Tú ya la has conocido.
–Sólo hazlo y no preguntes. –dije con rudeza, ella me miró sorprendida pero hizo lo que le dije.
–Pues es amable, inteligente, servicial, me ayudó varias veces en la isla... –fue explicando hasta que comenzó a divagar. –Tiene unos ojos muy bonitos, me gusta que esté feliz, la verdad es que me preocupo bastante por ella. Siempre tenía un ojo puesto en ella en la isla. Y...
–Bien, bien. Demasiada información de golpe. –dije divertida. –Es más que obvio que estás enamorada de ella.
–¿Yo? ¿Enamorada de Violeta?
–¿Quién si no? ¿La vecina de al lado? –dije con sarcasmo. Ella entrecerró los ojos y me miró fijamente. –Mal momento para una broma. Pero si, te gusta Violeta.
–¿Cómo lo sabes?
–Has pasado de describirla a decir lo que te gusta de ella y lo que harías por ella. Además, se nota en cómo la miras. Me sorprende que no se haya dado cuenta de que sus sentimientos son recíprocos.
ESTÁS LEYENDO
¿Estamos perdidos?
Novela JuvenilRoma Hopkins es la chica rara del instituto, a ella le encanta pasar tiempo sola leyendo libros de supervivencia y armas. Es una chica solitaria por lo que no tiene muchos amigos, algo que no parece importarle. El instituto decide hacer un viaje de...