ROMA
Cuando se hizo de noche hicimos un pequeño campamento, encendí una hoguera para mantenernos en calor, y pegamos nuestras espaldas contra el tronco del árbol para estar más cómodas. Abrí uno de los dos tarros de carne y con un palo coloqué la carne haciendo que pareciera una brocheta para una barbacoa.
La carne se hacía poco a poco y Flora se apoyó contra mí, aunque lo negara sabía que estaba cansada. El ruido entre unos matorrales nos llamó la atención, mi amiga me abrazó asustada al ver dos ojos amarillos aparecer, suspiró al ver que solo era un zorro que pasaba por ahí.
–¿Crees que nos iremos alguna vez de aquí? –la miré sin entender. –Me refiero a que ya llevamos un mes en la isla, y estamos entrando en el segundo mes desde que estamos aquí.
–Si hay algo que he aprendido después de perderme por el mundo con mi padre es que nunca hay que perder la esperanza, hay que luchar hasta el final aunque veas todo negro a tu alrededor. –le sonreí con simpatía. –Nunca digas nunca, hay que luchar hasta el final.
–Me alegra que hayas acabado con nosotros, sé que ya hubiéramos muerto de no ser por ti.
–Yo también lo creo. –Flora me dio un empujón divertido y sonrió. Así me gustaba más.
Terminamos de cenar y nos acomodamos cómo pudimos para hacer más confortable la noche, Flora se durmió a los segundos con la cabeza apoyada en mi hombro. La observé en silencio y miré el cielo estrellado, nunca había pensado que algún día ambas estuviéramos así. Ella siempre me molestaba en el instituto con Edward, y ahora parecíamos mejores amigas.
Menos mal que eso no lo he dicho en voz alta, y frente a Violeta. Ella seguramente argumenta muchas cosas por las que es mi mejor amiga y Flora no. Con una sonrisa me dormí al pensar en aquello, la verdad sería una escena digna de ver y de grabar.
GREG
A la mañana siguiente nos despertamos gracias a que teníamos hambre, normalmente Roma sería quien nos despertara diciendo que debíamos ir a buscar comida o algo así. La echaba mucho de menos, espero que regresaran sanas y salvas.
Violeta hoy parecía algo más despistada que de costumbre, Edward y yo nos miramos cómplices y decidimos hacerla hablar si ella no nos decía qué le ocurría. Me marché a las rocas donde Roma nos enseñó que habían caracolas y cogí un puñado para al menos desayunar aquello.
–Violeta, se te está quemando el pescado. –le dijo Edward alarmado. Ella lo quitó de inmediato pero el pez salió negro, ella lo tiró y cogió otro que había pescado esta mañana.–¿Te ocurre algo? Hoy estás más despistada que nunca.
–Es verdad, normalmente estás con una sonrisa risueña y diciendo qué bonito es el día. ¿Ha pasado algo?
–No es nada chicos, solo estoy pensando en mis cosas. –respondió sin decir nada más.
–Saber qué nos puedes contar lo que sea, ¿verdad? –pregunté con algo de cautela.
–Lo sé.
Violeta no habló más, decidimos dejarla tranquila hasta que ella fuera capaz de decirnos qué le ocurría. Desayunamos en silencio, Edward me comentó que Roma le dijo que debíamos hacer una señal de auxilio por si pasara algún avión, con grandes piedras debíamos formar la palabra "SOS".
Nuestra compañera decidió ir a rellenar las botellas vacías y a revisar las trampas mientras nosotros conseguimos las piedras y formábamos aquella palabra. He escuchado muchas veces que hay que hacer la palabra SOS, pero realmente no sé qué significa, se lo preguntaré a la experta cuando regrese.
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¿Estamos perdidos?
Teen FictionRoma Hopkins es la chica rara del instituto, a ella le encanta pasar tiempo sola leyendo libros de supervivencia y armas. Es una chica solitaria por lo que no tiene muchos amigos, algo que no parece importarle. El instituto decide hacer un viaje de...