ROMA
Llevábamos una hora y media caminando por los escarpados caminos, varias personas se quedaron atrás debido a que estaban cansadas y Alec llamó a un compañero suyo para que se quedara con los refregados.
Descansamos durante veinte minutos para almorzar, aproveché para tomar algunas fotos y vi como mi padre se acercaba al filo del barranco, tal y como lo imaginé, Alec fue hacia él para llamarle la atención.
Noté que una chica rubia con ojos marrones se sentó a mi lado, no dije nada y continué revisando lo que había traído mi padre.
–¿Cómo lo llevas? –preguntó la chica.
–Uhm. Bastante bien. –respondí sin saber qué decir.
Odiaba que la gente que no conocía me hablara sin más.
–Yo solo he venido porque mi madre me ha obligado, sino estaría en mi cómoda habitación. –suspiró cansada. –Por cierto, me llamo Alizee.
–Tienes acento francés. –dije y vi cómo se sorprendió. Una gran presentación.
–Bueno, sí, mi madre es francesa y mi padre es escocés. Me crie en Francia hasta que tuve quince años, luego me fui a Escocia a vivir hasta los dieciocho y ahora con el divorcio de mis padres, mi madre y yo nos hemos ido de Escocia para vivir en otro sitio. –me explicó con una sonrisa, y su acento francés.
–Soy Roma, un placer.
–Encantada. –me sonrió con alegría.
Alec nos avisó de que en media hora llegaríamos a Preikestolen, Alizee se mantuvo a mi lado durante el resto de la excursión, y empezaba a arrepentirme de haberle comenzado a hablar. Es más, no dejaba de hablar, era cómo si se hubiera tragado una grabadora y tuviera pilas infinitas.
Ella me contó cosas sobre ella, y por cortesía le conté algunas cosas de mi vida. Al parecer quería estudiar para ser policía pero su madre no estaba de acuerdo con ella, por lo que al ser mayor de edad decidió irse a la capital para estudiar lo que le gustaba.
Mientras hacía la ruta me sumergí en mis pensamientos, empecé a pensar cómo estarían mis amigos y si Edward les había hecho algo, lo malo es que no tenía cobertura donde estábamos y no lo podía saber.
Por suerte, Arcadia y Josephine estaban con ellos para vigilarlos y que no les pasara nada malo.
VIOLETA
–¡Mastica! ¡Mastica! ¡Mastica! –gritaban Blake, Greg y Josephine a Arcadia.
Levanté la mirada del libro que estaba leyendo, para encontrarme a Arcadia con la boca llena de chicles y muchos envoltorios encima de la mesa. La saliva le caía e intentaba limpiarse con una servilleta, fruncí el ceño al ver lo que estaba viendo y noté que Flora lo miraba con disgusto.
–¿Qué se supone que hacéis? –pregunté cerrando el libro, y dejándolo al lado mío.
–Arcadia se está comiendo diez paquetes de chicles y ahora tiene que hacer una super pompa. –me explicó Blake.
–Que asco, ¿No teníais otra cosa que hacer? –preguntó Flora con desagrado.
–Hasta que traigan la comida no tenemos nada que hacer.
Arcadia sopló y una gran pompa formó de color rosa, se hizo más grande que su cabeza hasta que explotó y se le pegó en toda la cara. Todos comenzamos a reírnos mientras veíamos cómo nuestra amiga intentaba, en vano, quitarse todo el chicle de la cara y parte del pelo.
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¿Estamos perdidos?
Teen FictionRoma Hopkins es la chica rara del instituto, a ella le encanta pasar tiempo sola leyendo libros de supervivencia y armas. Es una chica solitaria por lo que no tiene muchos amigos, algo que no parece importarle. El instituto decide hacer un viaje de...