Capítulo 14: De vuelta a la normalidad

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FLORA

Cuando llegué a casa abracé a mi perro como nunca antes, él estaba más que feliz por verme y me llenó de besos y babas, cosa que ahora no me importaba. También abracé a las criadas, eso las sorprendió y a mis padres también, pero había cambiado en este tiempo en la isla.

Cuando vi mi habitación tuve muchas emociones, pero lo que más estaba era alegre por tener todas mis cosas. Mis padres me dieron un nuevo móvil ya que el que tenía se me perdió en el naufragio, era el último modelo y de color crema con una funda roja.

Inmediatamente pensé en mis amigos, y se me ocurrió una idea. Así que bajé al salón para buscar a mis padres, sabía que estaban allí, y no me equivoqué, ambos estaban viendo las noticias y éramos nosotros llegando al hospital mientras la presentadora narraba lo que ellos habían captado.

–Padres. –ambos me miraron. –Me gustaría hacerle un regalo a mis amigos.

–Eso es una buena idea, ¿Qué quieres regalarles?

–Me gustaría regalarles un móvil a cada uno. –Ambos me miraron sorprendidos pero no dijeron nada. –Todos ellos han perdido su móvil en el naufragio al igual que yo, además así sería una forma de agradecerle a Roma todo lo que ha hecho por mí.

–Está bien. –dijo mi padres tras unos minutos pensando. –Mañana iremos a la tienda y elegirás los que más te gusten.

–¿Pero sabes dónde viven? –esta vez preguntó mi madre, viéndome interesada.

–Sé dónde vive Edward, tal vez él sepa dónde viven los demás. –sonreí.

Al día siguiente fuimos a la mejor tienda de móviles y les compré uno a cada uno de mis amigos junto con una funda adecuada a su personalidad. Después de eso, le pedí a mi chófer que me llevara a casa de Edward.

Él vivía en un barrio donde todas las casas eran de dos pisos, con jardín trasero y una pequeña piscina. Edward al verme se sorprendió y salió a mi encuentro en la entrada de su casa.

–No quiero sonar maleducado pero, ¿Qué haces aquí?

–Vengo a darte un regalo. –le di la caja con el móvil en su interior. Vi sus intenciones de regresar pero negué. –Es un detalle, además tengo para los demás. ¿Sabes dónde vive Roma?

–Es una pregunta graciosa. –señaló la casa de la izquierda, que estaba pintada de un verde suave. –Roma vive al lado mío.

–¿Sois vecinos? –pregunté sorprendida, y algo molesta de que no me lo hubiera dicho.

–Así es, al parecer ahora está en casa ya que no ha salido nadie.

Edward se puso unas zapatillas de deporte y fuimos a la puerta de la casa de Roma, ambas casas estaban separadas por una valla de madera con unos arbustos bien cortados. Llamé al timbre y escuché la voz de mi amiga seguida de unos rápidos pasos, más tarde hablaría con Edward sobre porqué no me lo contó.

–¿Hola? –dijo algo sorprendida por vernos.

–Hola, Ro. –le sonreí. –¿Podemos pasar?

–Claro, adelante.

Roma seguía confundida por nuestra visita pero nos guió hasta el salón. La sala estaba decorada con un toque rústico, habían fotos de la familia de todos los viajes que habían hecho, diferentes objetos de sus viajes así cómo una escopeta colgada encima de la televisión. Eso fue lo que más me sorprendió. Nos sentamos en el sofá y le di el móvil a Roma, ella al abrirlo sonrió y me miró.

–No tenias porque regalarme nada.

–Quería hacerlo, nos has ayudado mucho y quería agradecértelo. –dije sincera, viendo cómo encendía el móvil. –Espero que te guste la funda.

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