Capítulo 30: No es un adiós, es un hasta luego

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ROMA

Los días se me hacían eternos, por lo menos podía distraerme yendo al jardín y viendo como los pájaros venían a comerse las migas. Gracias al doctor me enteré de que la chica que se había quedado en coma se había despertado hacía unos días y ahora se estaba recuperando, nuestro profesor también mejoró y ahora está en casa haciendo reposo.

Una anciana siempre que me veía se acercaba a mí con su andador y me daba algunos caramelos, sus nietos se los traían pero ella no podía comer azúcar, por lo que me los daba a mí cuando ellos se iban. También me contó un poco sobre su familia y todas las experiencias que le habían ocurrido a lo largo de su vida.

La verdad es que pasaba las tardes oyendo sus aventuras cuando era joven.

Arcadia vino a pasar el día conmigo ya que mañana regresaría a la Capital para seguir trabajando, sus vacaciones habían acabado. De vez en cuando mi padre me traía algo de comida de mi restaurante favorito para alegrarme un poco, estar en el hospital era agotador y agobiante.

Por suerte el doctor me dijo que la herida iba mejorando bastante bien y no había riesgo de que se volviera a abrir. Además de que las enfermeras me revisaban la herida todos los días varias veces, me ponían los medicamentos apropiados y me cambiaban el vendaje. Hubo un día en que ya no necesite tanta medicina para no sentir el dolor.

Mis amigos vinieron a verme de nuevo por la tarde, estuvimos hablando de varias cosas hasta que llegó el tema de los estudios.

–La semana que viene ya empezamos el curso, estoy algo nerviosa. –dijo Flora con una sonrisa, se notaba que estaba feliz de que sus padres hubieran aceptado que estudiara medicina.

–Yo creo que todos estamos nerviosos pero emocionados. –comentó Greg al lado de Flora. –Nunca es fácil empezar algo por primera vez.

–Os va a ir a todos muy bien, por mi parte empezaré cuando esté curada completamente. –expliqué algo decaída, tenía ilusión de empezar ya.

–Es normal, no queremos que regreses al hospital salvo para que te hagas alguna revisión o te pongas alguna vacuna. –dijo Josephine con una sonrisa, con su mano entrelazada con la de Arcadia.

–Yo os echaré de menos, mañana me voy y no sé cuando podré venir. Espero que algún fin de semana pueda.

–Cuidaremos bien de Josephine, no te preocupes. –Violeta sonrió divertida.

–No necesito que nadie me cuide, tengo veintidós años, ya soy adulta. –se quejó.

–Y yo tengo veintitrés, así que como soy más mayor que tú harás lo que diga. –sentenció Arcadia haciendo que Jo se cruzara de brazos.

–Eso quiere decir que también eres la más vieja del grupo. –sonrió Josephine sin tener en cuenta la mirada de muerte que le lanzó Arcadia. -Ahora te puedo decir abuela. ¡Ay mi abuela, que ya es mayor!

Lo siguiente que pasó fue que Arcadia le pegó una colleja a Josephine y del impulso cayó al suelo sacándonos a todos una carcajada. Vi la discusión entre ambas y pensé en lo mucho que echaría de menos a mi amiga, pero el trabajo es trabajo y no podíamos detenerla.

Las horas pasaron y mis amigos se despidieron de mí, todos me dieron un suave abrazo, el cual me permití porque sabía que lo necesitaban. Mi primo me trajo mi consola para que al menos pudiera distraerme un poco y no estar tan aburrida todos los días.

–Por cierto, Roma. Sé que no eres muy de abrazos y de afecto, ¿Cómo lo haces para decirle cosas bonitas a Violeta? –preguntó Greg curioso. Violeta lo miró confusa y se cruzó de brazos, los demás miraban en silencio la situación.

¿Estamos perdidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora